(735) Le mandaron recado a Diego Centeno
desde el Cuzco para que se acercara de noche a la ciudad: "Le decían que
ellos le iban a ayudar con sus personas y haciendas, porque, en cuanto llegara,
se pondrían ellos debajo de su bandera, que era lo que más deseaban. También le
avisaban de que, tras llegado de Lima Antonio de Robles, había juntado más de
doscientos hombres para llevárselos a Gonzalo Pizarro, y de que en la zona de
las Charcas esperaban unos 400 hombres la llegada de Alonso de Mendoza y Juan
de Silvela, capitanes de Pizarro, para irse juntos a Lima. Le pedían a Centeno
que, si quería acertar en todo, tenía que llegar al Cuzco antes de que Antonio
de Robles y los suyos se fuesen a Lima, porque, juntando los hombres de las
Charcas y los del Cuzco, se podrían hacer muchas cosas buenas en servicio de Su
Majestad".
A Diego Centeno le encantó la idea de
hacerse con tantos hombres, porque los suyos eran pocos y mal armados:
"Partió hacia el Cuzco sin tener más armas que ocho arcabuces, siendo las
picas medias astas que tenían en las puntas atadas unos cuchillos grandes y
medias espadas, pero, al menos, todos tenían buenos caballos. Se dijo en el
Cuzco que Diego Centeno venía con más de cuatrocientos soldados, y que él venía
por delante con cincuenta arcabuceros. Muchos vecinos del pueblo lo dieron por
cierto, lo cual llegó a oídos del capitán Antonio de Robles, que acababa de
partir, por lo que volvió con sus hombres y se dispuso a defender la ciudad y
matar a Centeno. Por su parte, Hinojosa y los de su bando fingían que se
preparaban muy bien para la venidera batalla, y pedían con grande bravosidad
que Diego Centeno entrase en la ciudad".
Centeno practicó la estrategia de las
apariencias: "Dos días después se puso encima de un cerro que está junto
al Cuzco, y alzaron cuatro banderas y dos estandartes para que creyeran que
tenía más gente que la que se decía. Luego les dijo a sus leales compañeros que
esperaba en Dios sacar (en procesión) al día siguiente (iba a ser la
fiesta del Corpus Cristi) las varas del Santísimo Sacramento, o morir en el
empeño". Sigue diciendo Santa Clara que luego Diego Centeno arengó a sus
hombres, dándoles confianza en la victoria, "para acometer este tan
temerario hecho". Añade que, después de pasada la medianoche, se fueron
todos junto a la ciudad, y cita los nombres de sus principales capitanes: Luis
de Ribera, Alonso de Esquivel, Diego Álvarez del Almendral, Francisco Negral,
Pedro Ortiz de Zárate y Domingo Ruiz, al que llamaban el Padre Vizcaíno (era
clérigo), y llevaba una bandera.
Ya que se menciona, entre los hombres de
Centeno, al clérigo Domingo Ruiz el Vizcaíno, diré algo de este peculiar personaje.
Junto a otros vascos participó en dos planes para matar en el Cuzco al pizarrista
Alonso de Toro. En el primero, falló el lanzamiento de una lanza, y, del
segundo, le avisaron a Alonso, el cual se limitó a desterrar al clérigo. Ahora
le vemos portando una bandera, y un dato posterior confirma que añoraba el
cargo de alférez. A Diego Centeno no le pareció apropiado concedérselo, y se lo
otorgó a Diego Álvarez. En un informe, Pedro de la Gasca dice: "El clérigo
se indignó con los dos, y, para apaciguarle, lo dejaron en manos del obispo del
Cuzco, quien contestó que tal cargo no era osa permitida a un clérigo, con lo
cual se sosegó".
(Imagen) El clérigo DOMINGO RUIZ DURANA, nacido
en Arechavaleta (Álava), fue un personaje especial. Le preocupaba más la
riqueza que la salvación de las almas. Hemos visto que quiso el cargo de
teniente en las tropas de Diego Centeno, pero se lo negó basándose en el
criterio del obispo del Cuzco, Juan Solano, quien consideró que era impropio de
un sacerdote (Domingo había sido también canónigo en Santiago de Compostela). Contradictoria
decisión la del obispo (famoso por su fuerte carácter), ya que él batalló
después, arma en ristre, contra Gonzalo Pizarro. Lo asombroso es que, aunque
apenas se conoce, Domingo Ruiz, descontento con los repartos de encomiendas de
indios que había hecho Pedro de la Gasca, encabezó una minirrebelión con varios
amigos vascos. Fueron derrotados y castigados. A Domingo lo enviaron a España,
y aquí se le sigue el rastro a través de las reclamaciones judiciales que
promovió para limpiar su buen nombre. Presentó un informe de sus méritos y
servicios, haciendo constar que "sirvió en la instrucción de los
habitantes de algunos pueblos de Perú, que le había encargado el Marqués don
Francisco Pizarro, hasta la llegada del virrey Blasco Núñez Vela; a este le
acompañó en la persecución de Gonzalo Pizarro, hasta que este dio la batalla al
virrey y consiguió darle muerte". Esto último deja claras sus andanzas
militares. En 1550 pidió al Papa que se le rehabilitara como clérigo, por haberle
sancionado el obispo del Cuzco al abandonar su ministerio para enfrentarse en
Perú a la rebelión de Gonzalo Pizarro. En 1551, se citaba a los testigos del pleito
habido entre el obispo del Cuzco y el clérigo Domingo Ruiz. El peleón sacerdote
aún vivía el año 1561, y se vio entonces sujeto a una demanda poco honrosa, ya
que le reclamaban dos casas con sus tierras, de las cuales se había apropiado.
El documento de la imagen indica que partió para las Indias el año 1538, así
como su lugar de origen. el nombre de sus padres, y que dos vecinos de
Escoriaza (Guipúzcoa) daban fe de que no era de los que tenían prohibido hacer
el viaje (judíos, musulmanes o herejes).
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