martes, 27 de julio de 2021

(1478) Partió la flota de Cabeza de Vaca (gobernador de Río de la Plata) hacia las Indias, y ya se vieron envueltos en peligros navegando, pero llegaron a la costa de Brasil.

 

     (1068) La crónica en la que colaboró el escribano de Álvar Núñez Cabeza de Vaca empieza explicándonos lo que pactó con Carlos V para recibir el cargo de gobernador del Río de la Plata: " El dicho Cabeza de Vaca aceptó ir a socorrer a los españoles de aquella gobernación. Dijo que gastaría en la expedición, en caballos, armas, provisiones y otras cosas, ocho mil ducados (lo cual resulta llamativo, ya que 4 años antes volvió arruinado de la Florida). Por esta capitulación que con Su Majestad aceptó, le hizo merced de la gobernación y de la capitanía general de aquella tierra y provincia, con título de adelantado de ella (el 'adelantado' tenía la exclusiva de conquista donde lo era). Asimismo le hizo merced de la doceava parte de todo lo que en aquellas tierras se obtuviese. Y, así, él partió enseguida a Sevilla, para preparar su armada. Mercó dos naos y una carabela para juntarlas con otra que le esperaba en Canarias, proveyéndolas de muchas provisiones, de pilotos y marineros, y de cuatrocientos soldados bien aderezados".

     Los preparativos le ocuparon cinco meses. Iniciado el viaje, tuvieron que detenerse en Cádiz un mes  por el mal tiempo, tras lo cual, en nueve días llegaron a la isla de La Palma, donde nuevamente se detuvieron, esa vez veinticinco días, hasta que se tranquilizó el mar. Poco después, Cabeza de Vaca, que tantos naufragios sufrió en la Florida, se llevó un susto en su nave capitana: "Embarcó para Cabo Verde y, durante el camino, empezó a entrar agua en la nao capitana, y en tanta cantidad, que subió dentro del navío doce palmos, por lo cual se mojaron y perdieron más de quinientos quintales de bizcocho, mucho aceite y otras provisiones. Siguieron en la nave dando siempre a la bomba de día y de noche, hasta que llegaron a la isla de Santiago, que es una de las de Cabo Verde. Allí desembarcaron y sacaron los caballos a tierra, porque había que descargar la nao para remediar el agua que entraba, y luego el maestre de ella la estancó, porque era el mejor buzo que había en España. Esta isla es muy enferma en verano. Tanto, que la mayor parte de los que allí desembarcan se mueren en pocos días. Sin embargo la armada estuvo allí veinticinco días sin que muriese ningún hombre, de lo cual se asombraron los de la tierra.  Los vecinos de aquella isla les hicieron muy buen acogimiento, y es muy rica, porque les dan muchos doblones los que van a mercar negros para las Indias". De lo que se deduce que la isla Santiago era uno de los mercados principales de los negros que los portugueses apresaban en África, y que muchos de esos esclavos iban a parar a las Indias.

     Luego Pedro Hernández, el escribano de Cabeza de Vaca, pasa a utilizar la primera persona del plural, el 'nosotros', que solo tiene sentido si iba también en la expedición. ¿Hasta qué punto fue el autor de la crónica? Los dos tuvieron que ser coautores, pero, sin duda, imponiendo Cabeza de Vaca su criterio en el texto definitivo: "Remediado el problema del agua de la nao capitana, nos embarcamos para seguir nuestro viaje, y, yendo navegando, quiso saber el maestre cuánta agua llevaba la nao capitana, y resultó que, de cien botas que metió, no halló más de tres, y habían de beber de ellas cuatrocientos hombres y treinta caballos. Vista la necesidad tan grande, el gobernador mandó que tomase tierra, y, al cuarto día, acaeció una cosa admirable, que, porque no es fuera de propósito, la pondré aquí".

 

     (Imagen) Veamos una curiosa anécdota que habla de cómo se evitó un desastre de los barcos de Cabeza de Vaca gracias al canto de un grillo, y muestra que en aquellos tiempos se valoraban cosas que hoy nos parecerían muy simples e ingenuas: "Yendo los navíos a dar en tierra en unas peñas muy altas, sin que lo viese ninguna persona de las que iban a bordo, comenzó a cantar un grillo, el cual había metido en la nao, en Cádiz, un soldado que venía malo y tenía deseo de oír música del grillo. Hacía dos meses y medio que navegábamos y no le habíamos oído, de lo cual el que lo metió estaba muy enojado, pero, como aquella mañana sintió la tierra, comenzó a cantar, la música suya despertó a toda la gente de la nao y, viendo que las peñas estaban a un tiro de ballesta de la nao, comenzaron a dar voces para que se echasen anclas, y, gracias a que se hizo, se evitó nuestra perdición, pues, si el grillo no hubiese cantado, nos habríamos ahogado cuatrocientos hombres y treinta caballos, lo cual todos lo tuvieron por milagro de Dios. Después, navegando más de cien leguas a lo largo de la costa, todas las noches el grillo nos daba su música,  y así, con ella,  llegó la armada a un puerto que se llamaba la Cananea, que está pasado el Cabo Frío. Es buen puerto; tiene unas islas a la boca de él, y es limpio. Aquí tomó el gobernador la posesión de él por Su Majestad (lo que parece extraño porque se supone que entonces ya eran tierras portuguesas). Luego pasó por el río y bahía que dicen de San Francisco, y de allí fue la armada a desembarcar en la isla de Santa Catalina, adonde llegó, con hartos trabajos y riesgos, el día 29 de marzo de 1541. Está la isla de Santa Catalina en veinte y ocho grados de altura escasos". Pedro Hernández da aquí con toda exactitud el dato geográfico, cosa que ha hecho ya varias veces, lo que revela que les acompañaban expertos navegantes. Luego el gobernador tomó algunas decisiones: "Mandó desembarcar a toda la gente, y 26 caballos que quedaron de los 46 que en España embarcó. También quería tomar un intérprete para informarse por los indios de aquella tierra si sabían cómo estaba la gente española a la que iban a socorrer en la provincia del Río de la Plata". Así que estamos ya con Cabeza de Vaca en Brasil, y la mancha roja de la imagen nos muestra en qué punto se encontraban los españoles.




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