sábado, 20 de junio de 2020

(Día 1140) Le llegó la hora a Pedro de Puelles, y lo mataron los partidarios del Rey. Además, tenía muchos enemigos por los abusos que había cometido.


     (730) Rodrigo de Salazar y sus cómplices quedaron en que fuera Morillo quien le diera la primera estocada a Pedro de Puelles. Se presentaron en su casa por la mañana, fingiendo que iban para rogarle que le devolviera a Morillo una india que había ordenado quitarle. Después de entrar en su casa, Rodrigo de Salazar le explicó lo que querían, y Puelles le contestó: "Con tan buen mediador como vuestra merced, no puedo dejar de hacer lo que desea. Mandaré, pues, que se la entreguen, pues tan buen soldado es el que la reclama". Y se produjo el drama: "Entonces Morillo le dio una estocada mortal por los ijares, que le pasó de parte a parte las entrañas, y después Salazar, Tirado y Hermosillo le dieron de puñaladas mientras Puelles, a grandes voces, pedía confesión. Viendo esto, el capellán y quienes en la casa estaban comenzaron a dar grandes voces pidiendo ayuda a los de la guardia, pero, como estaban todos conjurados, ninguno acudió. Salazar y Morillo mataron a estocados al escribano y al mayordomo porque gritaban (uno de los dos, según La Gasca, era Pedro de Oña). El capellán y el camarero, que se llamaba Pedro de Morales, saltaron por una ventana; el capellán se quebró un brazo, y Morales, una pierna".
     Después los autores publicaron lo ocurrido: "Salieron a la calle y comenzaron a dar vivas a Su Majestad, gritando libertad y anunciando la muerte del tirano, por lo que los vecinos y los soldados, con armas y caballos, se fueron todos a poner en medio de la plaza. Francisco de Ovando creyó que toda aquella gente era partidaria de los sublevados, por lo cual se refugió en el monasterio de San Francisco. Sin embargo, el maestre de campo Diego de Urbina se puso en medio del escuadrón. Rodrigo de Salazar y Morillo, con los demás libertadores, se fueron también al escuadrón con las espadas desenvainadas y sangrientas, y con los arcabuces puestos a punto de guerra, dando vivas al Rey. Los soldados que estaban en la plaza, como no tenían capitanes que los acaudillasen, comenzaron también a decir voluntariamente: '¡Viva el Rey y el presidente Pedro de la Gasca, y mueran los traidores!'. Oyendo esto Rodrigo de Salazar, Morillo y los demás libertadores, se acercaron a ellos, los cuales les mostraron buena cara, principalmente el maestre de campo Diego de Urbina, porque este hombre deseaba ver el día de poder servir a Su Majestad".
     Hay que puntualizar un par de cosas. Pedro de Puelles se había ganado antes de que lo mataran muchas antipatías por haber ahorcado a una mujer que daba vivas al Rey, y más aún porque era comprensible la desenfrenada rabia de la ejecutada. Había ocurrido que, cuando mataron al virrey, su marido, Francisco Sarmiento, por miedo a los pizarristas tras saber que Gonzalo Pizarro lo había condenado a muerte, se escondió debajo del altar del convento de San Francisco, de donde lo sacó Puelles y lo ejecutó. Por otra parte, en la imagen anterior, afirmé que Diego de Urbina abandonó a Pizarro convencido por los argumentos de Pedro de la Gasca. Y así fue, pero, como hemos visto ahora, dio el paso definitivo al saber que habían matado a Pedro de Puelles, quien tenía el mando en Quito en nombre de Gonzalo Pizarro. Pero como nada era totalmente seguro en aquel clima de enfrentamientos continuos, luego nos va a hacer Santa Clara una reflexión sobre los comentarios que hubo acerca de estos cambios de bando.

      (Imagen) PEDRO DE PUELLES (nacido en Sevilla en 1500), a quien hemos visto morir trágicamente, era uno de los capitanes más estimados por Gonzalo Pizarro. El buen organizador que era Pedro de la Gasca archivaba toda la correspondencia que pudiera implicar (o exculpar) a sospechosos de ser rebeldes contra la Corona. Tenía varias cartas relativas a Pedro de Puelles, con información muy interesante. Algunos le escribieron a Puelles poniendo por las nubes a Pedro de la Gasca, y asegurando, sin base, que el Rey le había encargado reconocer a Gonzalo como gobernador de Perú. Fue el caso de Pascual de Andagoya, de cuya impresionante biografía (fue incluso cronista, además de gobernador) ya hemos hablado, y quien en su carta se muestra como fiel servidor de Gonzalo Pizarro. En un escrito de octubre de 1546, Puelles da un dato que debe de ser poco conocido. Le escribe a Gonzalo diciéndole: "Ha nacido una hija de vuestra señoría, y, al cabo de una hora, se la llevó Dios a su gloria". Menciona el nombre de la madre, María de Ulloa, y la ensalza sobremanera ("por su bondad, cordura y honra"), aunque comenta que "ella no le escribe a vuestra señoría porque también corre peligro de dar el ánima a Dios". Por lo que indica después, parece que se querían casar, pero la guerra (más la derrota y muerte) lo impidió. En otra carta, le da la noticia de que Belalcázar ha matado a Jorge Robledo, y, con lo que dice, echa por tierra las teorías de que Puelles, antes de morir, estaba a punto de servir a La Gasca: "Si lo hizo porque había entrado en la gobernación (de Pizarro), es servidor de vuestra señoría; si fue porque Robledo le dijo que era un traidor como los pizarristas, no lo entiendo". Comentando la muerte de Alonso de Toro a manos de su suegro (por haber maltratado a su hija), se muestra implacable: "Lo que más me pesa es que, quien tiene allá su señoría al mando, no haya podido matar a hombre tan ruin como aquel viejo". Ya vimos que el anciano se refugió en un convento. Pero, al final, Rodrigo de Salazar el Corcovado sí pudo matar a PEDRO DE PUELLES, sustituyéndolo después durante nueve años como gobernador de Quito (esta vez, Roma sí pagó a traidores).



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