(948) En cuanto supo Hernando de Soto que
el poblado más importante de los apalaches
estaba cerca, apresuró su macha: "Iban corriendo y alanceando a cuantos
indios topaban por el camino. Pero, al llegar, vieron que el cacique y los
indios se habían marchado. Ellos los siguieron, pero, aunque mataron y
prendieron a muchos indios, no pudieron alcanzar a Capasi, que así se llamaba
el cacique. Este es el primero que vemos con nombre diferente de su provincia.
El gobernador se volvió al pueblo, y todos quedaron muy contentos de haber
visto las buenas partes de aquella tierra y su fertilidad. Luego se decidió enviar
cuadrillas de gente que entrasen unas veinte leguas tierra adentrpara descubrir
lo que en la vecindad de aquella provincia había. Dos capitanes entraron hacia
la banda del norte por diversas partes, el uno llamado Arias Tinoco y el otro
Andrés de Vasconcelos, los cuales, sin que les hubiese acaecido cosa que sea de
contar, volvieron y dijeron casi igualmente que habían hallado muchos pueblos
con mucha gente y que la tierra era fértil de comida y limpia de ciénagas y
montes bravos. Pero no le ocurrió lo mismo a una tercera cuadrilla, capitaneada
por Juan de Añasco, pues dijo que fue hacia el sur, que había hallado tierra
asperísima, muy dificultosa de andar y
con muchas ciénagas".
Además de andar por tierras difíciles,
Juan de Añasco llevaba un guía indio muy 'complicado': "Partió con
cuarenta caballos y cincuenta peones. Con él iba un caballero, pariente de la
mujer del gobernador, que se llamaba Gómez Arias (del que ya hemos hablado),
gran soldado y de mucho provecho, ya que, por su veteranía, buen consejo y ser
grandísimo nadador, facilitaba las dificultades que en agua y tierra tuvieron.
Había sido esclavo en Berbería, donde aprendió la lengua morisca, y la habló
tan propiamente, que, de muchas leguas la tierra adentro, salió a una frontera
de cristianos sin que los moros que le topaban echasen de ver que era esclavo.
Este caballero y la gente que hemos dicho fueron con Juan de Añasco hacia el
mediodía para encontrar el mar, pues había noticia de que estaba a menos de
treinta leguas de Apalache. Llevaban con ellos un indio que se había ofrecido a
guiarlos presumiendo de ser muy amigo de los cristianos. El segundo día de
marcha empezó el indio a malear, pareciéndole que no estaba bien guiar a sus
enemigos, por lo que los sacó del camino bueno y los metía por unos montes de
mucha aspereza, tras el cual llegaron a un lugar que tenía un género de zarzas llenas
de púas largas que a los caballos y a la gente de a pie lastimaba cruelmente. Con
estas dificultades, anduvieron los castellanos descaminados cinco días, dando
vueltas a unas partes y a otras, por donde el indio, según su antojo, quería
llevarlos. En
estas dificultades y trabajos, bien entendían los castellanos que el indio, a
sabiendas, los traía perdidos, porque tres veces se hallaron por aquellos
montes tan cerca de la mar que oían la resaca de ella. Mas el indio, luego que
la sentía, volvía a meterlos la tierra adentro con deseo de entramparlos donde
no pudiesen salir y pereciesen de hambre, y, aunque él muriese con ellos, se
daba por contento a trueque de matarlos. Todo esto sentían los cristianos, mas
no osaban dárselo a entender por no malearle más de lo que de suyo lo estaba, y
también porque no llevaban otro guía".
(Imagen) En el ejército de Hernando de
Soto iban los hermanos ARIAS TINOCO,
ALONSO ROMO y DIEGO TINOCO (puestos por orden de edad). Los tres volvieron
vivos de La Florida, cosa sorprendente, ya que fallecieron la mitad, más o
menos, de los expedicionarios. En la imagen vemos su registro de embarque hacia
La Florida, desde Sevilla, el año 1538. Según los datos, sus padres vivían en
Badajoz, se llamaban Gutierre García Cardeñosa y María Romo, y dos vecinos de
la ciudad juraron que los conocían y que no eran 'de los prohibidos' (la
habitual precaución para que no se colaran judíos o musulmanes). Con poco
margen de duda, se puede asegurar que eran parientes muy cercanos del propio
Hernando de Soto, ya que la madre de este se llamaba Leonor Arias Tinoco
Gutiérrez de Cardeñosa. También va quedando claro que, muchos de los que fueron
a aquella gran aventura, los reclutó Soto directamente en España, sin relación
alguna con la conquista de Perú, y, probablemente, jóvenes e inexpertos. Varios
de los datos que aparecen sobre ARIAS TINOCO se deben a que el año 1544 fue, en
México, un testigo importante de una declaración de méritos del recientemente
mencionado Juan de Añasco, del cual contó que fue imprescindible para preparar
las cinco embarcaciones con las que pudieron los supervivientes de La Florida
salvarse llegando a México. Aunque como sabemos, en lamentables condiciones
físicas y vestidos con pieles de animales. De paso dijo que "la única
posesión que Añasco pudo salvar de la experiencia de Florida fue un
esclavo". También declaró su hermano ALONSO ROMO, y dio el detalle de que
él, que lo era de caballería, iba como capitán de una de las cinco
embarcaciones preparadas por Añasco. Del más joven, DIEGO TINOCO, apenas hay información
complementaria. Aunque los tres fracasaron, vivieron una aventura heroica, que sirvió,
además, para orientar a futuras expediciones, como la de Pedro Menéndez de
Avilés. Sufrieron, como todos, el constante miedo a la muerte, pero en su caso
estaba acentuado por la alta probabilidad de que fallecieran sus hermanos. Sin
embargo, en eso, fueron muy afortunados. El extraño apellido TINOCO lo trajo a
España un militar francés que vino a luchar contra los musulmanes. Luego se estableció
en Frenegal de la Sierra (Badajoz), que está a solo 48 km de Barcarrota, patria
chica de Hernando de Soto y de su madre.
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