(791) Va a ser la última batalla, y los
preludios son angustiosos para ambos bandos. Era previsible que ganaran los de
Pedro de la Gasca, pero cualquier imprevisto podría abocarlos al desastre. Uno
se imagina al contrahecho reverendo como un sabio director de orquesta, pero
también él se estaba jugando la vida, y resultan asombrosas su serenidad y su
capacidad de sufrimiento. Inca Garcilaso insiste en que el momento más
peligroso para los de La Gasca (quien, en eso, estaba de acuerdo) era el de
pasar el río. Así que quizá Francisco de Carvajal no fanfarroneara al decir
que, esperándolos en el alto donde estaba la fuente, desde allí los podrían
masacrar con la artillería. No es extraño que, pasado el puente, los de La
Gasca corrieran hacia aquel lugar.
Tal
y como dispuso Gonzalo Pizarro, fue Juan de Acosta quien partió al encuentro de
los de La Gasca: "Salió del Cuzco, para impedirles el paso del río, con
doscientos arcabuceros a caballo, y treinta hombres con lanzas, todos, gente
escogida. Descuidando la orden recibida, se detuvo a las cuatro leguas, y allí
hizo noche, estando tan descuidado y negligente, que dio ocasión a que se le
huyesen dos soldados y avisasen a los enemigos. Al otro día, se le huyó otro
soldado, que se llamaba Juan Núñez de Prado, natural de Badajoz". Además
de ser un hombre muy valioso, les facilitó una información completa del plan de
actuación de la tropa de Gonzalo Pizarro que venía contra ellos. Se asombraron
de que, según les contaba, se veía claro que Francisco de Carvajal había
adivinado todos los pasos que ellos estaban dando. Y el cronista vuelve a
lamentarse de que los suyos no le hubiesen tomado en serio: "La
negligencia de Juan de Acosta hizo que se criticara a Gonzalo Pizarro por no
haber impedido que los enemigos pasaran el río Apurimac. Cuando Juan de Acosta
envió espías para saber cuántos eran los de Pedro de la Gasca que habían atravesado
el puente, creyó que eran tan superiores en número, que no osó acometerlos, y
se volvió para juntar más gente, y, entretanto, Pedro de la Gasca hizo pasar el
resto de su ejército por el puente, poniendo en evidencia el gran descuido que
tuvieron los de Gonzalo Pizarro al no ponerse cerca, pues, con solo cien
hombres que hubiese puesto en cada paso, serían suficientes para rechazar al
enemigo. Aunque le enviaron socorro a Juan de Acosta, viendo que ya no podía
atacar al presidente La Gasca, se retiró sin disparar ni siquiera un arcabuz,
volvió de prisa al Cuzco y dio cuenta a Gonzalo Pizarro de lo que había
sucedido, y de que Pedro de la Gasca estaba ya cerca de ellos".
Una de las cosas que había despistado a
Juan de Acosta fue que los contrarios parecían muchos más de los que eran
porque habían colocado en medio de la tropa a numerosos indios y negros como si
fueran soldados. Al contarlo, el cronista emplea una palabra que quizá no
tuviera un sentido tan despectivo como ahora: "Les dieron lanzas y les
pusieron en escuadrón a caballo, y, con el fin de que el enemigo no reconociese
la canalla, pusieron en la vanguardia cuatro filas de españoles, los mejor
armados, para que encubriesen a los negros y los indios".
(Imagen) Acabamos de ver que el capitán
JUAN NÚÑEZ DE PRADO se pasó al bando de Pedro de la Gasca, lo cual ocurrió a
principios de abril del año 1548. Fue un personaje demasiado importante para
esta minúscula reseña. Nació hacia 1515, y llegó a Perú en torno al año 1540,
militando al servicio de los Pizarro hasta la presente espantada. Enseguida le
veremos luchando contra Gonzalo Pizarro en Jaquijaguana. Tomemos, como contraste,
una frase de una carta que le había escrito a Gonzalo (sin fecha), que muestra
la forzosa hipocresía de aquellos militares, y lo exagerados que eran en sus
expresiones. En ella le agradecía una merced que le había concedido, diciendo
que "ese solo motivo bastaría para perder en servicio de vuestra señoría
cien vidas, si las tuviera". Derrotado y muerto Gonzalo Pizarro, Pedro
Núñez empezó a volar muy alto gracias a que Pedro de la Gasca, como premio a
sus servicios, le confió una campaña de conquista, con título de gobernador, en
la zona de Tucumán (Argentina), donde, como vimos, estuvo a punto de fundar una
población Diego de Rojas pero lo mataron los indios. Pedro consiguió
establecerla, y le puso el nombre de El Barco, lo que ha confundido a muchos,
creyendo que era originario de El Barco de Ávila. Él nació en Badajoz, y
bautizó así el nuevo lugar en agradecimiento a La Gasca, natural de esa
localidad abulense. Más tarde se trasladó la población, y fue refundada por
Francisco de Aguirre (otro de gran talla) con el nombre de Santiago del Estero
(hoy, con un millón de habitantes). Muestro en la imagen los bustos de los tres
ilustres conquistadores, Rojas, Núñez y Aguirre. Pedro Núñez de Prado tuvo
conflictos por competencias con hombres tan importantes como Pedro de Valdivia,
Francisco de Villagra y Francisco de Aguirre, llegando a ser apresado, pero los
jueces le dieron la razón. El año 1553 mataron los mapuches a Pedro de
Valdivia, y, a partir de 1555, el destino de JUAN NÚÑEZ DE PRADO se convirtió
en un enigma. Es posible que lo asesinaran partidarios de Francisco de Aguirre,
pero resulta más agradable, y quizá más probable, la versión de que murió en
España, pues consta que tenía deseos de volver a la patria. En cualquier caso,
no dejó ningún rastro documental.
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