(779) A continuación, Juan de la Torre
preparó la ciudad del Cuzco para recibir a Gonzalo Pizarro, pues sabía que pensaba
ir allí a celebrar su magnífica victoria. Además, se preocupó de recoger armas,
y, con el fin de conseguir provisiones, envió desde la ciudad a varios
emisarios hacia distintos sitios: "Uno de ellos fue Pedro de Bustinza,
hombre noble, casado con Doña Beatriz Colla, hija legítima de Huayna Cápac (y hermanastra de Atahualpa) a la
provincia de Antahuayla, donde había mucha comida. Le envió a Bustinza porque
esperaba que los caciques, por el amor que le tenían a su mujer, la princesa,
le darían los alimentos que pidiese". Pero Inca Garcilaso nos anuncia que
más tarde contará cómo Bustinza, por ser hombre de mal carácter, provocará su
propia muerte. A Dionisio de Babadilla fue el propio Gonzalo Pizarro quien le
encargó que fuera a la villa de La Plata para traer bienes suyos y de su
hermano Hernando Pizarro, y con ellos, más los que requisó a otros vecinos, se
dirigió también al Cuzco, donde ya había llegado Gonzalo Pizarro.
Dos de los que también partieron para
apropiarse de bienes, cometieron una atrocidad: "Diego de Carvajal,
llamado el Galán (guapo, pero mala bestia),
que fue a Arequipa con la misma misión, maltrató a muchas mujeres en aquella
ciudad porque sus maridos se habían distinguido en el servicio a Su Majestad, y
eran amigos de Diego Centeno. Se dice que las saqueó hasta despojarlas de sus
vestidos, y que él y uno de sus compañeros, llamado Antonio de Biedma, forzaron
a dos de ellas, las cuales tomaron solimán (veneno
a base de mercurio) por la afrenta que les habían hecho, a imitación de la
buena Lucrecia, que se mató por lo mismo. Lo cual es maldad y tiranía, pues el
que alcanza renombre de galán, lo ha de ser en todo, no solo en galas y
adornos, sino en obras y palabras tales, que hagan que los demás los amen. Pero
ellos pagaron poco después su maldad como merecían".
Menciona también las 'hazañas' que le
vimos hacer a Francisco de Espinosa, aunque en la zona de Las Charcas: robó
cuanto pudo, mató en Arequipa a dos españoles, y, en la villa de La Plata,
ahorcó a un regidor y un alguacil. Y añade: "A los cuatro los mató con la
excusa de que habían servido al Rey. Y volviendo al Cuco, quemó vivos a siete
indios, porque, según decía, habían avisado de que venía a ciertos españoles
que luego huyeron". Inca Garcilaso siempre se alegra de poder disculpar de
algo a Gonzalo Pizarro. Y, por eso, dice: "Todo eso lo hizo sin orden
alguna de Gonzalo Pizarro, ni de su maestre de campo, ni de otros capitanes,
sino por ganar su favor haciendo ostentaciones que lo mostrasen muy partidario servidor
de quien no se lo agradeció, pues, cuando lo supo Gonzalo Pizarro, lo
aborreció, porque no le gustaban semejantes crueldades, como tampoco le
gustaron muchas de las de Francisco de Carvajal. Pero este Francisco de
Espinosa lo pagó como los otros dos, según diremos en su lugar. Y, para que se
pierda el enfado y mal gusto que tantas maldades habrán causado a los lectores,
estará bien que hablemos de una obra generosa (pues de todo había) que un
hombre de mala fama hizo en aquellos mismos días, para que se vea que no fue
tan malo como los historiadores lo pintan".
No hay comentarios:
Publicar un comentario