(965) El ejército iba a estar allí quieto
durante el invierno, pero Hernando de Soto aprovechó también el tiempo para
otras cosas: "Pocos días después de lo que se ha dicho, como el gobernador
nunca estaba ocioso sino imaginando lo que podía convenir para el
descubrimiento, conquista y población de las tierras, mandó a un capitán en
quien tenía toda confianza, natural de Salamanca, llamado Diego Maldonado, que,
dejando su compañía bajo el mando de otro caballero natural de Talavera de la
Reina, llamado Juan de Guzmán, fuese a la bahía de Aute y con los dos
bergantines que el contador Juan de Añasco allí había dejado, fuese costeando
hacia el poniente unas cien leguas, y le trajese relación de los puertos, caletas, senos, bahías,
esteros y ríos que hallase y los bajíos que por la costa hubiese, por si fuera
de utilidad para lo que en adelante ocurriese, y le dio dos meses de plazo para
ir y volver. El
capitán Diego Maldonado fue a la bahía de Aute y de allí se hizo a la vela, y,
habiendo andado costeando los dos meses, volvió al fin de ellos con larga
relación de lo que había visto y descubierto. Entre otras cosas, dijo que. a
sesenta leguas de la bahía de Aute, dejaba descubierto un hermosísimo puerto
llamado Achusi, abrigado de todos vientos y capaz para muchos navíos".
Pero Diego Maldonado permitió algo que
Inca Garcilaso (tan indio como español) censura con razón: "Trajo consigo
de este viaje dos indios, naturales del mismo puerto de Achusi, siendo uno de
ellos señor de vasallos, a los cuales
prendió con astucia indigna de caballeros, pues los indios le recibieron de paz,
y con muchas caricias le convidaron a que saltase en tierra y tomase lo que
hubiese menester. Diego Maldonado no osó aceptar el convite por no fiarse de
desconocidos. Entendiéndolo los indios, decidieron contratar libremente con los
castellanos, por quitarles las sospechas, e iban a los bergantines a visitar a
Diego Maldonado y a sus compañeros, llevándoles lo que les pedían. Con esta
afabilidad de los indios, los españoles, tras haber comprado lo que para su
navegación necesitaban, alzaron velas y osaron partir llevándose presos a los
dos indios que trajeron, que acertaron a ser el cacique y un pariente suyo".
Nada más dice de lo que pudo ser después el destino de estos desafortunados
indios, que llegaron a bordo impulsados por conocer el sorprendente interior de
aquellas naves nunca vistas. Solo nos
deja el mal sabor de boca.
Lo que les interesó a los españoles
del resultado del viaje fueron las
esperanzadoras noticias de poder hacerse con un buen puerto para sus
futuras campañas. Y la moral de la gente se fortaleció: "Con la relación que el capitán Diego
Maldonado trajo de toda la costa y del buen puerto que había descubierto en
Achusi holgaron mucho, porque, conforme a las trazas que el general llevaba
hechas, les parecía que los principios y medios de su descubrimiento y
conquista iban bien encaminados para los fines que en ella pretendían de poblar
y hacer asiento en aquel reino. Porque lo principal que el gobernador y los
suyos deseaban para poblar era descubrir un puerto tal cual se había
descubierto, donde fuesen sus navíos a llevar gente, caballos, ganados,
semillas y otras cosas necesarias para nuevas poblaciones".
(Imagen)
El dominio que tuvo España más
allá de la frontera norte del México actual ha quedado prácticamente olvidado,
a pesar de que fue muy importante y extenso antes de la independencia de los
países hispanoamericanos. En tiempos
próximos al descalabro final, aún quedaban hombres de gran talla al servicio de
la corona española. Hay uno especialmente notable, pero desdibujado por
completo en nuestra memoria: BERNARDO DE GÁLVEZ. De tanto mérito y de tan
intensa biografía, que habrá que dedicarle, al menos, dos imágenes. En esa
bahía que, según hemos visto, descubrió en 1539 Diego Maldonado, llamada
entonces Achusi y ahora Pensacola, demostró Bernardo de Gálvez un valor
excepcional. Pero empecemos a hablar de sus inicios, y de su precocidad en
todas las actividades que desempeñó en su vertiginosa vida. Bernardo de Gálvez
nació el año 1746 en Macharaviaya
(Málaga), hoy con solo 500 habitantes. Era de familia aristocrática, en la que
tres hermanos suyos y él sintieron la llamada de las Indias, lo que no es de
extrañar, porque su padre, Matías de Gálvez, llegó a ser virrey de México. El
asombroso currículum militar de Bernardo comenzó siendo extremadamente joven.
Con solo 16 años, y ya con el grado de teniente de infantería, luchó contra los
ingleses en la Guerra de los Seis Años, durante el reinado de Carlos III. En
1763 se firmó la paz definitiva, pero, por conveniencias de intercambios, hubo
que ceder a Inglaterra La Florida, una herida abierta que más tarde cerraría el
propio Bernardo de Gálvez, quien, en 1765, aparece como capitán en lo que hoy
es Nuevo México, distinguiéndose en
numerosos combates contra los apaches. Vuelto a España, aunque sufrió
una derrota en Argel, fue ascendido a teniente coronel por su heroico aguante
tras recibir una grave herida. Regresó a México, y, en 1776, lo nombraron
coronel del ejército de Luisiana. Transcurrido un año, asumió el puesto de
gobernador interino, y comenzó a planificar la eliminación de la amenaza que
suponían los ingleses desde la vecina Florida, e, incluso, la posibilidad de
recuperarla, mostrándose favorable a la independencia de los norteamericanos y
a su colaboración con ellos, por ser Inglaterra el enemigo común. Como veremos
en la próxima imagen, España consiguió recuperar la Florida, y su participación en aquella guerra fue
determinante para la independencia norteamericana, como reconoció el propio
general, y futuro presidente, George Washington.
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