(742) Se había juntado la importante tropa
en Zepita, al borde del lago Titicaca, y se produjo un incidente: "Estando
todos en este paraje con buena paz y quietud, Francisco de León, vecino de
Arequipa, quiso revolver a los dos ejércitos. Habló en secreto al capitán Juan
de Silveira aconsejándole que matase a Diego Centeno y se alzase en favor de
Gonzalo Pizarro, porque él había encontrado la forma de hacerlo fácilmente.
Oyendo esto Juan de Silveira, pensó que Francisco de León le tentaba por
consejo de Diego de Centeno, de lo cual se maravilló mucho, y fue adonde él y
le dijo que estaba muy ofendido de su intención. Diego Centeno se disculpó
reciamente, y, para que viese que no había intervenido en nada, mandó que
apresaran a Francisco de León, y lo trajeron ante ellos. Le preguntaron quién
le había pedido que hablase así al capitán Silveira, y contestó que nadie, y
que lo había hecho por el amor que le tenía a Gonzalo Pizarro. Entonces Diego
Centeno mandó que aquella noche se le diera garrote a Francisco de León, y así
se hizo. Al día siguiente amaneció puesto en un palo, con un letrero que lo
tildaba de amotinador".
Nos confirma también Santa Clara algo que
supuse en una imagen dedicada a Antonio de Ulloa: el momento preciso en que
cambió de bando y se unió a Diego Centeno. Fue cuando, habiéndole sido arrebatado
su barco, tuvo que quedarse en tierra sin poder hacer el viaje a Chile:
"Por entonces, se volvió Antonio de Ulloa, que iba a Chile, con poca gente
de la que había llevado, porque casi todos los soldados huyeron. Después se
unió a Diego Centeno, y le dio la noticia de que Gonzalo Pizarro y Francisco de
Carvajal iban huyendo a la ciudad de Arequipa (porque La Gasca se acercaba a
Lima)". En el siguiente
párrafo, nos muestra cómo Gonzalo Pizarro perdía a chorros sus seguidores; el
efecto La Gasca era demoledor: "Por estas causas y por los alzamientos que
hemos dicho, no fueron a Lima capitanes y soldados al llamamiento de Gonzalo
Pizarro, salvo los pocos que llevó Francisco de Espinosa. También le fue a
servir Pedro de Fuentes (como vimos, era un tipo complicado y le creó muchos
problemas a Gonzalo Pizarro, por lo que estuvo a punto de matarle Juan de
Silveira). Con él llevaba unos diez hombres que iban desterrados a Chile
por el mismo Pizarro, pero, como llegaban en un momento tan difícil, los
recibió alegremente y con amor".
Vimos a Gonzalo Pizarro entrar
triunfalmente en Lima después de su brillante victoria contra el vilmente
asesinado virrey Blasco Núñez Vela. Pero ahora la partida de ajedrez se le está
volviendo en contra. Va a tener otra sabrosa victoria, pero será la última.
Sigamos con Santa Clara, que nos cuenta cómo Gonzalo buscaba afanosamente reforzar
sus tropas, cada vez con menos éxito: "Envió al capitán Juan de Acosta a
la ciudad de Trujillo con dos misiones: para ver si Lorenzo de Aldana estaba en
ella, pues hacía que no tenía noticias de él, y para que trajese consigo a
Diego de Mora, ya que tardaba mucho en hacerlo. Acosta partió con setenta
arcabuceros. Entrando en la ciudad, la vio despoblada de hombres, como si fuera
habitada por amazonas. Cuando supo que Diego de Mora se había alzado y estaba
con unos pocos hombres en Cajamarca, quiso ir allá, pero los suyos, pensando
que no serían suficientes para enfrentarse a ellos, le aconsejaron que no lo
hiciera".
(Imagen). También FRANCISCO DE LEÓN le fue
fiel a Gonzalo Pizarro hasta la muerte. En el registro de la imagen, se anota
que partió hacia Perú con un hermano llamado Pedro en 1535, y que eran
naturales de El Viso (Córdoba). Francisco arriesgó mucho al planear el
asesinato de Diego Centeno, y le costó la vida. En las cartas que archivaba
Pedro de la Gasca, se puede confirmar que su trayectoria fue apasionada y
fanática, siempre a los pies de Gonzalo Pizarro. En 1547, poco antes de que
Centeno saliera de la cueva en la que permanecía oculto, Francisco firmaba, junto
a los notables de Arequipa, una carta que le enviaron a Gonzalo Pizarro. En
otra escrita por él en febrero de 1547, le dice a Gonzalo que, cuando llegaba a
la ciudad el temible Francisco de Carvajal, "salí a recibirle más de miedo
que de vergüenza". Y añade (ingeniosamente): "Cuando pensaba que ya
estaba en gracia con el maestre de campo (Carvajal), me hallé más lejos
de ella que él de la de Dios. Mal me quiere, y maldice de mí, pero, como en
servir a vuestra señoría no dirán que soy perezoso, no me importa mucho".
En marzo de 1547, Alonso Picado le escribe a Gonzalo Pizarro diciéndole que
"el tesorero Manuel de Espinar tenía planeado entrar en Arequipa para
robar y matar, levantando bandera por Su Majestad". Pero ocurrió lo
siguiente: "Se coló entre nosotros un espía suyo gritando vivas al Rey.
Noguerol le dio muchas cuchilladas en la cabeza, y Francisco de León, dándole
muchas lanzadas, lo mató. Enterado el tesorero Espinar, huyó con su gente".
Ese mismo mes, FRANCISCO DE LEÓN le comenta a Gonzalo en una carta datos de lo
que ocurrió después: "De todos estos traidores, se han matado a más de
tres, y el caudillo (Espinar) quedó vivo y va camino de Tambo. Yo pedí
que me mandaran tras él, pero los mandones (del cabildo) decidieron
guardar la ciudad". Muestra su odio por Juan Cobo, "un mercader que
es amigo del tesorerillo (Espinar), y ha estado preso por favorecer a
Centeno". Termina diciéndole a Gonzalo Pizarro (en plan bravucón y
adulador) que se alegra de lo ocurrido con Espinar, "porque así entenderá
el Rey y el mundo que no habrá motines suficientes para perturbar el invencible
nombre de vuestra señoría".
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