(1068) La crónica en la que colaboró el
escribano de Álvar Núñez Cabeza de Vaca empieza explicándonos lo que pactó con
Carlos V para recibir el cargo de gobernador del Río de la Plata: " El
dicho Cabeza de Vaca aceptó ir a socorrer a los españoles de aquella
gobernación. Dijo que gastaría en la expedición, en caballos, armas, provisiones
y otras cosas, ocho mil ducados (lo cual resulta llamativo, ya que 4 años
antes volvió arruinado de la Florida). Por esta capitulación que con Su
Majestad aceptó, le hizo merced de la gobernación y de la capitanía general de
aquella tierra y provincia, con título de adelantado de ella (el
'adelantado' tenía la exclusiva de conquista donde lo era). Asimismo le
hizo merced de la doceava parte de todo lo que en aquellas tierras se obtuviese.
Y, así, él partió enseguida a Sevilla, para preparar su armada. Mercó dos naos
y una carabela para juntarlas con otra que le esperaba en Canarias,
proveyéndolas de muchas provisiones, de pilotos y marineros, y de cuatrocientos
soldados bien aderezados".
Los preparativos le ocuparon cinco meses.
Iniciado el viaje, tuvieron que detenerse en Cádiz un mes por el mal tiempo, tras lo cual, en nueve días
llegaron a la isla de La Palma, donde nuevamente se detuvieron, esa vez
veinticinco días, hasta que se tranquilizó el mar. Poco después, Cabeza de
Vaca, que tantos naufragios sufrió en la Florida, se llevó un susto en su nave
capitana: "Embarcó para Cabo Verde y, durante el camino, empezó a entrar agua
en la nao capitana, y en tanta cantidad, que subió dentro del navío doce
palmos, por lo cual se mojaron y perdieron más de quinientos quintales de
bizcocho, mucho aceite y otras provisiones. Siguieron en la nave dando siempre
a la bomba de día y de noche, hasta que llegaron a la isla de Santiago, que es
una de las de Cabo Verde. Allí desembarcaron y sacaron los caballos a tierra,
porque había que descargar la nao para remediar el agua que entraba, y luego el
maestre de ella la estancó, porque era el mejor buzo que había en España.
Esta
isla es muy enferma en verano. Tanto, que la mayor parte de los que allí
desembarcan se mueren en pocos días. Sin embargo la armada estuvo allí veinticinco
días sin que muriese ningún hombre, de lo cual se asombraron los de la tierra. Los vecinos de aquella isla les hicieron muy
buen acogimiento, y es muy rica, porque les dan muchos doblones los que van a
mercar negros para las Indias". De lo que se deduce que la isla Santiago
era uno de los mercados principales de los negros que los portugueses apresaban
en África, y que muchos de esos esclavos iban a parar a las Indias.
Luego Pedro Hernández, el escribano de
Cabeza de Vaca, pasa a utilizar la primera persona del plural, el 'nosotros',
que solo tiene sentido si iba también en la expedición. ¿Hasta qué punto fue el
autor de la crónica? Los dos tuvieron que ser coautores, pero, sin duda, imponiendo
Cabeza de Vaca su criterio en el texto definitivo: "Remediado el problema
del agua de la nao capitana, nos embarcamos para seguir nuestro viaje, y, yendo
navegando, quiso saber el maestre cuánta agua llevaba la nao capitana, y
resultó que, de cien botas que metió, no halló más de tres, y habían de beber
de ellas cuatrocientos hombres y treinta caballos. Vista la necesidad tan
grande, el gobernador mandó que tomase tierra, y, al cuarto día, acaeció una
cosa admirable, que, porque no es fuera de propósito, la pondré aquí".
(Imagen) Veamos una curiosa anécdota que
habla de cómo se evitó un desastre de los barcos de Cabeza de Vaca gracias al
canto de un grillo, y muestra que en aquellos tiempos se valoraban cosas que
hoy nos parecerían muy simples e ingenuas: "Yendo los navíos a dar en
tierra en unas peñas muy altas, sin que lo viese ninguna persona de las que iban
a bordo, comenzó a cantar un grillo, el cual había metido en la nao, en Cádiz, un
soldado que venía malo y tenía deseo de oír música del grillo. Hacía dos meses
y medio que navegábamos y no le habíamos oído, de lo cual el que lo metió estaba
muy enojado, pero, como aquella mañana sintió la tierra, comenzó a cantar, la
música suya despertó a toda la gente de la nao y, viendo que las peñas estaban a
un tiro de ballesta de la nao, comenzaron a dar voces para que se echasen
anclas, y, gracias a que se hizo, se evitó nuestra perdición, pues, si el
grillo no hubiese cantado, nos habríamos ahogado cuatrocientos hombres y
treinta caballos, lo cual todos lo tuvieron por milagro de Dios. Después, navegando
más de cien leguas a lo largo de la costa, todas las noches el grillo nos daba
su música, y así, con ella, llegó la armada a un puerto que se llamaba la
Cananea, que está pasado el Cabo Frío. Es buen puerto; tiene unas islas a la
boca de él, y es limpio. Aquí tomó el gobernador la posesión de él por Su
Majestad (lo que parece extraño porque se supone que entonces ya eran
tierras portuguesas). Luego pasó por el río y bahía que dicen de San
Francisco, y de allí fue la armada a desembarcar en la isla de Santa Catalina, adonde
llegó, con hartos trabajos y riesgos, el día 29 de marzo de 1541. Está la isla
de Santa Catalina en veinte y ocho grados de altura escasos". Pedro
Hernández da aquí con toda exactitud el dato geográfico, cosa que ha hecho ya
varias veces, lo que revela que les acompañaban expertos navegantes. Luego el
gobernador tomó algunas decisiones: "Mandó desembarcar a toda la gente, y
26 caballos que quedaron de los 46 que en España embarcó. También quería tomar
un intérprete para informarse por los indios de aquella tierra si sabían cómo
estaba la gente española a la que iban a socorrer en la provincia del Río de la
Plata". Así que estamos ya con Cabeza de Vaca en Brasil, y la mancha roja
de la imagen nos muestra en qué punto se encontraban los españoles.
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