(714) Voy a aprovechar al máximo lo que
queda del tercer tomo del libro de Pedro Gutiérrez de Santa Clara, ya que no
consigo encontrar el cuarto. Es una lástima, porque estoy llegando a la
conclusión de que, sopesando defectos y virtudes, es el mejor de los cronistas,
a pesar de haber tenido poco reconocimiento. Nos cuenta ahora por qué Francisco
de Carvajal se volvió a Lima: "Había en esta ciudad muchos que deseaban la
muerte al maestre de campo Francisco de Carvajal, entre los cuales estaban los
licenciados Diego Vázquez de Cepeda y Benito Suárez de Carvajal, así como Juan
de Acosta y otros, pero le querían mal por la envidia que le tenían. La causa
era que, en Lima, el tirano Gonzalo Pizarro, si pensaba hacer mercedes a
algunos, primeramente le escribía a Francisco de Carvajal para saber su
opinión. También le odiaban porque era muy bravo, soberbio, cruel, carnicero y
matador de hombres, pues, a diestro y siniestro y sin ningún miramiento, los mandaba
matar y hacer cuartos sin confesión, y, además, se había enriquecido mucho. Decían
en secreto y en público mil injurias y males de él, y que se quería alzar en
las Charcas y hacerse señor de aquella tierra".
El malestar llegó al extremo de que se
publicaban pasquines anónimos contra su reputación, que después se consideraron
promovidos por los dos licenciados y por el capitán Juan de Acosta. En ellos se
denunciaba una rebelión de Francisco Carvajal contra Gonzalo Pizarro,
financiada con la mucha plata que había robado: "Como estos hombres
estaban llenos de envidia y de rencor contra él, fueron algunos adonde Gonzalo
Pizarro, le dijeron todo lo que se hablaba de Francisco de Carvajal, y le
pidieron que pusiese remedio enviando mucha gente contra él, para apresarlo o matarlo antes de que hiciese gran
daño, pues ya bastaba tener el conflicto con el licenciado La Gasca".
Aunque Gonzalo Pizarro les respondió que no podía creer nada de lo que se le
acusaba a Carvajal, "le escribió diciéndole lo que se hablaba de él, y
ordenándole que viniese lo antes posible para que pusiese freno a los
mentirosos y envidiosos; le añadió que convenía especialmente su presencia para
dar su consejo, porque, estando él ausente, no sabía qué hacer acerca de la
flota que, estando en Panamá, se había entregado al presidente La Gasca".
Francisco de Carvajal se irritó
sobremanera cuando supo los comentarios que se hacían en Lima sobre él, y
decidió de inmediato partir, como le pedía Gonzalo Pizarro, con ganas, además,
de llegar pronto para tomar venganza contra los difamadores. Cuando ya estaban
todos prestos para la salida, se produjo un incidente: "Hubo malas
razones, y peores palabras, entre Juan Vázquez de Ávila, que era alcalde del
lugar, y Diego de Almendras, hermano del capitán Martín de Almendras, que allí
estaba, y dicen que fue por culpa del alcalde, quien pidió ayuda para
prenderlo, pero nadie se atrevió a hacerlo, por miedo a Francisco de Carvajal,
quien, con gran presteza, se puso en medio de los litigiosos. Le mostró gran
enojo a Diego de Almendras, y habría dado orden de cortarle la cabeza por
desacato a la autoridad, de no estar presente su hermano, el capitán Martín de
Almendras, y por tener en cuenta los grandes servicios que los dos le habían
hecho en las batallas".
(Imagen) En agosto del año 1547 (se iba
acercando el decisivo momento de la batalla de Jaquijaguana), Francisco de
Carvajal, en su estilo siempre ingenioso y mordaz, le escribió desde Arequipa
una carta a Gonzalo Pizarro. Es muy reveladora, aunque hay que adivinar su
sentido. Comenta lo siguiente (resumido): "Francisco de Bosso le dijo a
Doña María de Cárdenas ('señora de calidad conocida', decía un cronista -de
ahí el doña-), mujer de Hernando de Silva, que fuera adonde estaba su
marido, para convencerlo de que volviese a su casa para obtener de vuestra
señoría (G. Pizarro) que le perdonara la vida, y que, para esto, sería
oportuno matar a Centenillo (Diego Centeno), y doña María partió esa
misma noche. Doña María Calderón, mujer de Jerónimo de Villegas, viendo que
doña María de Cárdenas marchaba, pensando que huía, ella también huyó".
Luego habla de lo que hacían otras dos mujeres, y de que los vecinos estaban
muy arrepentidos de lo que ellos habían hecho (en contra de Gonzalo). Y
dice amenazante: "Aseguran que desean volver a servir a vuestra señoría,
pero créame que esta ciudad es totalmente traidora, y lo son su río, el sol que
la alumbra y el aire que la sostiene". Hiela la sangre pensar que a esa
María Calderón la va a ahorcar de una ventana (como ya vimos), por ser ella
dirigente de un grupo de mujeres públicamente opuestas a Gonzalo Pizarro (entre
las que quizá estuvieran las otras dos a las que alude). Pero HERNANDO DE SILVA
era demasiado astuto para poder atraparle. Fue tercer Señor de Ciudad Rodrigo
(Salamanca), donde nació. Había luchado con Carlos V en las guerras europeas.
Llegó a Perú con Hernando Pizarro. Siendo vecino de Arequipa, se opuso a que
Lucas Martínez Vegaso (a quien ya conocemos), por orden de Gonzalo Pizarro, se
llevara la plata de la ciudad (de ahí su huida). Pero no pudieron con él. Es
muy significativo de su lealtad a la Corona que volviera a España en 1548 después
de la derrota y muerte de Gonzalo Pizarro. Acompañó a Felipe II a Flandes. Batalló
el año 1558, como maestre de campo, en Alejandría de Palla (Italia), y hay
constancia de que, en 1568, aún vivía.
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