sábado, 4 de julio de 2020

(Día 1152) Francisco de León intrigó para asesinar a Diego Centeno, pero le costó a él la vida. Juan de Acosta se enteró en Trujillo de que Diego de Mora había traicionado a Gonzalo Pizarro.


     (742) Se había juntado la importante tropa en Zepita, al borde del lago Titicaca, y se produjo un incidente: "Estando todos en este paraje con buena paz y quietud, Francisco de León, vecino de Arequipa, quiso revolver a los dos ejércitos. Habló en secreto al capitán Juan de Silveira aconsejándole que matase a Diego Centeno y se alzase en favor de Gonzalo Pizarro, porque él había encontrado la forma de hacerlo fácilmente. Oyendo esto Juan de Silveira, pensó que Francisco de León le tentaba por consejo de Diego de Centeno, de lo cual se maravilló mucho, y fue adonde él y le dijo que estaba muy ofendido de su intención. Diego Centeno se disculpó reciamente, y, para que viese que no había intervenido en nada, mandó que apresaran a Francisco de León, y lo trajeron ante ellos. Le preguntaron quién le había pedido que hablase así al capitán Silveira, y contestó que nadie, y que lo había hecho por el amor que le tenía a Gonzalo Pizarro. Entonces Diego Centeno mandó que aquella noche se le diera garrote a Francisco de León, y así se hizo. Al día siguiente amaneció puesto en un palo, con un letrero que lo tildaba de amotinador".
     Nos confirma también Santa Clara algo que supuse en una imagen dedicada a Antonio de Ulloa: el momento preciso en que cambió de bando y se unió a Diego Centeno. Fue cuando, habiéndole sido arrebatado su barco, tuvo que quedarse en tierra sin poder hacer el viaje a Chile: "Por entonces, se volvió Antonio de Ulloa, que iba a Chile, con poca gente de la que había llevado, porque casi todos los soldados huyeron. Después se unió a Diego Centeno, y le dio la noticia de que Gonzalo Pizarro y Francisco de Carvajal iban huyendo a la ciudad de Arequipa (porque La Gasca se acercaba a Lima)".  En el siguiente párrafo, nos muestra cómo Gonzalo Pizarro perdía a chorros sus seguidores; el efecto La Gasca era demoledor: "Por estas causas y por los alzamientos que hemos dicho, no fueron a Lima capitanes y soldados al llamamiento de Gonzalo Pizarro, salvo los pocos que llevó Francisco de Espinosa. También le fue a servir Pedro de Fuentes (como vimos, era un tipo complicado y le creó muchos problemas a Gonzalo Pizarro, por lo que estuvo a punto de matarle Juan de Silveira). Con él llevaba unos diez hombres que iban desterrados a Chile por el mismo Pizarro, pero, como llegaban en un momento tan difícil, los recibió alegremente y con amor".
     Vimos a Gonzalo Pizarro entrar triunfalmente en Lima después de su brillante victoria contra el vilmente asesinado virrey Blasco Núñez Vela. Pero ahora la partida de ajedrez se le está volviendo en contra. Va a tener otra sabrosa victoria, pero será la última. Sigamos con Santa Clara, que nos cuenta cómo Gonzalo buscaba afanosamente reforzar sus tropas, cada vez con menos éxito: "Envió al capitán Juan de Acosta a la ciudad de Trujillo con dos misiones: para ver si Lorenzo de Aldana estaba en ella, pues hacía que no tenía noticias de él, y para que trajese consigo a Diego de Mora, ya que tardaba mucho en hacerlo. Acosta partió con setenta arcabuceros. Entrando en la ciudad, la vio despoblada de hombres, como si fuera habitada por amazonas. Cuando supo que Diego de Mora se había alzado y estaba con unos pocos hombres en Cajamarca, quiso ir allá, pero los suyos, pensando que no serían suficientes para enfrentarse a ellos, le aconsejaron que no lo hiciera".

     (Imagen). También FRANCISCO DE LEÓN le fue fiel a Gonzalo Pizarro hasta la muerte. En el registro de la imagen, se anota que partió hacia Perú con un hermano llamado Pedro en 1535, y que eran naturales de El Viso (Córdoba). Francisco arriesgó mucho al planear el asesinato de Diego Centeno, y le costó la vida. En las cartas que archivaba Pedro de la Gasca, se puede confirmar que su trayectoria fue apasionada y fanática, siempre a los pies de Gonzalo Pizarro. En 1547, poco antes de que Centeno saliera de la cueva en la que permanecía oculto, Francisco firmaba, junto a los notables de Arequipa, una carta que le enviaron a Gonzalo Pizarro. En otra escrita por él en febrero de 1547, le dice a Gonzalo que, cuando llegaba a la ciudad el temible Francisco de Carvajal, "salí a recibirle más de miedo que de vergüenza". Y añade (ingeniosamente): "Cuando pensaba que ya estaba en gracia con el maestre de campo (Carvajal), me hallé más lejos de ella que él de la de Dios. Mal me quiere, y maldice de mí, pero, como en servir a vuestra señoría no dirán que soy perezoso, no me importa mucho". En marzo de 1547, Alonso Picado le escribe a Gonzalo Pizarro diciéndole que "el tesorero Manuel de Espinar tenía planeado entrar en Arequipa para robar y matar, levantando bandera por Su Majestad". Pero ocurrió lo siguiente: "Se coló entre nosotros un espía suyo gritando vivas al Rey. Noguerol le dio muchas cuchilladas en la cabeza, y Francisco de León, dándole muchas lanzadas, lo mató. Enterado el tesorero Espinar, huyó con su gente". Ese mismo mes, FRANCISCO DE LEÓN le comenta a Gonzalo en una carta datos de lo que ocurrió después: "De todos estos traidores, se han matado a más de tres, y el caudillo (Espinar) quedó vivo y va camino de Tambo. Yo pedí que me mandaran tras él, pero los mandones (del cabildo) decidieron guardar la ciudad". Muestra su odio por Juan Cobo, "un mercader que es amigo del tesorerillo (Espinar), y ha estado preso por favorecer a Centeno". Termina diciéndole a Gonzalo Pizarro (en plan bravucón y adulador) que se alegra de lo ocurrido con Espinar, "porque así entenderá el Rey y el mundo que no habrá motines suficientes para perturbar el invencible nombre de vuestra señoría".



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