(744) Nos acaba de explicar Santa Clara
que, entre los que se le huyeron a Juan de Acosta antes de que llegaran a Lima,
estaba Jerónimo de Soria. Vamos a ver cómo se lo contaba Pedro de la Gasca a
Francisco de los Cobos, el secretario de Carlos V, aunque solo sea para
confirmar, una vez más, que los cronistas eran muy fiables: "El 30 de
julio de 1547 llegó a Tumbes (allí estaba La Gasca de camino hacia Lima)
Jerónimo de Soria, vecino del Cuzco, quien, al principio de estas alteraciones
acudió a la voz de Su Majestad y del virrey, por lo cual Pizarro le quitó los indios
que tenía, y estuvo a punto de ahorcarlo. Dijo que, cuando Gonzalo Pizarro
envió por segunda vez a Juan de Acosta hacia Trujillo, le mandó, cuando ya
estaba a unas treinta leguas de Lima, una carta para que regresara, porque
necesitaba refuerzos. Al tiempo en que se volvían, este Jerónimo de Soria con
otro llamado Juanes de Randona, natural de Badajoz, y un tal Godínez, sobrino
del dicho Acosta, natural de Villanueva de Barcarrota, huyeron del dicho
Acosta, y se vinieron a Tumbes".
Lo mismo dice Santa Clara: "Después
de ejecutar Juan de Acosta al soldado Francisco Rodríguez, le llegaron cartas
de Gonzalo Pizarro llamándole para que volviera a Lima, porque supo que Diego
Centeno se había apoderado de la ciudad del Cuzco con intención de atacarle después,
y, durante el regreso, se le huyeron más soldados". En lo que sigue, el
cronista deja al descubierto, con acierto literario, las angustias de Gonzalo
Pizarro: "Grandísima fue su pena al saber que la ciudad del Cuzco estaba
alzada contra él, pues le pareció que todos sus amigos le iban abandonando. Se
veía cercado por todas partes, pues, por el sur, estaba Diego Centeno, por la
parte de oriente estaba Pedro de la Gasca, por la del poniente Lorenzo de
Aldana, y, por la parte norte, Diego de Mora. De manera que podía decirse a sí
mismo: 'Me han cercado dolores y gemidos de muerte, y, alrededor de mi persona,
están los capitanes de Su Majestad, que son mis mortales enemigos".
Gonzalo Pizarro quiso que Juan de Acosta se
detuviese poco tiempo en Lima. Al llegar, acampó fuera de la ciudad, y entró en
ella al día siguiente con todos sus hombres en buena formación militar. Gonzalo
reforzó la tropa hasta tener unos cuatrocientos hombres, y se organizaron los
mandos. Como general, figuraba Acosta. Era maestre de campo Diego Páez de
Sotomayor, siendo los capitanes de piqueros, arcabuceros y caballería,
respectivamente, Martín de Almendras, Diego de Gumiel y Martín de Olmos. Tenía
el puesto de alférez mayor Martín de Alarcón. Luego Gonzalo Pizarro mandó el siguiente
recado a Alonso de Mendoza y a Juan de Silveira: "Que no diesen batalla a
Diego Centeno sin que primeramente se juntasen con Juan de Acosta, y que lo
hiciesen de tal manera que no escapase con vida".
Pero se produjo otro susto: "Partido
que fue Juan de Acosta, no faltó en la ciudad quien intentase matar a Gonzalo
Pizarro. Ocurrió que Antonio de Altamirano, su alférez mayor, queriendo salir
de la tiranía en la que estaba, y por servir a Su Majestad, preparó un plan
para hacerlo".
(Imagen) Puesto que vemos ahora a JUAN DE
ACOSTA (del que ya hablé) con mucho protagonismo, vendrá bien añadir algo. Según
consta en el registro de la imagen, era de Barcarrota (Badajoz) y partió hacia
las Indias en 1535. Fue el inicio de una tremenda aventura unida al destino de
Gonzalo Pizarro. Todo empezó en Quito, adonde llegó Gonzalo como Gobernador,
quien pronto organizó la terrorífica campaña a los territorios amazónicos,
llevando a su lado a Juan de Acosta. Fue un desastre total, salvo para Orellana,
quien, probablemente desobedeciendo a Gonzalo, logró el gran triunfo de
recorrer todo el inmenso Amazonas. Los demás tuvieron que volver, quedando la
mayoría muertos por el camino. Cuando ya estaban casi agonizando de hambre, salió
JUAN DE ACOSTA con diez soldados en busca de provisiones, dispuesto a todo.
Tuvieron un duro enfrentamiento con los nativos, y Acosta resultó herido, pero
lograron regresar con abundantes alimentos. Ya de vuelta a Quito, con tan
desastroso aspecto que los vecinos quedaron impresionados, empezó otra odisea.
Primer golpe: Gonzalo Pizarro se entera de que han asesinado a su hermano
Francisco. Segundo golpe: había llegado Vaca de Castro con poderes de
gobernador para poner orden en Perú. Tanta frustración provocó que aquellos hombres
intentaran algo desesperado. No fue difícil convencerle a Gonzalo Pizarro de
que tenía derecho a seguir siendo gobernador de Quito, y, por añadidura, de
todo Perú, ya que era el heredero de su hermano. Había, pues, que eliminar a
Vaca de Castro. Se decidió que, llegado el momento oportuno, Gonzalo hiciera
una señal para que JUAN DE ACOSTA matase a puñaladas al 'usurpador'. Enterado Vaca
de Castro del plan, lo desactivó, y obligó a Gonzalo Pizarro a que se retirara
a la lejana zona de Charcas. Allí estuvo pacíficamente, con su leal Acosta,
pero, cuando llegó el virrey Blasco Núñez, se puso al frente de una nueva
rebelión, en la que, finalmente, lo mataron. JUAN DE ACOSTA no se perdió
aquellas batallas, y sigue ahora luchando contra Pedro de la Gasca, dispuesto a
dar la vida (como ocurrirá pronto) por Gonzalo Pizarro. FUE VALIENTE, BRUTAL Y
FIEL (a su manera).
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