viernes, 28 de agosto de 2020

(Día 1199) Por un error de Lope Martín, Pedro de la Gasca podía haber perdido la guerra. Gonzalo Pizarro se equivocó gravemente al relegar a Francisco de Carvajal.

 

     (789) Pedro de la Gasca había decidido hacer tres puentes por la parte estrecha del río, en una zona abrupta. Uno de los encargados era el portugués Lope Martín, quien, aunque La Gasca había dicho que no empezaran a hacerlos hasta que él llegara con la tropa, se impacientó y empezó a prepararlos. Para ello lanzó las cuerdas que servirían de suelo, pero las vieron los espías de Gonzalo Pizarro, los cuales, al anochecer, tuvieron tiempo de cortar y quemar las de dos de los tres puentes. Fray Martín, un fraile lego dominico, se lo pudo contar todo a La Gasca un día después. Su disgusto fue enorme, por el error y el descuido de Lope, y por las posibles consecuencias: "Lo que mayor pena le dio fue pensar que, antes de que la tropa pudiese pasar al otro lado del río, llegaran los enemigos y se lo impidieran, y que, además, adivinaran el camino que tenían pensado seguir. Le pareció que el remedio de todo estaba en la rapidez, y decidió que, tras Valdivia y el capitán Palomino, partiese el General Pedro Alonso de Hinojosa, con las tropas de Pablo Meneses y Hernán Mejía, que eran de arcabuceros, para llegar al puente que quedaba y pasar en balsas al otro lado, y así impedir que se quemasen sus cuerdas. Ordenó que les siguieran otras compañías, y él se fue junto al General, quedando el mariscal Alonso de Alvarado con el resto de los soldados en el campamento".

      Va a tener razón el cronista Inca Garcilaso en que Francisco de Carvajal estaba perdiendo la confianza de Gonzalo Pizarro. Veamos la humillante escena que va a tener que sufrir el viejo y pundonoroso militar, el cual, en esta ocasión, dará lástima, a pesar de su mala entraña, ya que, muy injustamente, le destrozarán su último sueño de gloria y de valentía: "Cuando Gonzalo Pizarro supo lo que les pasaba a sus enemigos en el río Apurimac, reunió a sus capitanes para pedirles opinión sobre lo que convenía hacer para cortarle el paso al enemigo. El primero que habló fue Francisco de Carvajal, y dijo: 'Esta tarea tiene que ser mía'. Gonzalo Pizarro le respondió: 'Mirad, padre (solía llamarlo así), que os necesito cerca de mí para lo que luego se ofreciere. Tenemos capitanes mozos y valientes, y cualquiera de ellos podrá hacerlo bien'. Carvajal replicó: 'Suplico a vuestra señoría que no me quite esta misión, pues mi buena fortuna me la ha ofrecido para honrarme con ella en los posteros días de mi vida. Yo le prometo a vuestra señoría que, si me concede esta petición, dentro de cuatro días le traeré la corona de este imperio. No me niegue esta merced, pues la pido para grandeza de vuestra señoría, y gloria mía y de todos los vuestros'. Gonzalo Pizarro volvió a decir lo mismo que había dicho, y que tenía en la memoria sus hazañas, pero que no quería verlo alejado de sí, por apreciarle como a un muy buen padre".

     Fueron palabras diplomáticas para arrinconar al que acababa de ser el maravilloso estratega que le había dado en Huarina una victoria que parecía imposible. Así que fue descartado, y se procedió a la elección: "De común parecer, fue escogido el capitán Juan de Acosta, porque sintieron que a Gonzalo Pizarro le gustaría así, pues ya otras veces le había encargado semejantes misiones, pues lo tenía por valiente, y ciertamente lo era, pero un capitán necesita, además de valentía, ser hábil, prudente y sabio en la guerra, de lo cual le faltaba a este capitán lo que le sobraba al maestre de campo Francisco de Carvajal".

 

     (Imagen) Acabamos de ver que el portugués LOPE MARTÍN PEREIRA (al que ya le dediqué una imagen) metió la pata empezando a hacer un puente antes de tiempo. Aunque a Pedro de la Gasca le sintió fatal el despiste, porque puso sobre aviso a los enemigos, sin embargo lo apreciaba mucho como capitán. En las cartas que escribió el inteligentísimo y prudente clérigo, habla de él repetidas veces. Lope había sido fiel a Gonzalo Pizarro, pero recordemos que Francisco de Carvajal sospechó equivocadamente que era un traidor, mandó ahorcarlo, falló el verdugo en el primer intento, y, cuando lo iba a repetir, llegó un enviado de Gonzalo ordenando que no lo mataran. El sarcástico Carvajal le dijo a Lope que ya no debía llamarse así, sino "el hijo de la dicha". Pedro de la Gasca nos confirma indirectamente en una carta, de diciembre de 1547, que Lope, quizá resentido contra Carvajal, ya había traicionado a Gonzalo Pizarro. Cuenta que apresó a varios hombres suyos y mató a dos arcabuceros corsos que habían matado a varios de los de Diego Centeno "y ayudado a Gonzalo Pizarro cuando estaba caído" (lo cual es otra prueba de que, contra lo que ocultaba el cronista Inca Garcilaso, cayó del caballo, y su padre le prestó el suyo para que huyera). Llegada la paz, Pedro de la Gasca se llevó a España a Lope Martín, donde pidió insistentemente al Rey que premiara sus servicios, y hasta confió tanto en él, que le encargó una misión diplomática en Flandes. Luego, y en mala hora, se le ocurrió volver a Perú, y la diosa Fortuna dejó de protegerlo. Era el año 1552, y se embarcó teniendo permiso para ir con la increíble cifra de 500 esclavos negros (quizá fuera la merced concedida). Pero dos años después, el último rebelde, Francisco Hernández Girón, lo apresó, le cortó la cabeza, y la llevó clavada en una pica en la vanguardia de la batalla de Villacurí, de la que resultó vencedor, aunque pronto perdió también la suya. El previsor LOPE MARTÍN PEREIRA le había dejado un poder al arzobispo de Lima, Jerónimo de Loaysa, para que hiciera testamento en su nombre. En la imagen vemos parte de la primera página (año 1559).




No hay comentarios:

Publicar un comentario