lunes, 24 de agosto de 2020

(Día 1195) Las tropas de Pedro de la Gasca se pusieron en marcha hacia Jaquijaguana, pero descansaron en el camino todo lo que duró el invierno. El rebelde PEDRO DE BUSTINZA cometió un grave error con La Gasca.

 

     (785) Pedro de la Gasca, cuando consideró que tenía sus tropas bien abastecidas y preparadas, fue sin titubeos al encuentro de su destino: "Determinó salir de Jauja, y nombró capitanes y ministros para el buen funcionamiento de su ejército. Nombró general a Pedro Alonso de Hinojosa, como lo era cuando le entregó la armada de Gonzalo Pizarro. El mariscal Alonso de Alvarado fue nombrado maestre de campo, el licenciado Benito Suárez de Carvajal, alférez general y Pedro de Villavicencio, sargento mayor. Los capitanes de caballería fueron Don Pedro Cabrera, Gómez de Alvarado, Juan de Saavedra, Diego de Mora, Francisco Hernández, Rodrigo Salazar y Alonso de Mendoza; los de infantería, Don Baltasar de Castilla, Pablo de Meneses, Hernando Mejía, Juan Alonso Palomino, Gómez de Solís, Francisco Mosquera, Don Hernando de Cárdenas, el Adelantando Pascual de Andagoya, Francisco de Olmos, Gómez de Arias, el capitán Porcel, el capitán Pardavel y el capitán Serna; nombró capitán de arcabucería a Gabriel de Rojas". Ya hemos hablado de casi todos, pero luego haré algunas aclaraciones.

     En general, se veía rodeado de clérigos, pues, en su mayoría, defendían la fidelidad al Rey, salvo algunos rebeldes, localizados principalmente entre los mercedarios y algunos curas de parroquia bastante extravagantes, como nuestro conocido el vasco Domingo Ruiz: "Pedro de la Gasca tenía consigo al arzobispo de Lima, a los obispos del Cuzco y de Quito, a fray Tomás de San Martín, provincial de los dominicos, al provincial de los mercedarios, y a otros muchos religiosos, clérigos y frailes. Para cuando llegó a Jaquijaguana, ya había conseguido un ejército de mil novecientos hombres. Salió de Jauja el día 29 de diciembre de 1547, caminando en buen orden hacia el Cuzco. Todos sus capitanes eran muy nobles y principales, y a la mayoría de ellos los conocí yo". Da la sensación de que la batalla decisiva va a comenzar de inmediato, pero no fue así, sino casi cuatro meses después. El mismo cronista nos aclara por qué: "Encontraron muy escasa de provisiones la ciudad de Huamanga, por lo que siguieron hasta la provincia de Andahuaylas, con la intención de invernar allí, ya que es abundante en comida".

     Eran soldados que vivían el presente. Por suerte para ellos, porque pensar de seguido en que la muerte les acechaba sería para volverse loco. Y así, se tomaron aquella larga pausa como unas vacaciones en las que imperó la alegría, y, es de suponer también, la juerga: "Pedro de la Gasca estuvo en Andahuaylas más de tres meses. En todo este tiempo se le unió mucha gente, que de todas partes acudía. Entre ellos, fue uno Alonso de Mendoza, que escapó de la batalla de Huarina y llegó a Jauja (lo cual se me olvidó decirlo en su lugar), siendo nombrado por La Gasca, como ya dije, capitán de caballos. Mes y medio después de entrar La Gasca en Antahuayla, llegó el mariscal Alonso de Alvarado con cien soldados, artillería, dinero, armas y ropa de Castilla". Cita a otros capitanes, todos llegados con importantes refuerzos, e indica también que entonces se incorporó el gran Sebastián de Belalcázar. Y hace alusión a alguien al que Pedro de la Gasca nunca había visto: "Se alegró especialmente de conocer al capitán Diego Centeno, por su mucha lealtad y sus buenas cualidades de ánimo y cuerpo, pues era un hombre gentil y de buen rostro". 

 

     (Imagen) PEDRO DE BUSTINZA. Nacido en Ermua (Vizcaya), llegó a Perú hacia el año 1535. Luchó contra el cerco de Manco Inca en Perú y en Lima, otorgándole entonces Francisco Pizarro por sus méritos el rango de capitán, y facilitándole el matrimonio con Beatriz Huaylas, hermanastra de Atahualpa y antigua amante de Mancio Sierra (de quien ya hablamos). A Bustinza, le mandó Gonzalo Pizarro (del que era ferviente seguidor), tras su victoria en Huarina, que fuera a Antahuayla para conseguir provisiones. Mercadillo y Lope Martín, capitanes del derrotado Diego Centeno, andaban por allí buscando lo mismo, se enteraron de que Bustinza estaba cerca, y fueron tras él. A Lope Martín, que iba por delante, le resultó fácil apresar a Bustinza porque varios de los que le acompañaban eran antiguos soldados de Centeno, forzados a luchar junto a Gonzalo Pizarro. Además, mató a tres de sus leales por desafiarlo. Dejó libres a los que habían sido del bando de Centeno, y, a los demás, se los llevó presos a Pedro de la Gasca, con el cual Pedro de Bustinza cometió un fatal error. Dice el cronista Inca Garcilaso. "No se conformó con estar tranquilamente preso, sino que le pareció que sería una gran hazaña hablar mucho en medio de sus enemigos, alabando la rebeldía de Gonzalo Pizarro. Y habló tanto, que le dieron garrote, muriendo así de la misma manera y por la misma causa que María Calderón (los dos por 'bocazas', pero de distinto bando)". De esta absurda manera quedó viuda BEATRIZ HUAYLAS, quien, según dicen los cronistas, fue una mujer temperamental. Ocurrió que, por una disposición del Rey, se obligaba a las viudas ricas a que se casaran con españoles. Basándose en ella, Diego Centeno se empeñó en que Beatriz lo hiciera con un un protegido suyo, Diego Hernández, que a ella no le gustaba, entre otras cosas, por su humilde pasado, pero tuvo que ceder por las presiones de su hermano, el príncipe Paullu Inca. En la ceremonia de la boda, el obispo del Cuzco le hizo la pregunta ritual a Beatriz: "¿Queréis por esposo al capitán Diego Hernández?". Oyendo el obispo que le contestaba "quizá quiero, quizá no quiero", no le permitió más titubeos, y los dio por casados hasta que la muerte los separara. Como así resultó.



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