(966) Hernando de Soto siguió dando
órdenes: "Pocos días después de la venida de Diego Maldonado, le mandó el
gobernador, a principios del años 1540, que fuese a La Habana con los dos
bergantines que tenía a su cargo y visitase a doña Isabel de Bobadilla y le
diese cuenta de lo que hasta entonces habían andado y visto, y enviase la misma
relación a todas las demás ciudades y villas de la isla, y que, para el octubre
venidero, volviese al puerto de Achusi con los dos bergantines y la carabela
que Gómez Arias había llevado, y trajesen en ellos armas, pólvora y otras cosas
que el ejército necesitaba, porque, aunque para entonces pensaba el gobernador haber
hecho en el puerto de Achusi un gran rodeo por aquellas tierras descubriendo nuevas
provincias, para dar principio a la población, era conveniente poblar primero
el puerto, por ser muy necesario para lo de la mar y lo de tierra. Le mandó, asimismo, que dijese a Gómez Arias que viniese
con él, porque, por su gran prudencia para las cosas de gobierno, y por su
mucha práctica para las cosas de la guerra, le convenía tenerlo consigo".
El viaje de Diego Maldonado iba a causar sensación a su llegada: "Partió
de la bahía Aute
y fue a La Habana, donde por las buenas noticias que del gobernador y de su
ejército llevaba, por el éxito hasta
entonces habido y por el que se esperaba tener en adelante, fue muy bien
recibido de doña Isabel de Bobadilla y de toda la ciudad de La Habana, de donde
se envió aviso a las demás ciudades de la isla, las cuales, con mucho regocijo,
solemnizaron la prosperidad del gobernador. Y, para el tiempo señalado, se
hicieron grandes aportaciones de gente, caballos, armas y las demás cosas
necesarias para poblar. Todo lo cual daban las ciudades en común, y los hombres
ricos en particular, esforzándose cada cual en lo que podía, para mostrar el
amor que a su gobernador y capitán general tenían, y por los premios que
esperaban. En los cuales apercibimientos los dejaremos y volveremos a contar
algunas cosas particulares que acaecieron en la provincia de Apalache, por los
cuales se podrán ver las ferocidades de los indios de aquella provincia y
juntamente su temeridad, porque, ciertamente, por sus hechos muestran que saben
osar y no saben temer como se verá en el caso siguiente y en otros que se
contarán, aunque no todos los que sucedieron que, por huir prolijidad, nos
excusaremos de los más".
Tras esta puntualización, el cronista
procede a narrar varias anécdotas que confirman la fiereza de los apalaches, y
habrá que tocar lo esencial para no extendernos demasiado. En la primera se van
a ver involucrados siete españoles, a los que se enfrentó con espíritu suicida
un solo indio.
(Imagen) He de resumir, porque sería
inacabable recoger todas las hazañas y aciertos de BERNARDO DE GÁLVEZ. Cuando
fue nombrado, el año 1779, gobernador de Luisiana, los ingleses se preparaban
para invadir Nueva Orleans, y ese mismo año Carlos III le declaró la guerra a Gran
Bretaña. Entonces Gálvez decidió sorprender a los ingleses tomando Pensacola y
otros puntos fuertes situados en el río Misisipi. En setiembre les arrebató varios
emplazamientos, y los ingleses renunciaron a atacar desde Pensacola. Por su
gran éxito, Gálvez fue nombrado, con solo 33 años, mariscal de campo. En 1580,
se propuso tomar la plaza de Mabila, pero se encontró con enormes adversidades
marítimas que provocaron el naufragio de varias de sus naves. Sin embargo,
según él mismo dijo, "la necesidad dio origen a nuevas fuerzas", rehízo
sus tropas, volvió al ataque y logró la victoria. Faltaba por conquistar el principal
asentamiento inglés: Pensacola, sede del poder civil y militar de los
británicos. BERNARDO DE GÁLVEZ preparó a conciencia su estrategia de acoso.
Salió hacia allá desde La Habana en octubre de 1780, y un huracán puso en tanto
peligro la flota, que tuvieron que regresar al puerto. Ya repuestos de los
grandes daños, zarparon otra vez el 28 de febrero de 1781, ejerciendo Gálvez el
mando único de la flota. Después de una maniobra fracasada en el canal que daba
acceso a Pensacola, retrocedieron. Temiendo que volviera a ocurrir, los
oficiales se opusieron a intentarlo de nuevo. Entonces BERNARDO DE GÁLVEZ, sin
obligar a nadie, tomó la decisión heroica de entrar en la bahía con un barco, y
dijo: "Iré yo solo, y, el que tenga valor, que me siga". A pesar de
los cañonazos, logró pasar. Bajó a tierra, y, al día siguiente, el resto de la
armada, llena de entusiasmo, se juntó con él, lográndose la toma del fuerte tras
un breve cerco en el que Gálvez resultó herido, con lo que se consiguió
recuperar, además de Pensacola, toda La Florida. Fue una victoria clave para
que los americanos expulsaran definitivamente a los británicos el 9 de otubre de
1781 en la batalla de Yorktown. En la imagen se ve que dos oficiales de la
marina americana homenajean a BERNARDO DE GÁLVEZ en Pensacola, junto a un
monumento que lleva el lema de YO SOLO por su osado ataque en solitario, lo
cual les puso en bandeja la independencia. El extraordinario personaje murió en
México en 1786, con solo cuarenta años.
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