(790) Viendo que la elección ya estaba
hecha, Francisco de Carvajal la aceptó filosóficamente, pero no se privó de
darle unos consejos a Juan de Acosta, el escogido. Le dijo lo que él haría.
Básicamente, su plan (contado con su clásica ironía) era, estando en el otro
lado del río, subir hasta una hermosa fuente que se encontraba en la montaña, y
echarse a dormir con toda tranquilidad. Cuando llegaran los hombres de La
Gasca, trabajarían hasta el anochecer para rematar el puente. Luego pasarían
por él, y se iban a encontrar con un problema: "Subirán la cuesta sin
orden ni concierto, porque no temen que haya enemigos cerca. Hacia las doce de
la noche llegarán adonde se encuentra su merced, muertos de sed y con ansia de
llegar a beber de la fuente. Entonces mandará vuestra merced disparar los
arcabuces, y, sin hacer nada más, vuelva a esta ciudad y le pondremos la corona
a nuestro gobernador, mi señor".
Tanta ironía despista, y no parece que el
resultado fuera demoledor. A lo sumo, se retirarían, pero provisionalmente,
hasta comprobar el poder real de los enemigos que allí se encontraban. No
obstante, Inca Garcilaso, alaba el ingenio del plan: "Este fue el consejo
que el maestre de campo Francisco de Carvajal, como hombre tan práctico y
experimentado en la guerra, le dio al capitán Juan de Acosta. El cual lo hizo
tan en contra, que se perdió la corona y la vida de todos ellos, como se verá
más adelante".
Finalmente, partió Juan de Acosta con
doscientos soldados de caballería y treinta de infantería. En el otro bando,
Pedro de la Gasca se puso también en marcha, y, cuando llegaron al puente,
procuraron terminarlo lo antes posible. Como había previsto Carvajal, lo
tuvieron preparado hacia las diez de la noche, y comenzaron a pasarlo. La
travesía de los caballos fue nadando (sin jinetes), y hubo muchos problemas:
"El río, con mucha furia, los arrebataba y daba con ellos en las peñas
cuando el cauce hacía codo. Se ahogaron más de sesenta caballos, y otros
salieron estropeados. Les forzaron a pasar de esta manera por miedo a que
viniese el enemigo antes de que estuvieran ya en la otra ribera".
Debían de andar muy nerviosos, viéndose
encajonados en aquel paso, puesto que una falsa alarma que alguien dio provocó
la huida histérica de varios soldados, hasta que, aclarado el asunto, todos
volvieron a la normalidad: "Los que iban por delante llegaron antes de que
amaneciese a la fuente en la que habría esperado Juan de Acosta, de haber hecho
caso a Carvajal, en lo que, según el parecer de aquel clarividente varón,
consistía la victoria de aquel enfrentamiento. Bebieron con gran ansia, y llegaron
a lo alto de la cuesta, en donde se pusieron en escuadrón, pero eran tan pocos
y sin capitán, que cincuenta enemigos que los acometieran, los desbaratarían.
En breve tiempo llegaron más soldados, porque el general Pedro de Hinojosa y el
gobernador (de Chile) Pedro de
Valdivia les daban prisa y los animaban a que subiesen a lo alto. La otra mitad
del ejército, debido al alboroto sucedido, no pudieron pasar el puente hasta
las nueve del día siguiente, haciéndolo con mucha dificultad porque llevaban la
artillería".
(Imagen) Según se lee a los cronistas, se
ve que los más recientes, lógicamente, copian a los anteriores, aunque añaden
datos personales. Pero, aunque ninguno lo diga, una de sus fuentes primigenias
era el gran Pedro de la Gasca. Informaba al Rey de todo lo que pasaba, con
precisión y prontitud. Veamos su versión directa, y más clara que lo que nos
acaba de narrar Inca Garcilaso. En una larga carta del 7 de marzo de 1548,
explica cómo se iban acercando hacia el Cuzco para enfrentarse a muerte con
Gonzalo Pizarro (y, de hecho, acabaron con él un mes después). El gran problema
que tenían era el desplazamiento del numeroso ejército por tierras muy
dificultosas, con la obsesión añadida de la falta de alimentos para toda la
tropa, ya que avanzaban por zonas que ellos no controlaban: "Nos parecía
que el hambre nos iba a obligar a deshacer el ejército y huir por diversas
partes". Recibió entonces una carta del temible Francisco de Carvajal,
"llena de amenazas, creyendo que con ellas me amedrentaría como a un pobre
clérigo". La Gasca tenía que atravesar el río Apurimac, a 25 km del Cuzco,
para lo cual era necesario construir un puente de tipo inca, y eso lo contaba
en otro informe escrito el 13 de mayo de 1548 (24 días después de la derrota de
Gonzalo Pizarro). Había tres rutas para ir a su destino, todas atravesando el
Apurimac. Entonces decidieron simular que hacían tres puentes: "Supimos
luego que esto desorientó al enemigo. El 24 de marzo fuimos camino de los tres
puentes con intención de utilizar el que más conviniese para evitar a los
enemigos. El día primero de abril recibimos una carta de Lope Martín, en la que
nos decía que ya tenía casi terminado el puente escogido, lo cual nos pesó,
pues lo podrían saber los enemigos antes de tiempo". Lo que procedía era
ir, terminar de inmediato el puente y pasar aceleradamente con todo el
ejército. Consiguieron hacerlo, pero con un riesgo enorme: "Se dieron
todos tanta prisa en pasar, que ladearon el puente, y hubo que rehacerlo, por
lo que sentí gran preocupación ante el riesgo en que se podían ver el general
Pedro de Hinojosa y los que con él estaban, si Gonzalo Pizarro los
atacase". Los caballos los pasaron nadando por el bravo cauce, y La Gasca,
contra lo que indica Inca Garcilaso, no menciona que se ahogasen más de
sesenta.
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