miércoles, 3 de junio de 2020

(Día 1125) El cronista Santa Clara ensalza, con justicia, al capitán Alonso de Mendoza. Antonio de Ulloa se preparó para llevar gente a Chile. Un soldado desobedeció, quizá provocándolo Francisco de Carvajal para justificar su muerte.


     (715) Pero con quien el cronista Santa Clara se deshace en elogios es con el capitán Alonso de Mendoza, a quien vemos al servicio de Gonzalo Pizarro, aunque más tarde lo abandonará. Recordemos que, terminada esta guerra civil, fundó, por encargo de Pedro de la Gasca, la ciudad de La Paz, la actual capital de Bolivia: "Para que no hubiese más alborotos, Francisco de Carvajal salió de Las Charcas, habiendo dicho al capitán Alonso de Mendoza que se quedase con veinte arcabuceros, y como teniente de gobernador en nombre de Gonzalo Pizarro. Fue este capitán Alonso de Mendoza uno de los más señalados hombres que hubo en Perú, al que se le daban muy bien las cosas de la guerra, y con quien ninguna comparación tenían Pedro de Puelles y Alonso de Toro, y como tal ha pasado a la historia. Yendo de camino, muchos soldados de Carvajal entraban en las poblaciones de los indios y les tomaban por la fuerza cuanto tenían, lo cual daba lástima verlo, y de esta manera llegaron al pueblo de Viacha, para descansar allí algunos días".
     Estando Carvajal en Viacha, tuvieron una visita: "Llegó Jerónimo Ruiz de Baeza con cartas de Gonzalo Pizarro, que entonces se encontraba ya en Lima, en las que comunicaba que enviaba a la provincia de Chile al capitán Antonio de Ulloa con gente que le había pedido Pedro de Valdivia, y que Ulloa quería también llevar a otros voluntarios, por lo que le indicaba a Carvajal que lo permitiera". Ruiz de Baeza llegaba con poderes de Ulloa para hacerse cargo de los que quisieran partir hacia Chile. Carvajal lo recibió muy bien y colaboró gustosamente, publicando bandos para que la gente se alistase. Casi de inmediato se presentaron más de treinta sodados decididos a ir a Chile, y muy contentos por servir a Pedro de Valdivia y a Su Majestad (lo cierto es que, con este cambio en sus vidas, abandonaban su condición de rebeldes). Después de que partiera esta tropilla, "Francisco de Carvajal mandó que fuese detrás Juan de Betanzos (extraordinaria persona a la que dediqué una imagen) con algunos arcabuceros, para que los que iban hacia Chile no agraviaran por los pueblos a los indios ni los cargasen ni les tomasen algunas indias".
     Luego Francisco de Carvajal hizo algo que, según lo da a entender Santa Clara, fue una maniobra atroz: "Hizo una lista, no sin malicia, de los que habían de seguir a los reclutados, y se la dio a Juan de Betanzos para que los fuera llamando. Cuando Betanzos los fue llamando, al nombrar a Francisco Rodríguez Matamoros, dijo que no podía ir, porque tenía que llevar cinco cargas de plata a un mercader compañero suyo que estaba en el Cuzco. Al decírselo Betanzos, Carvajal se enojó bravamente". Sin embargo, se contuvo, y, por medio de Betanzos, le exigió que fuera, o tendría problemas. Matamoros vio que no tenía escapatoria, pero dio una respuesta exigente: dijo que iría si Carvajal se hacía responsable de que la plata quedara protegida, de manera que, en caso de algún perjuicio, respondiera él de los daños.
     Fue el detonante de una catástrofe, que, quizá planeada planeada por Carvajal, le resultó muy rentable: "Carvajal mandó traer ante sí a Matamoros, y, cuando llegó, no le riñó, como solía hacer con aquellos a los que apreciaba. Si reñía a alguno, no lo ahorcaba, y, cuando lo alababa, era señal de que iba a morir (qué retorcido).  Y así aconteció con este triste hombre".
     Lo que anuncia una trágica escena del más refinado sadismo.

     (Imagen) En 1546 DIONISIO DE BOBADILLA iba con Francisco de Carvajal para enfrentarse con Diego Centeno. Le llegaron al Demonio de los Andes unas cartas en las que le decían que se cuidase de Aguirre, Zambrano, Pineda y Bobadilla porque tenían intención de matarlo. Carvajal ahorcó a los tres primeros, llamó a Bobadilla y le dijo que leyera las cartas. Al ver que aparecía su nombre, se quedó conmocionado. Carvajal, que lo consideraba un soldado muy útil, le dijo que se tranquilizara, porque no pensaba castigarle. Más tarde se supo que la información era falsa, ya que se había obtenido de Francisco de Guzmán a base de tormentos. Tras aclararse lo que ya no tenía remedio, Bobadilla continuó siendo fiel a Gonzalo Pizarro. Cuando Carvajal mató a los extraordinarios capitanes enemigos Lope de Mendoza y Nicolás de Heredia, le encargó a Bobadilla que llevara sus cabezas a la plaza de Arequipa. Mencionamos en la imagen anterior a Francisco de Bosso Visconti. Era italiano (de Milán), y participó en la fundación de Arequipa. Le hemos visto como partidario de Gonzalo Pizarro, pero cambiará de bando, y, pasado un tiempo, se casó con la incomparable Juana Leyton, humana y valiente (de la que ya hablamos), querida como una hija por el sanguinario Francisco de Carvajal, a la que todo le consentía. También los psicópatas tienen su corazoncito. Así era el protagonista de la gran película 'Al rojo vivo', para quien solo había una cosa sagrada en esta vida: su madre. Ya hablamos de que Juana Leyton, absolutamente fiel al Rey, le pidió a Dionisio de Bobadilla que le entregara la cabeza de Mendoza para enterrarla dignamente. No quiso hacerlo, y ella le profetizó que algún día su propia cabeza estaría expuesta en el mismo lugar. Bobadilla quitó la envoltura de los despojos. Un soldado le dijo que apestaban, y él respondió (con humor carvajalesco) que las cabezas de los enemigos olían a ambrosía. Pasó menos de dos años, y, en 1548, tras ser derrotados los rebeldes en Jaquijaguana, la cabeza de DIONISIO DE BOBADILLA fue colocada en la picota de la plaza de Arequipa.




2 comentarios:

  1. Pon la foto bien,Felix. Aquí escribes serio... deja eso para Tw.
    Jajajaja

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    1. No he podido resistir la tentación. Eran almas gemelas. Deberías ver la magnífica película. Saludos.

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