viernes, 3 de julio de 2020

(Día 1151) Aunque con arriesgados tanteos, Diego Centeno consiguió que se pasaran al bando del Rey, con todos sus hombres, dos importantes capitanes de Gonzalo Pizarro: Alonso de Mendoza y Juan Silveira.


     (741) Teniendo en cuenta que Alonso de Mendoza y Juan Silveira eran capitanes leales a Gonzalo Pizarro, parece muy optimista el plan de Diego Centeno y sus capitanes, aunque es posible que tuvieran informes de que esa lealtad era muy frágil: "Para poner en obra lo platicado, Diego Centeno le envió por medio de indios muchas cartas a los capitanes Alonso de Mendoza y Juan de Silveira, y a otros caballeros. Luego se puso en camino con más de cuatrocientos hombres. Llegó al pueblo de Chucuito, donde fue muy bien recibido por los vecinos de Arequipa, que allí le esperaban, y se pusieron bajo el estandarte de Su Majestad, de lo cual Centeno recibió mucho contento, abrazando con amor a Jerónimo de Villegas y a los principales vecinos que le acompañaban".
     Luego empezó un 'teatrillo' previsible: "Cuando Alonso de Mendoza y Juan de Silveira recibieron las cartas de Diego Centeno, se enojaron bravamente contra él, y le respondieron que, si él viniese a juntarse con ellos en paz, lo recibirían muy bien, yendo todos juntos en paz y concordia a servir a Gonzalo Pizarro. Considerando Diego Centeno que estos asuntos tan arduos no llegaban a buen fin en los primeros encuentros, tornó a escribirles para que supieran que toda la tierra de Perú se había alzado en nombre de Su Majestad contra Gonzalo Pizarro y los que estaban en Lima con él".
     Les añadía la noticia de que Pedro de la Gasca ya había llegado a Tumbes con muchos navíos y soldados, pero, de momento, en son de paz, portando un perdón general de Su Majestad para quienes abandonasen su rebeldía: "Cuando los dudosos capitanes Alonso de Mendoza y Juan de Silveira, así como los que estaban en consulta con ellos, vieron estos buenos mensajes, hablaron muy de veras sobre estas cosas para ver lo que habían de hacer. Finalmente, fue acordado que se hiciese lo que Diego Centeno quería. En parte, por servir a Su Majestad y estar en gracia con el presidente Pedro de la Gasca, que venía con muy buenas intenciones, y en parte, porque sospechaban que sus principales soldados tenían intención de pasarse al bando de Diego Centeno en cuanto estuviese cerca. Decidieron, pues, unirse a Diego Centeno, y así se lo escribieron. Después firmaron las paces y se hicieron buenos conciertos, honrosos y provechosos para todos".
     Cuando volvieron los mensajeros con los compromisos firmados por Mendoza y Silveira, todos se alegraron mucho, y no era de extrañar, ya que habían conseguido un gran refuerzo, y con mucha suerte, pues no era probable que dos capitanes tan importantes de Gonzalo Pizarro lo abandonaran: "Después Diego Centeno siguió adelante con sus soldados, y, a una legua de Paria, salieron a recibirlos los dos capitanes con cuatrocientos hombres y con las banderas tendidas. Los unos y los otros se juntaron con una salva de arcabucería y con gran amor, dejando aparte las enemistades particulares que se habían tenido en los tiempos de atrás". Se tomaron medidas muy sensatas, respetando el mando que había tenido cada capitán, e incluso dejando en el olvido las cosas que unos a otros se habían robado en enfrentamientos anteriores. Con ese acuerdo, la fuerza conjunta ascendía a unos mil hombres. Un duro golpe (otro más) para Gonzalo Pizarro. Y, de nuevo, la elección de los capitanes fue seguida por todos sus soldados.

     (Imagen) Pedro de la Gasca no solo contó con su habilidad diplomática y su valentía. Sin duda alguna, aunque él no fuera militar, le cortarían la cabeza si lo derrotaran los de Gonzalo Pizarro. Pero diseñó jugadas maestras, como la de hacerse con la importante armada enemiga con la sola fuerza de sus palabras. Además, era ya demasiado el horror y el sufrimiento que habían padecido los soldados y los vecinos. Tuvo que asustarles profundamente a todos el atrevimiento de haber matado los pizarristas a Blasco Núñez Vela, el virrey, representante directo del poderosísimo emperador Carlos V. Era una evidente locura, y, poco a poco, pero de forma acelerada, fueron aumentando las deserciones de los partidarios de Gonzalo Pizarro. Así ocurrió con el capitán JUAN DE SILVEIRA. Impresionan el proceso de su cambio y el final de la historia. En diciembre de 1546, le escribió una carta a Gonzalo con grandes muestras de fidelidad, y le decía sobre Diego Centeno, capitán de La Gasca: "Tengo gran cuidado de encontrarlo, y no le he hallado; se cree que le han matado". Junio de 1547: Centeno sale de la cueva donde estaba escondido, y, en un alarde de valentía y habilidad, se apodera del Cuzco. De inmediato, convence a Juan de Silveira para que abandone a Pizarro. Octubre 1547: Gonzalo Pizarro, con un triunfo espectacular (el último de su vida), derrota en Huarina (ver imagen) a Centeno y a los demás partidarios de Pedro de la Gasca, muriendo JUAN DE SILVEIRA en la batalla. Abril 1548: Tras ser derrotado Gonzalo Pizarro en Jaquijaguana, se procede a su decapitación. La última referencia a JUAN SILVEIRA es una cédula real del año 1551, cuyo encabezamiento dice: "Petición de que se informe de los bienes que reclama, como heredera, María Silveira, que pertenecían al difunto capitán Juan de Silveira, hermano de María, el cual pasó a Perú hará unos 16 años, donde murió en batalla contra Gonzalo Pizarro, dejando muchos bienes en oro, plata, joyas y hacienda". No fue mucho lo que perdió JUAN DE SILVEIRA cambiando de bando, porque, de haber seguido fiel a Gonzalo Pizarro, habría muerto junto a él, luchando en Jaquijaguana o ejecutado después.



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