lunes, 5 de julio de 2021

(1460) Los indios tuvieron a los españoles como esclavos, pero también quisieron, supersticiosamente, usarlos como hechiceros, a lo que se prestaron como de broma, pero funcionó. Por entonces, solo había 16 españoles vivos.

 

     (1050) Núñez Cabeza de Vaca añade algunos datos más, relativos al modo de vida de aquellos indios: "Tienen por costumbre enterrar a sus muertos, salvo a los que son físicos (curanderos), pues a estos los queman, y, mientras el fuego arde, todos están bailando y haciendo muy gran fiesta, y hacen polvo los huesos. Pasado un año, cuando se hacen sus honras, todos se sajan (se hacen cortes), y a los parientes les dan a beber en agua aquellos polvos. Cada uno tiene una mujer. Los físicos, que son los hombres más libres, pueden tener dos, y hasta tres, y entre ellas hay muy gran amistad y conformidad. Cuando alguno casa a su hija, el que la toma por mujer, desde el día que con ella se casa, todo lo que matase cazando o pescando lo lleva la mujer a la casa de su padre, sin osar comer nada de ello, y de casa del suegro le llevan a él de comer. Nunca entran el suegro y la suegra a la casa del yerno, ni él ha de entrar en casa de los suegros ni cuñados. Si acaso se encontrasen por alguna parte, se desvían un tiro de ballesta el uno del otro y mientras van apartándose, llevan la cabeza baja y los ojos puestos en tierra, porque tienen por cosa mala verse o hablarse. Las mujeres tienen libertad para comunicar y conversar con los suegros y parientes, y esta costumbre se tiene desde la isla hasta una distancia de  más de cincuenta leguas tierra adentro. Otra costumbre hay, y es que, cuando algún hijo o hermano muere, en la casa donde muriese nadie busca de comer durante tres meses, pues prefieren morir de hambre, y son los parientes y los vecinos quienes les proveen de lo que han de comer. Como en el tiempo que allí estuvimos murieron tantos indios, en la mayoría de las casas había mucha hambre, porque guardaban también su costumbre. Los que les buscaban provisiones, aunque trabajaban mucho, por ser el tiempo tan recio no podían conseguir más que muy poco. Por esta causa, los indios que a mí me tenían salieron de la isla (llevándolo con ellos, y al parecer, según veremos, con carácter de esclavo o criado), y en unas canoas se pasaron a unas bahías donde había muchas ostras, y durante tres meses del año no comen otra cosa, y beben muy mala agua. Tienen gran falta de leña, y gran abundancia de mosquitos. Sus casas son edificadas de esteras sobre muchas cáscaras de ostras, y sobre ellas duermen en cueros; y así estuvimos hasta finales de abril, que fuimos a la costa de la mar, donde comimos moras de zarzas todo el mes, durante el cual no cesaron de hacer sus fiestas".

     Antes de que Cabeza de Vaca marchara con su amos indígenas de la isla de Mal Hado a la zona continental,  ocurrió algo curioso, que confirma, además, que ya trataban a los españoles como esclavos o criados: "En aquella isla del Mal Hado nos quisieron hacer curanderos, sin examinarnos, porque ellos curan las enfermedades soplando al enfermo, y con aquel soplo y las manos echan de él la enfermedad. Nos mandaron que hiciésemos lo mismo, para serles útiles en algo. Nosotros nos reíamos de ello, diciendo que no sabíamos curar. Por lo cual, nos quitaban la comida hasta que hiciésemos lo que nos decían. Viendo nuestra porfía, un indio me dijo a mí que yo no sabía lo que decía, pues hasta las piedras y otras cosas que se crían por los campos tienen virtudes, de manera que nosotros, que éramos hombres, sin duda teníamos mayor virtud y poder. En fin, nos vimos en tanta necesidad, que lo tuvimos que hacer".

 

     (Imagen)  Aunque los indios de la isla de Mal Hado habían convertido por la fuerza a los españoles en curanderos, no les fue mal en el nuevo oficio (que practicaron de forma original), y afortunadamente, porque un mal resultado en los tratamientos  podía costarles caro: "La manera que ellos tienen de curarse es ésta: Viéndose enfermos, llaman a un médico, y después de curados,  le dan todo lo que poseen. El médico le hace unos cortes al paciente donde tiene el dolor, y chupan alrededor de ellos. Dan cauterios de fuego, y, a mí, que lo he experimentado, me resultó bien. Después de esto, soplan donde les duele, y con esto creen ellos que se les quita el mal. La manera con que nosotros curábamos era santiguándolos, soplándolos, rezando un Pater Noster y un Ave María, y rogando lo mejor que podíamos a Dios Nuestro Señor que les diese salud. Quiso Dios que todos aquellos por quienes rezamos decían a los otros que ya estaban sanos, de manera que así nos hacían buen tratamiento, y hasta dejaban ellos de comer para dárnoslo a nosotros. Después de que Dorantes y Castillo volvieron a la isla de Mal Hado, recogieron consigo los catorce cristianos que allí había. Yo entonces estaba en la  tierra continental, donde mis indios me habían llevado y donde me dio una enfermedad tan grave, que, aunque algunas cosas me daban esperanza de vida, aquella bastaba para quitármela del todo. Cuando los cristianos de la isla lo supieron, vinieron a verme doce, porque dos quedaron tan enfermos, que no se atrevieron a traerlos consigo. Los nombres de los que vinieron son: Alonso del Castillo, Andrés Dorantes y Diego Dorantes, Valdivieso, Estrada, Tostado, Chaves, Gutiérrez, Esturiano, clérigo, Diego de Huelva, Estebanico el Negro y Benítez. Cuando llegaron a tierra firme (continental), hallaron otro que se llamaba Francisco de León. Luego marcharon todos por la costa, y los indios que me tenían me avisaron de ello, y de que  quedaban en la isla de Mal Hado Jerónimo de Alaniz y Lope de Oviedo (los dos enfermos mencionados). Mi enfermedad me impidió seguirlos". Los norteamericanos respetan con devoción la memoria de los españoles que abrieron camino en La Florida y otros territorios próximos. Tampoco se han olvidado de ÁLVAR NÚÑEZ CABEZA DE VACA, y la imagen nos muestra el busto que le han dedicado en el enorme Memorial Park de la gran ciudad de Houston (Texas).




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