(792) Viendo Gonzalo Pizarro que Juan de
Acosta había fracasado en su misión de impedir que los de Pedro de la Gasca
pasaran el puente del río Apurimac, se decidió, sin más, a ir a su encuentro y
atacarlos: "Determinó salir del Cuzco a enfrentarse con el presidente
Pedro de la Gasca, ya que estaba confiado en vencer, debido a las victorias que
siempre había obtenido, tanto de indios como de españoles". A Francisco de
Carvajal le parecía un disparate porque había otra estrategia más acertada.
Incluso le hizo mención de que existía un presagio que le aconsejaba aplazar el
combate hasta que pasara el momento que se anunciaba fatídico para Gonzalo. No
le va a hacer caso, y, sin embargo, ya vimos que daba importancia a esas
supersticiones, pues, en su peripecia por el Amazonas, le pedía consejos al
capitán Jerónimo de Villegas (el viudo de la trágica María Calderón), el cual
era tenido por astrólogo entre sus compañeros de armas. Inca Garcilaso expone
este último argumento de Carvajal sin hacer ningún comentario: "Gonzalo
Pizarro mandó que se preparasen todos para ir, al cuarto día, a Jaquijaguana, a
cuatro leguas de la ciudad. Cuando lo supo Francisco de Carvajal, fue adonde él
muy alterado, y le dijo: 'De ninguna manera le conviene a vuestra señoría ir a
recibir a su enemigo, pues sería aliviarle el trabajo'. Pizarro le respondió
que tenía elegido en Jaquijaguana un sitio muy bueno para dar la batalla, donde
los enemigos solo podían atacar de frente, por lo que, con la artillería,
esperaba desbaratarlos".
Carvajal le dijo que Jaquijaguana no era el único lugar apropiado, y que él le
podía encontrar otros sitios tan buenos o mejores, pero que lo importante era
cansar al enemigo: "Lo que yo pretendo es que estas cuatro leguas que
vuestra señoría quiere andar en busca del enemigo, las camine hacia atrás, y le
espere en el sitio llamado Orcos, a cinco leguas de aquí, para que ellos anden
las unas y las otras, y verá su señoría la confusión y trabajo que a sus
contrarios causa, pudiendo luego darles batalla, como desea, o seguir con la
retirada, como yo le suplico".
Y le explica entonces que le aconseja
seguir retirándose para que pase el tiempo en el que un funesto augurio le
pronostica su muerte (como lo cuenta, parece ser que también Gonzalo lo conocía):
"Le suplico a su señoría que se retire, aunque solo sea por no
menospreciar los pronósticos que le han echado los astrólogos, que han
determinado el año de su vida en el que correrá grandísimo riesgo de perderla,
y que, si sale de él, vivirá muchos años en gran felicidad. Ese año es el
presente, y el día está cercano, y, por tanto, haga lo que es en beneficio de
su vida retirándose hasta ver cumplido el plazo". Estas palabras no le
hicieron mella a Gonzalo Pizarro: "Le contestó que de ninguna manera le
aconsejase retirarse, porque a su reputación y honra les convenía seguir
adelante, fuera cual fuera su destino, y dar fin a lo que tenía determinado,
que era esperar a su enemigo en Jaquijaguana y dar la batalla, sin mirar la
luna y las estrellas.
(Imagen) Tendremos que decir algo sobre
FRANCISCO DE AGUIRRE, entre otras cosas, por los enfrentamientos que tuvo con
Juan Núñez de Prado. Nació, de familia noble, en Talavera de la Reina (Toledo)
hacia el año 1500. Conoció en las guerras europeas a capitanes (como Pedro de
Valdivia y Jerónimo de Alderete) que luego vivieron a su lado la aventura de
Chile. Brilló militando el año 1525 en la famosa batalla de Pavía, que causó
gran expectación internacional por el apresamiento del ambicioso y poco fiable
rey francés Francisco I. También Francisco de Aguirre tuvo un carácter
dominante y de pocos escrúpulos, que le impulsó, por ejemplo, a desplazar (como
vimos) a Juan Núñez de Prado. Con el consentimiento del gobernador de Chile,
Pedro de Valdivia, que le tenía un gran aprecio, le 'birló' los derechos que le
había concedido Pedro de la Gasca en la zona argentina de Tucumán, y lo envió
preso a Chile. Dejó abandonada la población de El Barco (fundada por Núñez en
honor a La Gasca), y la refundó en cercanos terrenos de Chile, dándole el
nombre de Santiago del Estero. Demostró entonces dotes de visionario, porque
comprendió que por allí podía trazarse una ruta terrestre que uniese Lima con
Buenos Aires. Después, otro personaje lúcido, Juan de Matienzo, consiguió,
convenciendo al Rey, que se hiciera realidad (ver la imagen, ya mostrada
anteriormente). Juan Núñez de Prado quedó libre de su injusta prisión, y el que
anduvo luego envuelto en procesos judiciales fue Aguirre, siendo incluso
investigado por la Inquisición, pero tampoco salió malparado, ya que Felipe II
le premió sus muchos méritos devolviéndole su categoría de gobernador. Los de
la Inquisición se tuvieron que conformar con que, en una ceremonia religiosa,
renegara de sus herejías (que no debían de ser tales). Una de sus proezas fue
la de triunfar contra los casi imbatibles mapuches, a pesar de que murieron dos
hijos suyos luchando y él resultó gravemente herido. FRANCISCO DE AGUIRRE murió
el año 1581, tras una larga y apasionante historia de conquistas y fundaciones,
que quizá algún día podamos contar con más detalle tocando el tema general de
la conquista de Chile.
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