viernes, 24 de julio de 2020

(Día 1169) Mientras Gonzalo Pizarro avanzaba como alma en pena, envuelto en negros pensamientos, los vecinos de Lima recibieron entusiásticamente a Lorenzo de Aldana.


     (759) Lo que contó Francisco de Maldonado fue otro mazazo para toda la tropa. En concreto, subraya Santa Clara muy acertadamente el drama que estaba viviendo Gonzalo: "Estas noticias les pesaron en gran manera a todos los capitanes y soldados, y mucho más a Gonzalo Pizarro. Le puso en gran confusión y congoja porque vio que no había esperanza de poder cumplir lo que había prometido a los suyos, que era confederarse con Diego Centeno y dar la vuelta a Lima, por lo que se encontraba atajado por todas partes. Durante el camino pasó grandes trabajos, porque no le faltaron los que suelen suceder a los tiranos como él. Sobre todo, tenía constantemente grandes sospechas de que los suyos le habían de matar, y por esta causa iba siempre armado y traía consigo cincuenta hombres de a caballo y arcabuceros de gran confianza. Además, su tropa padeció gran necesidad por el hambre, el calor y otros intolerables trabajos que las guerras suelen acarrear. Iba muy triste, aunque solo pensaba en señorear otra vez las tierras del Perú por la fuerza. Fue tanta su ceguera y tan grande su soberbia, que no quiso oír ningún consejo que bueno fuese, sino que se hizo peor de lo que era. Según algunos, todo esto lo causaban el licenciado Cepeda y Francisco de Carvajal, que lo gobernaban todo, para mandar mientras la guerra durase. Así anduvo hasta que llegó a la ciudad de Arequipa con sus banderas tendidas, pero nadie le salió a recibir, porque los vecinos estaban con Diego Centeno en el pueblo de Paria".
     Era muy distinto el panorama en el bando contrario: "En cuando salió de Lima Gonzalo Pizarro, los capitanes, soldados y vecinos que se habían escondido huyendo del tirano, volvieron todos muy contentos a la ciudad, y de inmediato Don Antonio de Ribera y Martín Pizarro, que eran alcaldes ordinarios aquel año (había dos alcaldes, y el cargo solo duraba doce meses), alzaron el estandarte de la ciudad en nombre de Su Majestad. Después enviaron un mensajero a Lorenzo de Aldana para darle el parabién de su llegada, y decirle que tuviera a bien venirse a descansar. Les contestó alabándoles su buena voluntad, pero se disculpó, porque estaba algo indispuesto, y les decía que saltaría a tierra cuando pudiera, para servir a todos los que estaban en la ciudad".
     En realidad, se trataba de una simple precaución de Aldana, y, quizá suponiéndolo los limeños, decidieron visitarle en su navío. Fueron muy bien recibidos por todos los capitanes, a los que pusieron al corriente de las numerosas cosas que habían ocurrido, de manera que con la visita se produjo lo que querían unos y otros: "Ocho días después, que fue el 9 de setiembre de 1547, bajó a tierra Lorenzo de Aldana con dos capitanes, ciento cincuenta arcabuceros y el muy reverendo fray Tomás de San Martín (como ya vimos, un personaje), dejando de guardia en los navíos al capitán Hernán Díaz de Guzmán". Luego salieron de Lima en comitiva las autoridades y los vecinos para recibirlos debidamente, haciéndole a Aldana una entrega simbólica de la ciudad. Regresaron todos entusiasmados, para hacer una entrada solemne con los recién venidos, "y se fueron derechos a la iglesia mayor para hacer una oración y dar gracias a Dios porque ya comenzaban a recuperar su pueblo, que había estado sujeto a bravos y crueles tiranos". Es de suponer que, como siempre, habría otros vecinos con un nudo de angustia en el cuello, temiendo que se convirtiera en una soga de verdad.

     (Imagen) Acabamos de ver en acción al mercedario FRAY PEDRO MUÑOZ, al que llamaban el Arcabucero porque participó en las batallas al lado de Gonzalo Pizarro, y le entusiasmaba hacerlo con esa arma. Gonzalo y él se apreciaban sin medida, y para sus soldados era el fraile perfecto. Suavizando lo que decía Roosevelt del dictador nicaragüense Somoza, para ellos fray Pedro "era un demonio, pero era su demonio". Se parecía a Francisco de Carvajal en su sarcasmo y en el carácter implacable y fanatizado. Hay algo que le facilitaba sus rebeldes andanzas. Siempre ha habido en las órdenes religiosas interpretaciones distintas de la aplicación del Evangelio, y hasta en sus planteamientos teológicos. Extrañamente, en las filas de los mercedarios hubo muchos que simpatizaron con la rebeldía de Gonzalo Pizarro, como en nuestros días se dan clérigos muy escorados hacia la radicalidad comunista, ya que ellos consideraban que era una tremenda injusticia lo que quería imponerles el Rey a los encomenderos. Muerto ya Gonzalo Pizarro, le escribía Pedro de la Gasca al Rey:  "Esta orden de los mercedarios es muy suelta en España y peor acá, en las Indias, por lo que debía ser destituida por franciscanos y dominicos". Y fray Pedro era un dinamitero nato, a pesar de ser prior de la orden. Le decía a Gonzalo que no se fiara del clérigo La Gasca, porque "cuando el diablo quiere engañar a alguien se viste de fraile". Sus sermones eran arengas políticas, en las que criticaba furiosamente al Rey. Actuaba como si fuera un capitán, para enardecer a las tropas, y Gonzalo se lo permitía. La Gasca estaba convencido de que se ofreció para matar al gran capitán pizarrista Lorenzo de Aldana. De hecho, apresado Gonzalo Pizarro, anduvo sobornando con dinero en un intento inútil de que le perdonaran la vida. Es de suponer que, por ser fraile, no ejecutaron a FRAY PEDRO MUÑOZ, pero muchos mercedarios siguieron en plan 'antisistema', pues La Gasca avisó de que se pretendía "nombrar superiores de los conventos de Lima y Trujillo a dos frailes a los que se les había privado de sus oficios por participar en la rebelión de Gonzalo Pizarro".



No hay comentarios:

Publicar un comentario