viernes, 19 de junio de 2020

(Día 1139) Aunque muchos vecinos quisieron linchar a Francisco de Olmos por matar a Estacio, al final se aplacaron, y se pusieron al servicio de Su Majestad. Rodrigo de Salazar decidió matar a Pedro de Puelles.


     (729) Resulta curioso que refugiarse en sagrado tuviera tanta eficacia, aunque no siempre funcionara el truco. Hubo jueces abusivos en las Indias que no lo respetaron, y así, por ejemplo, el gran obispo fray Juan de Zumárraga tuvo un duro encontronazo en México con el poco presentable oidor Juan Ortiz de Matienzo, quien sacó de una iglesia a alguien que huía de sus abusos, y lo ahorcó. Ahora veremos que Francisco de Olmos, después de matar a Manuel Estacio, salió bien parado. Dice Santa Clara: "Los alcaldes de la ciudad y los soldados de Estacio fueron enseguida a sacar a Francisco de Olmos de la iglesia para matarlo, pero fue muy defendido por el cura, los ocho soldados que había llevado consigo y ciertos vecinos que eran buenos amigos suyos, y, al ver que no lo podían sacar, lo dejaron allá para que muriese de hambre, y pusieron gente para que no escapase. Al verse cercado, llamó a los alcaldes y a los amigos de Estacio, y les insistió en que estaban obligados a servir a Su Majestad, recordándoles también los perdones y revocaciones que el Rey prometía a quienes lo hicieran, como ya sabían por las copias de los documentos que les había enviado Diego de Mora. Oído todo esto, se apaciguaron los del pueblo, y se pusieron al servicio de Su Majestad, porque había muchos que lo deseaban, pero no lo habían hecho porque apreciaban al capitán Estacio. Después se fueron, todos de acuerdo, a Guayaquil, y, de allí, a Cajamarca".
     Ya dije en su día que me ha sido imposible conseguir (con harta pena) el siguiente tomo del cronista Pedro Gutiérrez de Santa Clara. Como quedan pocas páginas de este, las aprovecharé al máximo. Aunque lo que dice a continuación se refiere a algo que ya conocemos, la muerte de Pedro de Puelles, gran capitán de Gonzalo Pizarro, oiremos su versión recogiendo aspectos complementarios. Puelles era el representante de Pizarro en la ciudad de Quito. Se llevó un gran disgusto cuando supo que Pedro de Hinojosa le había entregado la armada a Pedro de la Gasca: "Con gran furia bramaba y decía que él iba a matar con sus propias manos a los capitanes traidores. Como era gran amigo de Gonzalo Pizarro, comenzó a juntar gente y a preparar armas. Nombró capitanes a Rodrigo de Salazar, natural de Toledo, comúnmente llamado el 'Corcovado', y a Francisco de Ovando el 'Isleño', hijo del doctor Ovando, siendo el maestre de campo Diego de Urbina, quien había tenido el mismo cargo con el virrey Blasco Núñez Vela (y al que en algún momento traicionó), porque valía mucho para tal oficio. Puelles se encargaba de la caballería".
     Como hemos visto en otras ocasiones, algunos jugaban sucio para ganarse el favor de los líderes. Es lo que hizo el Corcovado: "Rodrigo de Salazar, por ganar reputación ante Su Majestad y con el presidente La Gasca, determinó matar a Pedro de Puelles, y se lo dijo en secreto a ciertos soldados que eran valientes, llamados Morillo, Tirado y Hermosillo, más algunos otros que estaban a mal con Puelles, y decidieron hacerlo, animados también por las noticias recibidas de que estaba a punto de llegar el presidente Pedro de la Gasca".

     (Imagen) Nadie le puede negar su gran valía al vasco DIEGO DE URBINA (del que ya hablamos), pero fue una víctima más de los comprensibles cambios de chaqueta cuando te amenazan con una decapitación. Hubo varios capitanes con el mismo nombre, pero, poco a poco, he ido definiendo su perfil. Mantuvo, en general, su fidelidad a los Pizarro. Cuando llegó el virrey, se puso a su servicio, y, sin embargo, en la batalla que acabó con la vida del alto dignatario, Diego estaba ya de nuevo en el bando de Gonzalo Pizarro, y, de hecho, fue uno de los demandados por su valerosa viuda, Brianda de Acuña. Acabamos de ver que el pizarrista Pedro de Puelles (a quien enseguida van a matar) le ha nombrado en Quito a Diego maestre de campo de sus tropas, porque, como dice el cronista Santa Clara, "valió mucho para tal oficio sirviendo al virrey". Unos meses antes de ese nombramiento, en noviembre de 1546, Diego de Urbina escribió una carta que muestra claramente su total implicación con Gonzalo Pizarro. Se la dirige desde Quito a un sobrino suyo, residente en el Cuzco. La resumo: "Señor sobrino. Mucho me ha alegrado que hayáis servido al señor gobernador (el ilegítimo Gonzalo Pizarro) y a su maestre de campo (el temible Carvajal) tan bien como me han dicho. Ya sabéis cuán buen señor es el gobernador, mi señor, y cuán bien paga a los que le sirven. Si estáis ya en Lima, poned mucha diligencia en que se sentencie un pleito mío, y hablad sobre ello con el gobernador, pues pronto lo sentenciará su Majestad (extraña ingenuidad la de aquellos rebeldes). Os pido que vengáis en el primer navío que salga para acá. Yo le he escrito al maestre de campo Carvajal suplicándole que os coloque en casa del señor gobernador, como secretario, o cualquier otra cosa. Traedle a la memoria que espero que lo haga por mí, y porque le habéis servido bien al gobernador". DIEGO DE URBINA, convencido por Pedro de la Gasca, traicionó más tarde a Gonzalo Pizarro. Parece ser que vivía en el Cuzco el año 1551, pero murió poco después, de un arcabuzazo, luchando contra los últimos rebeldes.



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