(741) Teniendo en cuenta que Alonso de
Mendoza y Juan Silveira eran capitanes leales a Gonzalo Pizarro, parece muy optimista
el plan de Diego Centeno y sus capitanes, aunque es posible que tuvieran
informes de que esa lealtad era muy frágil: "Para poner en obra lo
platicado, Diego Centeno le envió por medio de indios muchas cartas a los
capitanes Alonso de Mendoza y Juan de Silveira, y a otros caballeros. Luego se
puso en camino con más de cuatrocientos hombres. Llegó al pueblo de Chucuito,
donde fue muy bien recibido por los vecinos de Arequipa, que allí le esperaban,
y se pusieron bajo el estandarte de Su Majestad, de lo cual Centeno recibió
mucho contento, abrazando con amor a Jerónimo de Villegas y a los principales
vecinos que le acompañaban".
Luego empezó un 'teatrillo' previsible:
"Cuando Alonso de Mendoza y Juan de Silveira recibieron las cartas de
Diego Centeno, se enojaron bravamente contra él, y le respondieron que, si él
viniese a juntarse con ellos en paz, lo recibirían muy bien, yendo todos juntos
en paz y concordia a servir a Gonzalo Pizarro. Considerando Diego Centeno que
estos asuntos tan arduos no llegaban a buen fin en los primeros encuentros,
tornó a escribirles para que supieran que toda la tierra de Perú se había
alzado en nombre de Su Majestad contra Gonzalo Pizarro y los que estaban en
Lima con él".
Les añadía la noticia de que Pedro de la
Gasca ya había llegado a Tumbes con muchos navíos y soldados, pero, de momento,
en son de paz, portando un perdón general de Su Majestad para quienes
abandonasen su rebeldía: "Cuando los dudosos capitanes Alonso de Mendoza y
Juan de Silveira, así como los que estaban en consulta con ellos, vieron estos
buenos mensajes, hablaron muy de veras sobre estas cosas para ver lo que habían
de hacer. Finalmente, fue acordado que se hiciese lo que Diego Centeno quería.
En parte, por servir a Su Majestad y estar en gracia con el presidente Pedro de
la Gasca, que venía con muy buenas intenciones, y en parte, porque sospechaban
que sus principales soldados tenían intención de pasarse al bando de Diego
Centeno en cuanto estuviese cerca. Decidieron, pues, unirse a Diego Centeno, y
así se lo escribieron. Después firmaron las paces y se hicieron buenos
conciertos, honrosos y provechosos para todos".
Cuando volvieron los mensajeros con los
compromisos firmados por Mendoza y Silveira, todos se alegraron mucho, y no era
de extrañar, ya que habían conseguido un gran refuerzo, y con mucha suerte,
pues no era probable que dos capitanes tan importantes de Gonzalo Pizarro lo
abandonaran: "Después Diego Centeno siguió adelante con sus soldados, y, a
una legua de Paria, salieron a recibirlos los dos capitanes con cuatrocientos
hombres y con las banderas tendidas. Los unos y los otros se juntaron con una
salva de arcabucería y con gran amor, dejando aparte las enemistades
particulares que se habían tenido en los tiempos de atrás". Se tomaron
medidas muy sensatas, respetando el mando que había tenido cada capitán, e
incluso dejando en el olvido las cosas que unos a otros se habían robado en
enfrentamientos anteriores. Con ese acuerdo, la fuerza conjunta ascendía a unos
mil hombres. Un duro golpe (otro más) para Gonzalo Pizarro. Y, de nuevo, la
elección de los capitanes fue seguida por todos sus soldados.
(Imagen) Pedro de la Gasca no solo contó
con su habilidad diplomática y su valentía. Sin duda alguna, aunque él no fuera
militar, le cortarían la cabeza si lo derrotaran los de Gonzalo Pizarro. Pero
diseñó jugadas maestras, como la de hacerse con la importante armada enemiga
con la sola fuerza de sus palabras. Además, era ya demasiado el horror y el
sufrimiento que habían padecido los soldados y los vecinos. Tuvo que asustarles
profundamente a todos el atrevimiento de haber matado los pizarristas a Blasco
Núñez Vela, el virrey, representante directo del poderosísimo emperador Carlos
V. Era una evidente locura, y, poco a poco, pero de forma acelerada, fueron
aumentando las deserciones de los partidarios de Gonzalo Pizarro. Así ocurrió
con el capitán JUAN DE SILVEIRA. Impresionan el proceso de su cambio y el final
de la historia. En diciembre de 1546, le escribió una carta a Gonzalo con
grandes muestras de fidelidad, y le decía sobre Diego Centeno, capitán de La
Gasca: "Tengo gran cuidado de encontrarlo, y no le he hallado; se cree que
le han matado". Junio de 1547: Centeno sale de la cueva donde estaba
escondido, y, en un alarde de valentía y habilidad, se apodera del Cuzco. De
inmediato, convence a Juan de Silveira para que abandone a Pizarro. Octubre
1547: Gonzalo Pizarro, con un triunfo espectacular (el último de su vida), derrota
en Huarina (ver imagen) a Centeno y a los demás partidarios de Pedro de la
Gasca, muriendo JUAN DE SILVEIRA en la batalla. Abril 1548: Tras ser derrotado
Gonzalo Pizarro en Jaquijaguana, se procede a su decapitación. La última
referencia a JUAN SILVEIRA es una cédula real del año 1551, cuyo encabezamiento
dice: "Petición de que se informe de los bienes que reclama, como
heredera, María Silveira, que pertenecían al difunto
capitán Juan de Silveira, hermano de María, el cual pasó a Perú
hará unos 16 años, donde murió en batalla contra Gonzalo Pizarro, dejando
muchos bienes en oro, plata, joyas y hacienda". No fue mucho lo que perdió
JUAN DE SILVEIRA cambiando de bando, porque, de haber seguido fiel a Gonzalo
Pizarro, habría muerto junto a él, luchando en Jaquijaguana o ejecutado
después.
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