miércoles, 8 de julio de 2020

(Día 1155) Al parecer, Antonio de Altamirano quería matar a Gonzalo Pizarro, a Francisco de Carvajal y al licenciado Cepeda. Fue descubierto, y lo ejecutaron a él. Se menciona de paso al mejor intérprete de las Indias, el nativo Don Martín.


     (745) La vida valía bien poco en aquellas circunstancias. Capitán derrotado era capitán muerto si no se ponía a las órdenes del vencedor, aunque muchos que pasaron por esa humillación resultaban un peligro constante para quien los había sometido. De vez en cuando, se decidían a matarlo, y casi siempre acababan degollados. Veamos un ejemplo típico: "La idea de Antonio de Altamirano era matar a Gonzalo Pizarro, al licenciado Cepeda y a Francisco de Carvajal, y después a todos los que seguían su falsa opinión y tenían gran amistad con ellos, pero, en cuanto platicó esto con algunos de sus amigos, fueron descubiertos. Gonzalo Pizarro mandó prender a Antonio de Altamirano y a Pedro de Rávena, que era buen piloto y marinero, a quien pensaban hacer capitán de los navíos. El licenciado Cepeda, que estaba muy indignado con Altamirano, lo sometió a recios tormentos para que dijese cuántos eran los de la conjuración, pero respondió que era falsedad todo lo que contaban de él. No le admitieron ninguna disculpa, y le ahorcaron a media noche en el rollo de la plaza. También le dieron tormento a Pedro de Rávena, y lo negó todo. Dicen que fue Francisco de Carvajal el que lo hizo prender, porque había sido partidario del virrey Blasco Núñez. También apresó a Lope Martín por haberle facilitado un caballo a Jerónimo de Soria para que huyera, y, no siendo cierto, le mandó que se confesase y mandó que le dieran garrote, pero, cuando ya estaba medio ahogado, se lo quitaron porque Antonio Ribera consiguió de Gonzalo Pizarro que no lo mataran".
     Hubo al respecto otras versiones: "Muchos dijeron que Antonio de Altamirano no era culpable, sino que el licenciado Cepeda lo ejecutó para quedarse con las encomiendas de indios que tenía, y porque muchas veces le había llevado la contraria en cosas que quería hacer, de lo que le tenía mortal odio. Son embargo, algunos amigos de Cepeda insistían en que Altamirano era culpable, y que todo se había concertado en casa de Francisco de Maldonado, de lo cual era sabedor el padre Diego Martín, mayordomo de Gonzalo Pizarro, porque se halló presente con los dos hermanos Quiñones y otros más. El caso es que solo mataron a Altamirano; y a Pedro de Rávena le perdonaron la vida por intercesión de Luisa Madina, mujer de un indio llamado Martín, que era principal, e intérprete del marqués Pizarro, y por ser ella hermosa, pues dicen que Gonzalo Pizarro tenía amistad secreta con la dama". Es una lástima que Don Martín (en realidad Don Martín Pizarro o Martín de Poechos), el increíble intérprete indio (al que ya dediqué dos imágenes), asimilado completamente a la cultura española y próspero ciudadano (aunque luego pasó apuros por haber ayudado a Gonzalo Pizarro), sea ahora objeto de un comentario lamentable, doblemente triste si tenía visos de ser cierto. Su vida daba perfectamente para rodar una película apasionante.
     Estaba la situación tan complicada para Gonzalo Pizarro y sus partidarios, viendo a Pedro de la Gasca día a día más reforzado de gente, y ellos perdiéndola a chorros, que al licenciado Cepeda le pareció oportuno reunir a todos con el fin de mostrarles razones que reforzaran su fidelidad.

     (Imagen) ANTONIO DE ALTAMIRANO era natural de Fontiveros (Ávila), tierra chica de San Juan de la Cruz, otro gran conquistador, pero de las alturas celestiales. Llegó a Perú con Pedro de Alvarado en 1534. A pesar de militar con Diego de Almagro, no le pareció bien que se enfrentara a Francisco Pizarro sin permiso del Rey. De hecho, muertos los dos, Altamirano luchó contra Diego de Almagro el Mozo, y fue encargado de apresarlo en su huida. Tenía adjudicada en el Cuzco (de donde fue alcalde) una parte del palacio imperial inca, y allí le sonrió la suerte. Un caballo suyo desenterró casualmente con sus patas un tesoro de vasijas de oro y plata que valían más de 80.000 ducados, toda una fortuna. Para darle más rentabilidad a su hallazgo, se convirtió en el primer hombre que crio vacas en el Cuzco. Es posible que esa riqueza de la que disfrutaba tuviera que ver con su muerte. Como hemos visto, se le acusó de conspirar para quitarles la vida a Gonzalo Pizarro, Francisco de Carvajal y el licenciado Cepeda, lo que parece demasiada insensatez para que fuera cierto. Se declaró inocente, pero lo mataron. Luego corrieron muchas versiones de los hechos, porque los sentimientos de Altamirano fueron oscilantes. En las anotaciones que conservaba Pedro de la Gasca, aparecen datos que dan pie a distintas explicaciones. En 1544 firmó en el Cuzco el nombramiento de Gonzalo como procurador, pero se arrepintió, y, después, tuvo que firmarle a la fuerza otros poderes más amplios. Con el tiempo, la relación mejoró, y Antonio fue nombrado alférez general. En 1545, Carvajal le decía a Gonzalo: "Altamirano es tan buen servidor de vuestra señoría, que no puede haber en el mundo hombre que se iguale con él". Según Juan de Acosta, en 1547 (poco antes de que lo ejecutaran) Altamirano ya era sospechoso. Le decía a Gonzalo Pizarro: "Altamirano trataba, con otros cinco soldados, de irse adonde Diego de Mora. Lo hemos apresado, sabré por qué se iba, y haré con él lo que convenga". Aun así, muchos pensaban que, quien maquinó su muerte, fue el licenciado Cepeda, para robarle su fortuna y porque le tenía un odio desenfrenado.



No hay comentarios:

Publicar un comentario