(1063) El encuentro con los españoles de
la gobernación de Nueva Galicia va a originar inevitablemente un conflicto,
porque estos eran implacables esclavistas,
y Cabeza de Vaca, Castillo, Dorantes y Estebanico habían cambiado de
mentalidad después de vivir ocho años ente los indios: "El capitán Diego
de Alcaraz me dijo que estaba muy perdido allí, porque hacía muchos días que no
había podido apresar indios, y, además, él y sus hombres comenzaban a padecer
hambre. Yo le dije que por detrás venían Dorantes y Castillo con muchos indios
que nos acompañaban. Él envió a tres españoles y cincuenta indios, yendo el
negro con ellos para guiarlos, y yo me quedé allí. De este lugar hasta el
pueblo de los cristianos, que se llama San Miguel y pertenece a la gobernación
de la la Nueva Galicia, hay treinta leguas".
Cinco días después, llegaron Castillo y
Dorantes con más de seiscientos indios que se habían escondido en los montes
para evitar ser apresados por los españoles. Luego Diego de Alcaraz le rogó a
Cabeza de Vaca que hablase con los indios que vivían al borde del río para que
trajesen comida: "Nosotros les enviamos mensajeros con esta petición, y
vinieron seiscientos indios trayendo todo el maíz que podían, y se lo dimos a
los cristianos para que entre sí la repartiesen. Pero después de esto tuvimos
muchas y grandes pendencias con ellos, porque querían hacer esclavos a los indios que traíamos. Luego nos costó mucho
trabajo que volviesen a sus casas y sembrasen su maíz, pues querían acompañarnos
hasta dejarnos con otros indios, como acostumbraban, pues temían que, si no lo
hacían así, se morirían, y decían que, para ir con nosotros, no temían a los
cristianos ni a sus lanzas".
Diego de Alcaraz y sus hombres se
sintieron molestos por la admiración y el respeto que los indios mostraban
hacia los cuatro españoles, y trataron
de convencerlos de que eran iguales, y hasta mejores que ellos: "Mandaron
a su intérprete que les dijese que nosotros éramos como ellos mismos y nos
habíamos perdido hacía mucho tiempo y que ellos eran los señores de aquella
tierra, a quienes habían de obedecer y servir. Mas todo esto los indios lo tenían
en nada, y decían entre sí que mentían, porque nosotros veníamos de donde salía
el sol, y ellos de donde se pone, nosotros sanábamos a los enfermos, y ellos
mataban a los que estaban sanos, nosotros veníamos desnudos y descalzos, y
ellos vestidos y en caballos y con lanzas, nosotros no teníamos codicia, sino
que todo cuanto nos daban lo volvíamos a dar, y los otros no tenían otro fin
sino robar todo cuanto hallaban. De esta manera relataban todas nuestras cosas
y las alababan, diciendo de los otros lo contrario. Así le respondieron al
intérprete de los cristianos, y lo mismo hicieron saber a los otros indios con
un intérprete que entre ellos había, que también nosotros entendíamos, y a
quienes usan ese idioma llamamos primahaitu, que es como decir vascongados, la
cual lengua vimos que se usaba en más de cuatrocientas leguas de las que
anduvimos, sin que se usara otra distinta.
Finalmente, de ninguna manera creyeron los indios que éramos como los
otros cristianos, y, con mucho trabajo e insistencia, logramos que volvieran a sus
casas".
(Imagen) Hablemos del tercer acompañante
de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, el capitán ALONSO DEL CASTILLO MALDONADO, en su
impresionante viaje a lo largo de toda la frontera de Estados Unidos con
México. Nació hacia el año 1500 en Salamanca. Su familia era acomodada y culta.
Fue hijo del doctor (se supone que en leyes) Alonso del Castillo, y de Aldonza
Maldonado. Entre sus hermanos, el mayor, el licenciado Francisco Maldonado, fue
nombrado en 1528 oidor de la primera Audiencia de México, pero murió al poco de
llegar. Esa Audiencia la presidía el poco recomendable
Nuño de Guzmán (a quien hice referencia en la imagen anterior), y era también
oidor en ella Juan Ortiz de Matienzo, sobrino de Sancho Ortiz de Matienzo, de
quienes he hablado repetidas veces. ALONSO DEL CASTILLO se enroló en la
expedición de Pánfilo de Narváez el año 1527. Vemos ahora que, tras el fracaso
total de la aventura de la Florida, llegó con sus tres compañeros a México,
habiéndoles proporcionado caballos, precisamente, Nuño de Guzmán, entonces
gobernador de Nueva Galicia. Luego, como sabemos, el gran virrey Antonio de
Mendoza organizó otra expedición por aquellas tierras, pero quien figuró como guía fue el negro Estebanico, porque a
Dorantes no le interesó el asunto, y la ausencia de Alonso del Castillo quizá
se debiera al mismo motivo. De hecho consta que residía entonces en la ciudad
de México, donde fue alcalde del cabildo. En 1538 se casó con Leonor de
Castañeda, viuda del conquistador (en la
gran aventura de Hernán Cortés) Juan Ruiz de Alanís, con la que tuvo tres hijas.
Gracias a este matrimonio, obtuvo como encomienda de indios la mitad del pueblo
de Tehuacán, situado en Puebla (México). En 1542, Alonso del Castillo dio
poderes al regidor salmantino Francisco de Anaya para que le representara en
una demanda que le había hecho a su hermana por cuestiones de la herencia de
sus padres, constando que ganó el pleito el año 1546. Curiosamente, había incorporado
al sumario un relato que hizo sobre la odisea
que vivió en La Florida, y es una lástima que haya desaparecido, pues
habría sido muy interesante contrastarlo con el de Álvar Núñez Cabeza de Vaca.
El año 1547, ALONSO DEL CASTILLO MALDONADO presentó en México un
expediente de méritos y servicios para solicitarle a Carlos V alguna merced,
cuyo primer folio aparece en la imagen. Se supone que residió en dicha ciudad
hasta fallecer, en fecha desconocida.
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