jueves, 15 de julio de 2021

(1468) Siempre igual: los indios de un poblado acompañaban a los españoles a otro y lo saqueaban. Parece ser que Estebanico, a pesar de sus grandes méritos, siguió siendo esclavo al llegar a México.

 

     (1058) Una vez más se va a ver que aquellos indios tenían la extraña costumbre de robar a otros que, a su vez, lo aceptaban filosóficamente: "Cuando fuimos llegados al nuevo poblado, los que con nosotros iban saquearon a los otros, los cuales, conociendo la costumbre, antes de que llegásemos escondieron algunas cosas. Después de habernos recibido con mucha fiesta y alegría, sacaron lo que habían escondido y nos lo regalaron. Nosotros, según la costumbre, se lo dimos a los indios que nos acompañaban. Al otro día, cuando íbamos a partir, todos querían llevarnos adonde otros amigos suyos que estaban en las montañas, pero, por estar fuera de nuestro camino, decidimos seguir por la parte llana hacia la costa, que creíamos cercana, y, además, estaba más poblada, con gente que disponía de más provisiones y nos trataría mejor. También lo hacíamos porque, atravesando aquella tierra, veríamos muchas particularidades de ella, de manera que, si Dios nuestro Señor fuese servido de sacar con vida a alguno de nosotros, y traerlo a tierra de cristianos, pudiese dar noticias e información de ella".

     Viendo los nativos que los españoles insistían en ir por lo llano, enviaron por delante a dos indios para que buscasen a otros que les pudieran recibir: "Nosotros partimos el día siguiente, llevando a muchos en nuestra compañía, y las mujeres iban cargadas de agua, y era tan grande entre ellos nuestra autoridad, que ninguno osaba beber sin nuestra licencia. A dos leguas de allí, topamos con los indios que habían ido a buscar gente, dijeron que no la hallaban, y tornaron a rogarnos que no fuésemos por lo llano. No lo quisimos hacer, y ellos, como vieron nuestra voluntad, aunque con mucha tristeza, se despidieron de nosotros, y se volvieron río abajo a sus tiendas, y nosotros caminamos río arriba, y, poco después topamos con dos mujeres cargadas que, al vernos, pararon y nos dieron de lo que llevaban, que era harina de maíz. Nos dijeron que, más adelante, en aquel rio hallaríamos casas y muchas tunas y de aquella harina, y luego nos despedimos de ellas, porque iban al poblado del que habíamos partido. Anduvimos hasta la puesta del sol, y llegamos a un pueblo de hasta veinte casas, adonde nos recibieron llorando y con gran tristeza, porque sabían ya que, donde quiera que llegábamos, eran todos saqueados y robados por los indios que nos acompañaban, pero, como nos vieron solos, perdieron el miedo, y nos dieron solamente unas tunas. Estuvimos allí aquella noche, y, al alba, los indios que nos habían dejado el día anterior (se habían despedido de ellos, pero continuaban siguiéndolos) dieron contra sus casas (tiendas), y, como los pillaron descuidados, les tomaron cuanto tenían, sin que tuviesen lugar donde esconder ninguna cosa, por lo cual ellos lloraron mucho. Los robadores, para consolarles, les decían que éramos hijos del sol, y que teníamos poder para sanar a los enfermos y para matarlos, y otras mentiras aún mayores, como ellos las saben hacer cuando sienten que les conviene. Les dijeron también que nos tratasen con mucho acatamiento, y tuviesen cuidado de no enojarnos en ninguna cosa. También les aconsejaron que nos diesen cuanto tenían, que procurasen llevarnos donde había mucha gente, y que, donde nosotros llegásemos, robasen ellos y saqueasen lo que los otros indios tenían, porque esa era la costumbre".

 

     (Imagen) Hablemos de ESTEBANICO, el esclavo negro que iba junto a Cabeza de Vaca, Castillo y Dorantes en su larguísimo y muy peligroso recorrido para conseguir llegar a tierras controladas por los españoles. Era esclavo de Dorantes, y se supone que, durante el largo peregrinaje, lo trataría más bien como si fuera un criado suyo, aunque, vueltos a México, siguió siendo esclavo. Estebanico, negro o mulato, era natural de Azamor (Marruecos), y es probable que Dorantes lo comprara para que le sirviera en la campaña de Pánfilo de Narváez (año 1527). Durante la gran aventura, ejerció de curandero entre los indios, como sus tres compañeros. Cuando regresaron (milagrosamente) a México, el gran virrey Antonio de Mendoza compró a Estebanico, y, entusiasmado con lo que les oyó contar de sus andanzas, organizó una expedición (año 1539) para tratar de descubrir una zona en la que, al parecer, según decían los indios, se encontraban las siete ciudades de Cíbola, mítico lugar riquísimo en oro (del que ya hablaban las Novelas de Caballería). Le propuso a Dorantes que tomara el mando, pero no quiso saber nada del asunto, quizá por estar seguro de que solo eran fantasías de los indios. Entonces el virrey escogió como jefe al franciscano fray Marcos de Niza, y le indicó textualmente: "Llevaréis con vos a Esteban de Dorantes (Estebanico) por guía, al cual mando que obedezca en todo y por todo lo que vos le mandéis, como a mi misma persona". La expedición fue un fracaso, pero el fraile aseguró (dicen que para evitar críticas y reproches) que había visto el fantástico lugar, lo que provocó que  intentara conquistarlo después Francisco Vázquez de Coronado (año 1540), quien nada consiguió (aunque descubrió el Cañón del Clorado). A pesar de la orden expresa del virrey, Estebanico se llevaba mal con fray Marcos de Niza, y le engañaba todo lo que podía. En un momento determinado, Estebanico desapareció y  nunca más se supo de él. Algunos indios amigos aseguraban que había muerto junto a otros indios que fueron flechados por los aguerridos nativos de aquellas tierras. Pero también parece verosímil que Estebanico, crónicamente frustrado por haber permanecido como esclavo tantos años a pesar de los méritos que figuraban en su hoja de servicios, se fuera a vivir con los indígenas por ser la única manera de alcanzar la libertad.




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