viernes, 26 de marzo de 2021

(Día 1378) Murieron flechados dos caballos, y, después, dos españoles. Los indios arrancaban cabelleras. Los apalaches eran especialmente agresivos.

 

     (968) Los españoles, después de recoger el maíz que necesitaban, quisieron aprovechar más la salida apresando a algún indio. Vieron a uno que andaba por la cercanías, y el que salió a por él fue Diego de Soto, sobrino de Hernando de Soto, y criado suyo, ya que era un jinete muy bueno y quería, además, demostrar su valentía: "El indio, al verlo venir, corrió con grandísima ligereza, pues estos nativos son muy ligeros. Como el caballo le iba alcanzando se metió debajo de un árbol, puso una flecha en el arco, y esperó a que llegase a tiro el español. El cual, no pudiendo entrar bajo las ramas, pasó corriendo la lanza por un lado para ver si podía alcanzarle. El indio, evitando el golpe,  tiró la flecha al caballo, y acertó a darle entre la cincha y el codillo con tanta fuerza y destreza, que el animal fue trompicando unos veinte pasos y cayó muerto. Otro caballero, llamado Diego Velázquez, caballerizo del gobernador, no menos valiente y diestro en la jineta, fue a socorrer a Diego de Soto". Y se repitió, exactamente, el mismo percance, disparando el indio  desde debajo del árbol. También mató el caballo de Velázquez. Los dos jinetes corrieron con sus lanzas en las manos para castigar al peligroso enemigo, pero les resultaba imposible alcanzarlo, mientras él, en la distancia, escapaba burlándose de ellos. Y añade el cronista: "El nativo los dejó bien lastimados de tanta pérdida como la de dos caballos, pues, sabiendo los indios la ventaja que tenían los españoles con ellos, preferían matar un caballo que cuatro cristianos".

     Y seguían las pérdidas. Veremos, además, por primera vez, que aquellos indios arrancaban cabelleras:  "Pocos días después del mal lance de Diego de Soto y Diego Velázquez sucedió otro peor, y fue que dos portugueses, el uno llamado Simón Rodríguez, natural de la villa de Marván, y el otro Roque de Yelves, natural de Yelves, salieron en sus caballos fuera del pueblo para buscar fruta verde, y, pudiéndola coger de encima de los caballos de las ramas bajas, prefirieron subir en los árboles por parecerles que era mejor la de las ramas altas. Los indios, viendo a los dos españoles portugueses subidos en los árboles, salieron a por ellos. Roque de Yelves, dándose cuenta, se echó del árbol abajo y fue corriendo a tomar su caballo. Un indio le tiró una flecha con un arpón de pedernal y le dio por las espaldas y le atravesó los pechos, cayendo en el suelo sin poderse levantar. A Simón Rodríguez lo flecharon subido al árbol como si fuera alguna fiera encaramada y, atravesado con tres flechas de una parte a otra, lo derribaron muerto. En cuanto cayó le quitaron en redondo la parte superior de la cabeza, y la llevaron para testimonio de lo que habían hecho. A Roque de Yelves le dejaron caído sin quitársela porque los españoles ya se acercaban a caballo en su ayuda. El portugués solo tuvo tiempo de contar en pocas palabras lo sucedido,  y, tras pedir confesión, enseguida expiró".

     Después el cronista insiste en la ferocidad de aquellos indios: "Concluyendo las cosas acaecidas en el pueblo principal de Apalache, decimos que los naturales de esta provincia, durante el tiempo en que los españoles estuvieron invernando en su tierra, se mostraron muy belicosos, atacando a los castellanos sin perder ocasión, por pequeña que fuese, de herir o matar a los que salían del campamento, aunque fuese muy poco trecho".

 

     (Imagen) Si bien, siguiendo los argumentos del historiador Esteban Mira Caballos, todo apunta a que HERNANDO DE SOTO nació en Barcarrota (Badajoz), no queda la cuestión zanjada. Así lo aseguraba también Inca Garcilaso, pero  el mismo Soto enredó el asunto diciendo que era natural de Jerez de los Caballeros (Badajoz) (tampoco tiene demasiada importancia, puesto que solo 25 km separan ambas localidades), aunque Mira Caballos argumentaba que trataba de ocultar con ello su ascendencia judía. La tesis del origen jerezano la defiende asimismo otro historiador, Juan Luis Fornieles, de quien lo que me interesa ahora es recoger algunos otros datos que aporta sobre la biografía general de Soto. Habla del testamento que dejó otorgado en La Habana el uno de mayo de 1539, poco antes de partir hacia La Florida. En él se ven datos curiosos. Tuvo el detalle de dejar un depósito de dinero para misas por el alma de alguien (fallecido años atrás en Nicaragua) que fue uno de sus mejores amigos, Francisco de Compañón, paisano y camarada suyo de armas cuando llegaron, siendo muy jóvenes, a las Indias en la armada del duro Pedrarias Dávila (año 1514). Se mostró también generoso con otro gran amigo y paisano, Nuño de Tovar, al que le dejaba en herencia la importante cantidad de mil ducados. Sin duda, Hernando de Soto se arrepintió de hacerlo, puesto que, como vimos, le quitó luego el cargo de maestre de campo de su ejército porque Tovar se casó disimuladamente con Doña Leonor de Bobadilla, pariente de Soto, el cual tenía otros planes para ella. En el testamento de Hernando de Soto llama la atención el hecho de que no dejara nada para sus familiares más cercanos, aunque consta que, en vida, les envió importantes cantidades de dinero desde las Indias. Nos sirve también de ejemplo para comprender que los conquistadores podían enriquecerse en extremo, pero solo si las campañas tenían éxitos espectaculares. En ocasiones, los llevaban a la ruina total. Hernando de Soto se preparó 'a lo grande', y ostentosamente, para ir a La Florida, pero perdió la vida y toda su gran fortuna. Para mayor desgracia, su viuda, la admirable Isabel de Bobadilla, sufrió un largo pleito contra el socio de su marido, Hernán Ponce de León, y terminó muriendo envuelta en reclamaciones económicas. Ya vimos una estatua del gran HERNANDO DE SOTO en Barcarrota. La de la imagen está en Jerez de los Caballeros. Dondequiera que naciera, ambas poblaciones tuvieron parte importante en su vida personal y familiar.




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