martes, 20 de julio de 2021

(1473) Los indios vieron que, el contraste en el comportamiento para con ellos de los españoles de México con el de los cuatro 'curanderos', era enorme. Estos se habían humanizado por completo.

 

     (1063) El encuentro con los españoles de la gobernación de Nueva Galicia va a originar inevitablemente un conflicto, porque estos eran implacables esclavistas,  y Cabeza de Vaca, Castillo, Dorantes y Estebanico habían cambiado de mentalidad después de vivir ocho años ente los indios: "El capitán Diego de Alcaraz me dijo que estaba muy perdido allí, porque hacía muchos días que no había podido apresar indios, y, además, él y sus hombres comenzaban a padecer hambre. Yo le dije que por detrás venían Dorantes y Castillo con muchos indios que nos acompañaban. Él envió a tres españoles y cincuenta indios, yendo el negro con ellos para guiarlos, y yo me quedé allí. De este lugar hasta el pueblo de los cristianos, que se llama San Miguel y pertenece a la gobernación de la la Nueva Galicia, hay treinta leguas".

     Cinco días después, llegaron Castillo y Dorantes con más de seiscientos indios que se habían escondido en los montes para evitar ser apresados por los españoles. Luego Diego de Alcaraz le rogó a Cabeza de Vaca que hablase con los indios que vivían al borde del río para que trajesen comida: "Nosotros les enviamos mensajeros con esta petición, y vinieron seiscientos indios trayendo todo el maíz que podían, y se lo dimos a los cristianos para que entre sí la repartiesen. Pero después de esto tuvimos muchas y grandes pendencias con ellos, porque querían hacer esclavos a  los indios que traíamos. Luego nos costó mucho trabajo que volviesen a sus casas y sembrasen su maíz, pues querían acompañarnos hasta dejarnos con otros indios, como acostumbraban, pues temían que, si no lo hacían así, se morirían, y decían que, para ir con nosotros, no temían a los cristianos ni a sus lanzas".

     Diego de Alcaraz y sus hombres se sintieron molestos por la admiración y el respeto que los indios mostraban hacia los cuatro españoles, y   trataron de convencerlos de que eran iguales, y hasta mejores que ellos: "Mandaron a su intérprete que les dijese que nosotros éramos como ellos mismos y nos habíamos perdido hacía mucho tiempo y que ellos eran los señores de aquella tierra, a quienes habían de obedecer y servir. Mas todo esto los indios lo tenían en nada, y decían entre sí que mentían, porque nosotros veníamos de donde salía el sol, y ellos de donde se pone, nosotros sanábamos a los enfermos, y ellos mataban a los que estaban sanos, nosotros veníamos desnudos y descalzos, y ellos vestidos y en caballos y con lanzas, nosotros no teníamos codicia, sino que todo cuanto nos daban lo volvíamos a dar, y los otros no tenían otro fin sino robar todo cuanto hallaban. De esta manera relataban todas nuestras cosas y las alababan, diciendo de los otros lo contrario. Así le respondieron al intérprete de los cristianos, y lo mismo hicieron saber a los otros indios con un intérprete que entre ellos había, que también nosotros entendíamos, y a quienes usan ese idioma llamamos primahaitu, que es como decir vascongados, la cual lengua vimos que se usaba en más de cuatrocientas leguas de las que anduvimos, sin que se usara otra distinta.  Finalmente, de ninguna manera creyeron los indios que éramos como los otros cristianos, y, con mucho trabajo e insistencia, logramos que volvieran a sus casas".

 

     (Imagen) Hablemos del tercer acompañante de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, el capitán ALONSO DEL CASTILLO MALDONADO, en su impresionante viaje a lo largo de toda la frontera de Estados Unidos con México. Nació hacia el año 1500 en Salamanca. Su familia era acomodada y culta. Fue hijo del doctor (se supone que en leyes) Alonso del Castillo, y de Aldonza Maldonado. Entre sus hermanos, el mayor, el licenciado Francisco Maldonado, fue nombrado en 1528 oidor de la primera Audiencia de México, pero murió al poco de llegar. Esa Audiencia la presidía el poco recomendable Nuño de Guzmán (a quien hice referencia en la imagen anterior), y era también oidor en ella Juan Ortiz de Matienzo, sobrino de Sancho Ortiz de Matienzo, de quienes he hablado repetidas veces. ALONSO DEL CASTILLO se enroló en la expedición de Pánfilo de Narváez el año 1527. Vemos ahora que, tras el fracaso total de la aventura de la Florida, llegó con sus tres compañeros a México, habiéndoles proporcionado caballos, precisamente, Nuño de Guzmán, entonces gobernador de Nueva Galicia. Luego, como sabemos, el gran virrey Antonio de Mendoza organizó otra expedición por aquellas tierras, pero quien figuró  como guía fue el negro Estebanico, porque a Dorantes no le interesó el asunto, y la ausencia de Alonso del Castillo quizá se debiera al mismo motivo. De hecho consta que residía entonces en la ciudad de México, donde fue alcalde del cabildo. En 1538 se casó con Leonor de Castañeda, viuda del conquistador  (en la gran aventura de Hernán Cortés) Juan Ruiz de Alanís, con la que tuvo tres hijas. Gracias a este matrimonio, obtuvo como encomienda de indios la mitad del pueblo de Tehuacán, situado en Puebla (México). En 1542, Alonso del Castillo dio poderes al regidor salmantino Francisco de Anaya para que le representara en una demanda que le había hecho a su hermana por cuestiones de la herencia de sus padres, constando que ganó el pleito el año 1546. Curiosamente, había incorporado al sumario un relato que hizo sobre la odisea  que vivió en La Florida, y es una lástima que haya desaparecido, pues habría sido muy interesante contrastarlo con el de Álvar Núñez Cabeza de Vaca. El año 1547, ALONSO DEL CASTILLO MALDONADO presentó en México un expediente de méritos y servicios para solicitarle a Carlos V alguna merced, cuyo primer folio aparece en la imagen. Se supone que residió en dicha ciudad hasta fallecer, en fecha desconocida.




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