(720) La llegada de Francisco de Carvajal
a Lima fue especialmente solemne, con gran entusiasmo por parte de los vecinos,
y siendo agasajado por Gonzalo Pizarro y sus capitanes. Aunque algunos de estos
habían hablado mal de él, se limaron las asperezas mediando el propio Gonzalo:
"De esta manera, quedaron conformes Francisco de Carvajal de una parte y,
de la otra, los licenciados Cepeda y Benito Suárez, y el capitán Juan de
Acosta, haciéndose amigos, pero se diría que en apariencia, porque en sus
ánimos sintieron otra cosa, especialmente Francisco de Carvajal ". La que
estaba encantada era su mujer, Catalina de Leyton, la cual había preparado un
gran banquete, de manera que "muchos soldados comieron y bebieron
espléndidamente con los muchos guisados que estaban aderezados por ella".
Santa Clara menciona con frecuencia la
'mula bermeja' de Francisco de Carvajal. Debía de ser extraordinaria, porque lo
normal era que los capitanes usasen caballos. Y ahora le dedica unas frases:
"Comenzó luego Francisco de Carvajal a ir y venir a la posada del tirano,
siempre en su mula bermeja, de la cual decían muchos que en ella había un
demonio, o que ella misma lo era. Permanecía muchos días ensillada y sin comer
cosa alguna, y tenía las orejas levantadas como si estuviera alerta, y, a pesar
de todo, estaba muy gorda y lucía como si no trabajara". De manera que no
solo Carvajal, sino hasta lo que le rodeaba tenía su toque personal. La mula se
parecía a él. El cronista nos da un último dato de su llegada: "Entró
Carvajal en la ciudad de Lima con cuatrocientos cincuenta hombres de a caballo
y arcabuceros, y con más de cuatrocientos mil ducados de oro y plata, tras
haber andado por Las Charcas matando y robando a los que se mostraban como
servidores de Su Majestad, ahorcándolos sin confesión. ¡Oh pésima
crueldad!".
Aunque el cronista Santa Clara ya nos ha
contado la airada reacción de Carvajal al enterarse, por carta de Gonzalo
Pizarro, de la traición de Pedro Alonso de Hinojosa, nos va a mostrar ahora el
gran disgusto del propio Gonzalo cuando le llegó a él la noticia. Cuenta que,
antes de que iniciaran su viaje marítimo desde Panamá hacia Lima Lorenzo de
Aldana, Juan Alonso Palomino y Hernán Mejía, se enteró un rico mercader llamado
Rodrigo Pérez, que estaba en el puerto de Buenaventura (costa colombiana del
Pacífico) de la traición de Pedro de Hinojosa, y le pareció buena idea ir
raudo con un navío suyo a Lima para contárselo a Gonzalo Pizarro, esperando
obtener alguna recompensa o ganarse su favor.
(Imagen) Acabamos de ver que, durante su
viaje hacia Lima, iba Francisco de Carvajal sobre una litera, hecho polvo
debido al gran dolor de costado que estaba sufriendo, lo que parecía (solamente
parecía) una señal infalible de que se le aproximaba la muerte. Ya cerca de la
ciudad, mejoró notablemente, y uno de los que primeramente salieron a recibirle
fue GONZALO DE LOS NIDOS (a quien ya le dediqué una imagen). Santa Clara nos lo
muestra como un 'fan' absoluto de Carvajal y de Gonzalo Pizarro, con quien
coincidía en ser cacereño y en tener una edad parecida: "Este hombre era vecino de la ciudad del Cuzco, muy rico y de
gran valor, el cual, apeándose de su caballo, se hincó de rodillas ante el
escuadrón, frente a Francisco de Carvajal, y, a voz en grito, comenzó a decir
con el sombrero en la mano: '¡Sea bienvenido el invencible caballero, capitán
liberador de esta tierra y padre de la patria!". Cuando llegó Vaca de
Castro a Perú, Gonzalo de los Nidos no tuvo ningún conflicto en sus
fidelidades. Batalló con las fuerzas realistas porque el enemigo era Diego de
Almagro el Mozo. Pero, por su incondicional entrega a Gonzalo Pizarro, luchó
después contra el virrey Núñez Vela y contra Pedro de la Gasca. Y, además, con
un doble mérito de postura consecuente, ya que, no solo lo hizo cuando Gonzalo
arrasaba, sino también cuando muchos lo abandonaron en la batalla de su derrota
y muerte. Lo mismo hizo Francisco de Maldonado, aquel que había ido a Alemania
para defender ante Carlos V la causa de Gonzalo Pizarro. Volvió a Perú, y, tras
la batalla de Jaquijaguana (9 de abril de 1548), él y Francisco de Maldonado
fueron decapitados, y se requisaron todos sus bienes. Informaba La Gasca:
"El día 16 de abril se ejecutó a Gonzalo de los Nidos. Fue uno de los que
más palabras de desacato dijo contra Su Majestad (por ello, le sacaron la
lengua por la nuca)". Impresiona ver el nombre de Gonzalo de los Nidos
y de Francisco de Maldonado en el texto de la sentencia (ver imagen).
Hablaremos en la siguiente imagen de una mujer excepcional: MENCÍA DE LOS
NIDOS, hermana del ejecutado, la cual se trasladó a Chile.
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