jueves, 8 de julio de 2021

(1462) Después de tanto tiempo sufriendo calamidades, Álvar Núñez Cabeza de Vaca, Castillo, Dorantes y Estebanico comprueban algo tremendo: ellos son los únicos supervivientes del poderoso ejército.

 

     (1052) Total que todo coincidió para que se le unieran a Cabeza de Vaca los otros tres españoles supervivientes (Alonso del Castillo, Andrés Dorantes y el negro Estebanico), que formarán luego el cuarteto que vivirá la increíble aventura que nos espera: "Dos días después de marchar Lope de Oviedo, los indios que tenían a Alonso del Castillo y Andrés Dorantes (de momento, no menciona a Estebanico) vinieron al lugar donde nos habían dicho, para comer de aquellas nueces de las que se mantienen dos meses del año, sin comer otra cosa. Un indio me avisó de que los cristianos habían llegado, y que, si yo quería verlos, me huyese a un monte que me señaló, porque él y otros parientes suyos me llevarían consigo adonde los cristianos estaban. Yo determiné hacerlo, porque tenían otra lengua distinta de la de mis indios. Puesto por obra, me hallaron en el lugar que estaba señalado, y me llevaron consigo. Cuando Andrés me vio, quedó muy asombrado, porque hacía muchos días que me daban por muerto, y los indios así lo habían dicho. Dimos muchas gracias a Dios de vernos juntos, y este día fue uno de los de mayor placer que en nuestra vida hemos tenido. Llegado donde Castillo estaba, yo le dije que mi propósito era pasar a tierra de cristianos. Andrés Dorantes comentó que muchos días hacía que él rogaba a Castillo y a Estebanico que hicieran los tres lo mismo, y que no osaban hacerlo porque no sabían nadar y  temían mucho los ríos y los ancones por donde habían de pasar. Pero, viendo que Dios nuestro Señor me había guardado entre tantos trabajos y enfermedades, para, finalmente, traerme a su compañía, determinaron huir, confiando en que yo los pasaría por los ríos y ancones que topásemos. Me advirtieron que de ninguna manera dejase que los indios supiesen que iba a marcharse, porque me matarían, por lo que era necesario que yo me detuviese con ellos seis meses, que era  cuando aquellos indios iban a otra tierra a comer tunas. Lo decían porque en el tiempo de las tunas venían adonde ellos otros indios que traían arcos para mercadear con ellos, y cuando se marchasen, podríamos escapar de nuestros indios yendo con los otros, y, por estas razones, yo decidí quedarme allí. Luego Castillo y Dorantes me contaron que, después de salir  de la isla de Mal Hado, hallaron en la costa encallada la barca en la que iban el contador y los frailes,  y que, yendo pasando aquellos ríos, se ahogaron cuatro de ellos, y que siguieron adelante, muriendo otros dos compañeros en las  sesenta leguas que habían andado". Le contaron después Castillo y Dorantes muchas cosas de gran interés para esta historia, que las supieron por pura casualidad: "Buscando la manera de atravesar una zona de agua, llegaron adonde ellos un indio y un cristiano, el cual era Figueroa, uno de los cuatro que habíamos enviado desde la isla de Mal Hado (recordemos que iban, creyendo que  no estaba lejos, en busca de Pánuco, el poblado mexicano), y allí les contó cómo habían llegado a un lugar en el que murieron dos de ellos y un indio, los tres de frío y de hambre, y que a él y a Méndez los habían apresado los indios, y que, estando con ellos, Méndez había huido yendo en dirección a Pánuco, y que los indios habían ido tras él y lo habían matado. Estando Figueroa con estos indios supo por ellos que con la tribu de los quevertes estaba un cristiano, el cual era Hernando de Esquivel, natural de Badajoz, que venía en compañía del comisario, de manera que, por medio de Esquivel, conoció el fin que habían tenido el gobernador (Pánfilo de Narváez), el contador y los demás".

 

     (Imagen) Cabeza de Vaca se encontró por casualidad con los otros tres únicos supervivientes que quedaban de la expedición de Pánfilo de Narváez, siendo, los cuatro, esclavos de los indios. Dos de ellos, Castillo y Dorantes, le contaron lo que ocurrió con el resto de los españoles, y lo supieron por medio de Figueroa, a quien se lo había comunicado Hernando de Esquivel. Resumiré el desastre: "Llegó la barca del gobernador, dio el cargo de lugarteniente a un capitán que se llamaba Pantoja, y permaneció en su barca aquella noche, quedando con él un maestre y un paje que estaba malo. A media noche el viento vino tan recio, que sacó la barca a la mar, y nunca más supieron de ellos. Visto esto, los que estaban en tierra se fueron por la costa, y pararon junto a un  monte, porque ya era el mes de noviembre. Aunque había agua, leña y algunos mariscos, comenzaron a morirse poco a poco de hambre y de frío.  Además de esto, Pantoja les hacía mal tratamiento, y no pudiéndolo sufrir Sotomayor, hermano de Vasco Porcallo, el de la isla de Cuba, y que en la armada había venido por maestre de campo, se revolvió contra él y le dio con un palo, de lo que Pantoja quedó muerto. Luego se fueron acabando, y, a los que morían, los otros los hacían tasajos. El último que murió fue Sotomayor, al cual Esquivel lo hizo tasajos, y, comiendo de él, se mantuvo así hasta que un indio fue a ver si habían muerto todos, y se llevó a Esquivel consigo. Estando en poder de este indio, Figueroa habló con Esquivel, quien le contó todo lo que hemos dicho. Le rogó que se fuese con él, para irse juntos hacia Pánuco, pero  Esquivel no lo quiso hacer, diciendo que había sabido por los frailes que Pánuco había quedado muy lejos, por lo cual Figueroa se fue a la costa en la que solía estar. Por su parte, Andrés Dorantes, huyendo de los indios que habían matado a varios compañeros suyos, todos esclavos de los nativos, llegó a una tribu en la que había estado Esquivel, y supo que también había  muerto: "Le contaron que Esquivel,  estando allí, quiso huir porque una mujer había soñado que le había de matar a un hijo, y los indios fueron tras él y lo mataron". Ya había tenido Pánfilo de Narváez, a pesar de ser un valioso capitán, una derrota muy humillante frente al genial Hernán Cortés (donde quedó tuerto), pero lo que le ocurrió en la expedición que capitaneaba para la conquista de La Florida se puede considerar uno de los mayores desastres de las Indias: solo sobrevivieron cuatro miembros de su impresionante ejército.




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