martes, 2 de marzo de 2021

(Día 1357) Los bravos indios apalaches descargaron sobre los españoles (pagando un alto precio) toda la rabia que tenían por el mal recuerdo que les dejó el paso por sus tierras de la expedición de PÁNFILO DE NARVÁEZ.

 

     (947) Después de preparar laboriosamente la zona escogida para el asentamiento, al día siguiente empezaron a trasladar allí todo el ejército, pero los indios les esperaban a lo largo del camino para acosarles: "Les daban mucha pesadumbre a los castellanos, tirándoles muchas flechas, pero con orden y concierto, pues, cuando acometían los de una banda, no acometían los de la otra hasta que aquellos se habían apartado, por no herirse unos a otros con las flechas, las cuales eran tantas que parecía lluvia que caía del cielo. Andaban los infieles tan atrevidos, que, aunque los ballesteros y arcabuceros salían a resistirles, los tenían en nada, porque mientras un español tiraba un tiro y armaba para otro, tiraba un indio seis o siete flechas, ya que eran diestros y rápidos.  Viendo a los cristianos embarazados, los apretaban más y más, con ansias de desbaratarlos. Tomaban ánimo recordando que once años antes, en otra parte de esta misma ciénaga, habían derrotado a Pánfilo de Narváez".

     Tras el penoso avance de los españoles por un terreno lleno de dificultades, sufriendo el constante acoso de los indios apalaches, se situaron en una zona despejada, desde donde pudieron vengarse, lo que Inca Garcilaso justifica: "Llegados que fueron a la zona limpia y llana, dando gracias a Dios de que los hubiese sacado de aquella cárcel, soltaron las riendas a los caballos y mostraron bien el enojo que contra los indios llevaban, porque, en más de dos leguas que faltaban para llegar a las sementeras de maíz, no toparon indio que no prendiesen o matasen, principalmente a los que hacían alguna resistencia, de los cuales no escapó ninguno. Así mataron a muchos indios, y prendieron a pocos, con lo cual vengaron estos castellanos el mal que los de Apalache hicieron a Pánfilo de Narváez, y les quitaron la jactancia que mostraban gritando que habían de matar y destruir a estos castellanos como hicieron con los pasados".

     Aunque los españoles se encontraban ya menos agobiados, y procuraron descansar, el cronista deja claro que los apalaches, a pesar del gran castigo que recibieron, mantenían su bravura: "Los indios no quisieron reposar la noche siguiente, ni que los cristianos descansasen de los malos días y noches que ya les habían dado, y en toda la noche no cesaron de dar grita y vocería a todas horas, echando muchas flechas sobre el campamento". De paso, nos hace ver que los indos tenían grandes cultivos, y que era la tribu más poderosa y guerrera de todas aquellas tierras: "Venido el día, caminaron los españoles por unas grandes sementeras de maíz, frijoles, calabazas y otras legumbres. Salían los indios a toda diligencia a flechar a los castellanos, los cuales, enfadados de tanta terquedad, los alanceaban para escarmentarlos, mas todo era en vano, porque aumentaba la rabia que contra los cristianos tenían. Llegada la noche, los indios no cesaron en toda ella de atacar por todas las partes el campamento, no dejando reposar a los castellanos para no perder la fama que tenían en aquellas tierras de ser los apalaches los indios más valientes y guerreros. Al día siguiente, cuando empezó a caminar el ejército, se adelantó el gobernador con doscientos caballeros y cien infantes porque los indios prisioneros le dijeron que a dos leguas de allí estaba el principal pueblo de los apalaches".

 

     (Imagen) Ya que Inca Garcilaso lo cita, aclaremos cómo fue la muerte de PÁNFILO DE NARVÁEZ (del que ya hablamos) y por qué se acordaban de él los indios apalaches. Hernán Cortés derrotó a Narváez (el cual, por orden del gobernador de Cuba, iba a pararle los pies en su intento de rebeldía) y, además de dejarlo tuerto en la batalla, lo tuvo preso en Veracruz cerca de dos años. Ya libre, el año 1522 Narváez fue de inmediato a España para denunciar a Cortés, y se apoyó en la influencia ante el emperador del poderoso obispo de Burgos Juan Rodríguez de Fonseca (protector, como ya dije, de Sancho Ortiz de Matienzo), quien, además de odiar a Cortés, presidía entonces la Secretaría de Indias. Aunque la denuncia no prosperó, Carlos V le confió a Pánfilo de Narváez la expedición de La Florida, hacia donde partió el año 1527. Llegado a las costas de destino, una tormenta hizo estragos en las naves. Más tarde recibieron refuerzos (en un barco en el que llegó Juan Ortiz, quien, apresado por los indios, fue un precursor de la historia de Pocahontas).  Pero Narváez y parte de los suyos (entre ellos, Álvar Núñez Cabeza de Vaca, el cual vivió luego una aventura increíble) ya habían marchado a pie hacia el territorio de los apalaches, por tener noticias de que allí había oro abundante. No encontraron ni rastro del precioso tesoro, pero sí los durísimos ataques de los apalaches. Según lo cuenta Inca Garcilaso, podría parecer que ellos mataron a Narváez, pero de lo que presumían los indios frente a Hernando de Soto y los suyos, era, sin más, de obligar a los españoles a huir, tras haberlos derrotado. Ante el acoso constante de los indios, y perdida toda esperanza de lucro y de éxito, Narváez y sus hombres se vieron obligados a regresar, para lo cual prepararon rudimentarias canoas con las que poder descender hacia la desembocadura del río Misisipi. De nuevo la naturaleza se ensañó con ellos, y otro fuerte temporal las destrozó cuando ya enfilaban hacia México, por lo que se ahogaron gran parte de los integrantes de la tropa, siendo uno de ellos PÁNFILO DE NARVÁEZ, ejemplo perfecto de que aquellos grandes conquistadores eran juguetes de la caprichosa  y tacaña fortuna, que solamente otorgaba la gloria y la riqueza en contadas ocasiones. Pero, para variar, se salvó Álvar Núñez Cabeza de Vaca, como algún día veremos. La lápida de la imagen recuerda la llegada de los primeros blancos a aquellas costas de Florida, Narváez y sus hombres.




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