(734) Las nuevas noticias fueron un
revulsivo de esperanza para Diego Centeno. Por fin podría abandonar su
encierro, y organizarse para reemprender la lucha contra Gonzalo Pizarro. Tras
salir de la cueva, Centeno, Ribera y el mensajero fueron a un pueblo que está
entre las ciudades del Cuzco y Arequipa, donde los recibieron muy bien:
"Más tarde, Diego Álvarez del Almendral y sus compañeros aceptaron bajo
juramento a Diego Centeno como capitán general de Su Majestad, para que fuese a
luchar contra el tirano, con lo cual, comenzó a hacer gran llamamiento de gente
para que viniese a servir a Su Majestad. Sabida por muchas partes la salida del
capitán Diego Centeno, les pesó en gran manera a muchos que le querían mal,
pero otros, muy contentos, le fueron a servir desde diversas ciudades".
Como, de momento, no contaban con mucha
gente, siendo entre todos unos cuarenta, tuvieron dudas sobre dónde podría ser
más eficaz su actuación: "Con el parecer de Diego Álvarez del Almendral y
de Luis de Ribera, acordaron ir al Cuzco. Previamente, escribieron a los amigos
que, en aquella ciudad, consideraban grandes servidores de Su Majestad, y que
también mostraron ser muy fieles a Centeno en el tiempo de mayor peligro, cuando
estaba vivo Alonso de Toro. Enviaron con las cartas a alguien en quien
confiaban, y para que hiciese de espía, especialmente observando las
intenciones de Alonso Álvarez de Hinojosa, teniente en aquel lugar del gran
tirano. El mensajero llegó al Cuzco cuando se estaba preparando gente para
enviársela a Gonzalo Pizarro. Tras dar las cartas a sus destinatarios, se
reunieron muchas veces en casa de Tomás Vázquez".
Este dato aclara un punto clave en la
biografía de Tomás Vázquez (al que ya le dediqué una imagen). Siempre fue un
pizarrista inconmovible. En la imagen conté que su fidelidad acabó al llegar
Pedro de la Gasca, pero ahora vemos el momento concreto en que eso ocurrió. El
hecho de que se reunieran en su casa partidarios de Centeno es prueba evidente
de que ya formaba parte de ese grupo secreto, traicionando a Gonzalo Pizarro. Tras
la muerte de este, se convirtió de nuevo en rebelde a la Corona, sirviendo a
Francisco Hernández Girón, a quien también traicionó, dejándolo desamparado
frente a tropas realistas, ya que era su hombre más importante. De manera que,
entre otras cosas, Tomás Vázquez resultó un temible superviviente nato.
Los reunidos en casa de Vázquez esperaron
a un momento mejor: "Platicadas muchas cosas entre ellos, determinaron no
hacer nada tan pronto, porque entonces estaba en la ciudad Antonio de Robles,
enviado por Gonzalo Pizarro para que le llevara gente a la ciudad de Lima.
Pero, deseando sacar adelante lo que pensaban hacer, lo hablaron con Alonso
Álvarez de Hinojosa, el teniente en el Cuco de Gonzalo Pizarro. Viendo Hinojosa
que ellos eran de los más principales hombres de la ciudad, y sabiendo que La
Gasca venía con grandes poderes, se ofreció a ser del bando de Diego Centeno.
Se preciaba de ser un leal vasallo de su Majestad y que estaba a mal con las
cosas de Gonzalo Pizarro, y mucho más con las de Francisco de Carvajal. También
le dolía que el gran tirano, sin fiarse de él, le tuviese en tan poco como para
haber enviado al capitán Antonio de Robles, siendo un soldado de poca edad,
para que fuese general de la gente que allí estaba juntando. Por todo eso,
decidió escribir a Diego Centeno para que se animase a venir pronto a la ciudad
con toda la gente que tenía, poca o mucha, pues sería muy bien recibido".
En
alguna crónica se indica que Gonzalo Pizarro, no solo le había hecho ese
encargo a Antonio de Robles, sino que, además, era enviado al Cuzco como
teniente suyo en la ciudad, quitándole el puesto que Alonso Álvarez de Hinojosa
ocupaba tras la muerte de Alonso de Toro.
(Imagen) Hemos hablado varias veces de PEDRO
DE PUELLES, pero nos queda por conocer sus andanzas hasta que, bajo el mando de
Gonzalo Pizarro, se convirtió en amo y señor de la ciudad de Quito. Buen
momento para hacerlo, puesto que le acabamos de ver muriendo. Fue un líder
nato, valiente y hábil, pero sin escrúpulos y cruel, porque solo le interesaba
la victoria. Nació en Sevilla el año 1500. En torno al año 1530, andaba
luchando y aprendiendo con el gran capitán Pedro de Alvarado (otro implacable)
por la zona de Nicaragua y Guatemala. Con él llegó a Perú, donde Alvarado comprendió
que se había metido en corral ajeno, y volvió a Guatemala. Dejó gran parte de la tropa en Perú tras una
negociación, y sus hombres se unieron a Diego de Almagro, el cual fundó Quito
en 1534, ciudad clave en la historia de Puelles, a quien le dieron allí
entonces el puesto de regidor. Tras partir Almagro hacia la terrible aventura
de Chile, Pedro de Puelles se puso a las órdenes de otro capitán brillante y
cruel, Sebastián de Belalcázar, el cual le confió a Puelles la fundación de
Puerto Viejo, para tener un enlace más accesible hacia el océano Pacífico. El
año 1538, Francisco Pizarro nombró gobernador de Quito al hábil y sensato
Lorenzo de Aldana (con la intención de tener a raya las ambiciones de
Belalcázar). Teniendo que partir Aldana a Popayán con la misma misión, le dejó
provisionalmente en su cargo a Pedro de Puelles. Asesinado Pizarro, y llegado
de España Vaca de Castro para poner orden y hacer justicia, Pedro de Puelles se
puso a su servicio y luchó contra Diego de Almagro el Mozo en la batalla de
Chupas (año 1542: derrota y muerte del Mozo). Llegado el virrey, Pedro de
Puelles se enroló en su ejército con el mando supremo, maestre de campo, pero,
después, se unió a la protesta general contra la Leyes Nuevas, y se unió a
Gonzalo Pizarro. Como les pasó a casi todos los traidores, apenas queda rastro
de él en los archivos. En PARES solo aparecen cuatro documentos, expedientes
ajenos en los que se le cita de pasada, como el de la imagen. En él contaba
Pablo de Torres, obispo de Panamá, poco después de que ocurriera, lo que ya
sabemos: Pedro de Puelles ahorcó a una mujer, y eso le costó la vida.
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