sábado, 24 de julio de 2021

(1476) TERMINAMOS HOY, 24 de julio de 2021, el texto de NAUFRAGIOS, pero comenzaremos el próximo día 26 de julio la segunda parte de las aventuras de ÁLVAR NÚÑEZ CABEZA DE VACA, llamada COMENTARIOS.

 


     (1066) Así que los piratas franceses huyeron, y aunque salieron tras ellos cuatro de los navíos portugueses, no pudieron alcanzarlos: "Los portugueses se hallaron burlados por habérseles escapado aquel corsario diciendo que éramos franceses, por lo que fueron cuatro carabelas tras él. Llegado a nosotros un galeón de los portugueses, después de haberles saludado nos preguntó su capitán, Diego de Sllveira, de dónde veníamos y qué mercadería traíamos, y le respondimos que veníamos de México, y que traíamos plata y oro. Preguntó cuánta era la cantidad, y el maestre le dijo que traía trescientos mil castellanos. Respondió el capitán (el cronista pone la respuesta en portugués, pero muy trompicada, por lo que la traduzco): 'A fe mía que venís muy ricos, pero traéis un ruin navío  y ruin artillería. Oh, el renegado francés, hideputa, qué buen bocado ha perdido, voto a Dios. Puesto que habéis escapado, seguidme y no os apartéis de mí, pues, con ayuda de Dios, yo os pondré en Castilla'. Tras estar quince días en la isla tercera Tercera (pertenece a las Azores), partimos con la armada portuguesa y llegamos al puerto de Lisboa el nueve de agosto, víspera del señor San Lorenzo, en el año de 1537. Y porque es así la verdad, como arriba en esta Relación digo, firmé el relato con mi nombre, Cabeza de Vaca".

     Álvar Núñez Cabeza de Vaca, tras dar por finalizada con la última frase de su narración, añade una especie de posdata: "Puesto que he hecho referencia a todo lo sucedido en el viaje, desde la entrada hasta la salida de aquellas tierra y vuelta a estos reinos de España, quiero asimismo contar lo que hicieron los navíos y la gente que en ellos quedó, de lo cual no he hecho memoria, porque nunca tuvimos noticia de ellos hasta después de llegados. Hallamos mucha gente de ellos en la Nueva España, y otros acá en Castilla, de quienes supimos lo ocurrido después de que dejamos los tres navíos porque el otro se perdió en la costa. También estos se vieron en mucho peligro, y quedaban en ellos hasta cien personas con pocas provisiones, entre las cuales estaban diez mujeres casadas. Una de ellas le había dicho al gobernador (Pánfilo de Narváez)  muchas cosas que luego le sucedieron en el viaje. Cuando iba a entrar tierra adentro, le advirtió que no entrase, porque creía que ni él ni ninguno de los que con él iban volverían, y que, si alguno saliese, haría Dios por eso muy grandes milagros". Al parecer, se refería a los que, supuestamente, hicieron Cabeza de Vaca y sus tres acompañantes, aspecto en el que el cronista resulta muy exagerado, no por los hechos, sino por la ausencia total de fracasos terapéuticos. De lo que no cabe duda es de que los cuatro se convirtieron, para los indios, en un mito benéfico.

     Cuando se perdió toda  noticia de los que habían entrado tierra adentro con Pánfilo de Nárvaez, los tres navíos hicieron todo lo posible por encontrarlos: "Los tres navíos, más otro que vino de la Habana y un bergantín, anduvieron buscándonos cerca de un año, y, como no nos hallaron, se fueron a la Nueva España (México). Dicho lo cual, y para terminar este relato, estará bien que diga quiénes somos y de qué lugar los que nuestro Señor fue servido de salvarlos de estos trabajos. El primero es Alonso del Castillo Maldonado, natural de Salamanca, hijo del doctor Castillo y de doña Aldonza Maldonado. El segundo es Andrés Dorantes, hijo de Pablo Dorante, natural de Béjar y vecino de Gibraleón (Huelva). El tercero es Alvar Núñez Cabeza de Vaca, hijo de Francisco de Vera y nieto de Pedro de Vera, el que ganó  Canarias, y su madre se llamaba doña Teresa Cabeza de Vaca, natural de Jerez de la Frontera. El cuarto se llamaba Estabanico, y era negro árabe, natural de Azamor (Marruecos). DEO GRACIAS".

     Tiempo atrás, incluí una imagen en la que Inca Garcilaso de la Vega dejaba claro que el paso de Álvar Núñez Cabeza de Vaca y sus tres acompañantes hizo que los indios les tuvieran una admiración reverencial, porque su sola presencia curaba a los enfermos. Algunas serían auténticas, y, otras, pura sugestión, pero es indudable que su fama quedó para siempre viva en un amplísimo territorio de indios. Creo que será una buena forma de terminar este trabajo volver a poner la imagen a la que me refiero.

     (Imagen) Inca Garcilaso nos cuenta algo muy curioso, que fue consecuencia  del peregrinaje heroico de Álvar Núñez Cabeza de Vaca y sus acompañantes a lo largo de todo el extensísimo territorio que ahora es  norteamericano y fronterizo con México (aventura que tengo intención de mostrar, siguiendo la crónica del propio Álvar, cuando terminemos con la excepcional, pero fracasada,  campaña de La Florida). Para situarnos, diré qué él quedó perdido entre los indios por aquellas lejanas tierras, pero acompañado por Andrés Dorantes de Carranza, Alonso del Castillo Maldonado y un esclavo negro al que llamaban Estebanico (al que siempre trataron, unidos en la desgracia, como un amigo más). Tardaron seis años en volver a juntarse con españoles en territorio mexicano. Habían sido tratados como esclavos por muchos indios, pero se ganaron un gran prestigio como curanderos, y eso los salvó. Además, como indica Inca Garcilaso, su fama de milagreros se extendió a lejanos poblados de indios. Por eso dice en su crónica sobre La Florida: "En toda esta provincia (Guancane) había muchas cruces de palo puestas encima de las casas. La causa fue que estos indios tuvieron noticia de los beneficios y maravillas que Álvar Núñez Cabeza de Vaca y sus compañeros, en virtud de Jesucristo Nuestro Señor, habían hecho por las provincias que anduvieron los años que los indios los tuvieron por esclavos, como el mismo Álvar Núñez lo dejó escrito. Y, aunque es verdad que Álvar Núñez y sus compañeros no estuvieron en esta provincia de Guancane, ni en otras muchas, sin embargo, pasando de boca en boca y de tierra en tierra, llegó a ella la fama de las hazañas obradas por Dios por medio de aquellos hombres, y, como estos indios lo supieron, y habían oído decir que todos los beneficios que, en curar los enfermos, aquellos cristianos habían hecho los conseguían con solo hacer la señal de la cruz sobre ellos, y que la traían siempre en sus manos, se animaron a ponerla sobre sus casas, entendiendo que también las libraría de todo mal y peligro, como había sanado a los enfermos. Lo cual muestra la facilidad que generalmente los indios tuvieron, y estos tienen, para recibir la Fe Católica cuando hay quien se la predique, principalmente con buen ejemplo, pues ellos se fijan en eso más que en cualquier otra cosa".




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