(787) Partió más tarde Pedro de Valdivia
para ir al puerto de Valparaíso, donde se encontraban ya embarcados los que marchaban
a Perú, después de haber permanecido a cubierto en una 'enramada' que habían preparado
en la playa, y que él aprovechó para hacerles una celebración de despedida:
"Allí hizo guisar muy bien de comer, y mandó recado para convidarlos,
siendo unas veinte personas. Acabada la comida, les dijo que tratasen muy bien
a Villagra, ya que iba con la importante misión de traer gente para defender
las tierras de Chile, y les rogó que, si él tuviese necesidad de algún oro, se
lo prestasen. Todos prometieron hacerlo con gran voluntad. Luego Valdivia salió
de la enramada disimuladamente, y entró en un barco con el que se fue al otro
navío y tomó todo el oro que tenían, que serían más de ochenta mil castellanos,
anotando lo que de cada uno tomaba. Después recogió en su nave a Jerónimo de
Alderete, Gaspar de Villarroel, Juan de Cepeda, el capitán Jofre (en realidad, Juan Jufré), Luis de
Toledo. Don Antonio Beltrán, Diego García de Cáceres, Vicencio de Monte, Diego
Oro, y a su secretario, ante quien hizo declaración de que iba a servir a su
Majestad contra Gonzalo Pizarro. Luego se hizo a la vela, dejando como teniente
general suyo en Chile a Francisco de Villagra. Llegados a Perú, fueron a
Andahuaylas, donde sabían que todo el ejército de Pedro de la Gasca estaba
esperando a que aflojasen las lluvias y entrase el verano, para desde allí
caminar y dar fin a las cosas de la guerra". Con un sentido realista, pero
haciendo una crítica de este tipo de abusos tan habituales en la política,
añade Inca Garcilaso: "Esta 'hazaña' fue semejante a otras que se usan en
el mundo, a las que los ministros del Demonio maquillan con esa nueva enseñanza
que se ha inventado, llamada razón de Estado". Recordemos que después,
enterado Pedro de la Gasca de lo sucedido, y de otros rumores sobre una posible
orden del asesinato de Pedro de Sancho dada por Valdivia, estuvo a punto de
negarle el cargo de Gobernador de Chile, pero, tras llegar a la conclusión de
que no tenía esas culpas, se lo otorgó. Es posible que Valdivia hubiese tomado el
oro sinceramente en calidad de préstamo, comprometiéndose a devolverlo. De
hecho, como hemos visto, anotó las cantidades que tomó a cada uno de los
burlados.
La estancia de las tropas de Pedro de la
Gasca en Andahuaylas fue larga, y hubo de todo: "Por la venida de Pedro de
Valdivia y de tanta gente notable, y principalmente por alentar al capitán Diego
Centeno y a los suyos, que, recordando la derrota pasada, estaban melancólicos,
se hicieron grandes regocijos y fiestas muy solemnes. Los regocijos hicieron el
efecto que dicen de la música, que alegra a los que están alegres y entristece
a los tristes. El invierno fue muy riguroso y de muchas aguas, pues, por el
continuo llover, se pudrieron los toldos, que por acá en España) se
llaman tiendas. Ocurrió también que, por el poco y mal alojamiento que había
para la gente común, y por ser ellos bisoños y nuevos en aquella tierra,
enfermaron muchos, pero, por la buena preparación de un hospital, que el
presidente La Gasca había anticipado, cuyo jefe principal era un religioso
trinitario llamado fray Francisco de la Rocha, natural de Badajoz, murieron
pocos".
(Imagen) Acabamos de ver que se embarca en
Chile, para ir a Perú con Pedro de Valdivia, el capitán JUAN JUFRÉ. Su
biografía es apabullante, por su heroica y frenética actividad. Tuvo cargos muy
importantes, pero merecía mucho más. Habrá que hacer una reseña telegráfica.
Nació hacia 1516 en Medina de Rioseco (Valladolid), aunque su apellido es de
origen catalán. Partió desde Perú con Pedro de Valdivia para la casi
sobrehumana conquista de Chile (donde había fracasado Diego de Almagro), el
cual lo nombró capitán a pesar de ser muy joven. Tuvo gran protagonismo en
muchas de las hazañas y de las fundaciones llevadas a cabo en aquellas tierras.
Le vemos ahora llegar a Perú con Pedro de Valdivia para reclutar gente con
destino a Chile, pero, de inmediato, van a participar los dos, bajo el mando de
Pedro de la Gasca, en la derrota final de Gonzalo Pizarro. Vueltos a Chile,
estuvo Jufré tan inmerso en continuas batallas, que no pudo desplazarse a
España para casarse con Constanza de Meneses, sobrina de otra gran figura de
Chile, Francisco de Aguirre, de cuya espectacular hoja de servicios tendremos
que hablar algún día. Jufré recurrió a una boda por poderes, y, más tarde, la
pareja la pudo celebrar en Chile el año 1555, naciéndoles después ocho hijos.
Para entonces, ya le habían matado los araucanos a Pedro de Valdivia, surgiendo
rivalidades entre candidatos a su puesto, uno de los cuales era Francisco de
Villagra (primo de Jufré). Llegado el nuevo gobernador, García de Mendoza, le
encargó a Jufré que fuera a reconstruir la ciudad de Concepción, en la que,
como vimos, había tenido una reacción heroica, abroncando a los soldados por su
cobardía, la brava Mencía de los Nidos. Entusiasmado con las aventuras
marítimas del gran Pedro de Sarmiento por el Pacífico, también Juan Jufré,
satisfecho de su riqueza, pero aún ansioso de gloria, quiso probarlas. Preparó
dos navíos y enderezó el rumbo para hacer un tanteo. Regresó con la intención
de volver mejor preparado (y con Pedro Sarmiento en la expedición), pero se le
acabó la suerte: JUAN JUFRÉ murió en Santiago de Chile el año 1578. Dos años
antes había presentado una relación de sus muchos méritos (la imagen muestra
parte de la primera página).
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