(1059) Aquello era como una cadena sin
fin. Unos indios saqueaban a otros y les aconsejaban que siguieran a los
españoles hasta otro poblado y saquearan a sus habitantes: "Después se
marcharon los primeros indios y nos dejaron con los siguientes, los cuales nos
comenzaron a tratar con la mismo reverencia que los otros, y nos llevaron
adonde había mucha gente, habiéndoles comunicado antes de que llegásemos todo
lo que los otros les habían dicho de nosotros, y añadieron mucho más, porque
todos estos nativos son muy mentirosos, y luego toda la gente del poblado salió
a recibirnos con mucho placer y fiesta. Los que nos habían acompañado saquearon
las casas, y, salidos de aquí, caminamos tierra adentro más de cincuenta leguas,
hasta que hallamos cuarenta casas. Entre otras cosas que nos dieron, se quedó
Andrés Dorantes con un cascabel gordo, de cobre, y en él había la figura de un
rostro. Los indios dijeron que lo habían traído de otro poblado que estaba
hacia el norte, por lo que nosotros sacamos en conclusión que, donde quiera que
lo hubieran obtenido, había fundición".
Se diría que habían cosechado una fama tan prestigiosa de
curanderos infalibles, que en todos los poblados los recibían con entusiasmo, y
ellos se detenían poco tiempo en ellos, porque su objetivo estaba en el lejano
México: "Partimos el día siguiente, y a la noche llegamos a muchas casas
que estaban asentadas a la ribera de un muy hermoso río, y los señores de ellas
salieron a medio camino a recibirnos con sus hijos a cuestas, y nos dieron muchos
regalos. Aquí me trajeron un hombre, y me dijeron que hacía mucho tiempo que le
habían herido con una flecha por la espalda derecha, y tenía la punta de la
flecha sobre el corazón. Yo le toqué, y sentí la punta de la flecha, que estaba
atravesada por la ternilla, y, con un cuchillo, le abrí el pecho hasta aquel
lugar, y vi que tenía la punta atravesada, y estaba muy mala de sacar. Torné a
cortar más, y metí la punta del cuchillo, y con gran trabajo, pude, al fin, sacarla.
Haciendo oficio de médico, le di dos puntos. Cuando hube sacado la punta, me la
pidieron, y todo el pueblo vino a verla, haciendo luego muchos bailes y fiestas,
resultando que esta cura nos dio mucho crédito por todas aquellas
tierras".
El cascabel que había obtenido Dorantes
había despertado la curiosidad de los cuatro trotamundos, ya que les hacía
suponer que tenía su origen en algún lugar con minas, si no de oro, al menos de
cobre: "Les mostramos a los indios aquel cascabel que traíamos, y nos dijeron
que en el lugar de donde procedía había muchas planchas de ese metal, que ellos
valoraban mucho, y también que había casas de asiento (normales, no
tiendas de campaña). Nosotros pensamos que el lugar estaría cerca de la mar
del Sur (el Pacífico), que siempre tuvimos noticia que aquella mar es
más rica que la del Norte (Golfo de México). Nos partimos de estos
indios y anduvimos por tantas clases de gentes y de tan diversas lenguas, que no
se puede acordarse de todas, y siempre
se saqueaban los unos a los otros, y tanto los que perdían como los que
ganaban, quedaban muy contentos.
(Imagen) Voy a hacer una pequeña reseña de
uno de los que acompañaban a Cabeza de Vaca. Se trata de ANDRÉS DORANTES DE
CARRANZA, el dueño del esclavo Estebanico. Nació en Béjar (Salamanca, ver
imagen), probablemente hacia el año 1500. El apellido Carranza despista
bastante. Es el nombre que tiene un municipio vasco, fronterizo con Burgos y
Cantabria, de donde eran los padres de Sancho Ortiz de Matienzo, al que me he
referido repetidas veces. Suele ocurrir que los que tienen un apellido
toponímico no son nacidos en el lugar, sino descendientes de quienes lo fueron.
El año 1527, Andrés Dorantes se enroló como capitán en la expedición de Pánfilo
de Narváez a la Florida, llevando con él a Estebanico. Cuando volvieron
milagrosamente vivos a México, no quiso Dorantes asumir el encargo que le dio
el virrey Alonso de Mendoza para que fuera al frente de otra expedición en
busca de las míticas siete ciudades de
Cíbola, que se suponían estaban en algún lugar próximo al recorrido que
hicieron con Cabeza de Vaca. Pero el virrey aceptó su sugerencia de que se
sirviera de Estebanico como guía para dicha empresa. Luego Andrés Dorantes se
embarcó hacia España esperando obtener alguna gratificación en la Corte por sus
heroicos méritos, pero pronto volvió a México sin conseguirlo, al parecer
debido a que las tormentas obligaron a la nave a regresar. El virrey tuvo
el gesto de preocuparse por él, y le
concertó un ventajoso matrimonio con María de la Torre, viuda del conquistador
Alonso de Benavides, y rica hacendada, pues poseía importantes encomiendas de
indios. El difunto Benavides había sido un veterano conquistador, que,
probablemente, llegó a las Indias en 1514 con la impresionante armada del cruel
Pedrarias Dávila, y pronto participó en
incursiones por Guatemala y Panamá, luchando después al lado de Hernán Cortés
en México. Tuvo luego la amarga experiencia de que el barco en el que iba hacia
España para llevar parte de los tesoros de Moctezuma a la Corte fuera apresado
por el pirata francés Jean Fleury, permaneciendo durante tres años en las
Azores, tras lo cual consiguió regresar a México. Su mujer, María de la Torre,
también murió, y ANDRÉS DORANTES DE CARRANZA se casó con otra viuda, Paula
Dorantes, con la que posiblemente tuviera parentesco. De los cuatro
'peregrinos' de la Florida, solamente Álvar Núñez Cabeza de Vaca pudo tener una
segunda parte de gran relieve en su vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario