sábado, 6 de junio de 2020

(Día 1128) Como Carvajal se había retrasado por su enfermedad en ir a Lima, algunos cizañeros le decían a Gonzalo Pizarro que lo hacía adrede. Pizarro se impacientó, pero una carta de Carvajal lo dejó tranquilo.


    (718) La enfermedad de Francisco de Carvajal se fue agravando, por lo que tuvieron que permanecer detenidos, aguardando a que mejorase. Como en Lima se le esperaba con impaciencia, algunos cizañeros empezaron a quejarse ante Pizarro por su demora: "Le pedían a Gonzalo Pizarro que lo sancionase porque se detenía adrede en el camino, haciéndose el enfermo. Pizarro le escribió para que se diese prisa, y, como no llegaba, le escribió otra vez, que era la tercera, con más cólera. Comprendiendo Francisco de Carvajal la enemistad que le tenían los licenciados Cepeda y (Benito Suárez de) Carvajal, y el capitán Juan de Acosta, les respondió con su acostumbrada manera de escribir, deshaciendo todo lo que contra él habrían dicho".
     Luego le escribió a Gonzalo Pizarro diciéndole que no pudo cumplir la promesa de llegar de inmediato a Lima, como le prometía en la carta que le envió con Diego López de Segura, "porque me dio un dolor muy grande de estómago, que vino a parar en un terrible dolor de costado, del cual no pensé escapar; y luego, en Andahuaylas, me cargó tanto el mal, que era una desesperación ponerme en el camino". Y le añade: "Doy cuenta de ello a vuestra señoría para que nadie piense que estoy en fiestas y regocijos, sino pensando de día y de noche qué tengo que hacer para que mis servicios a vuestra señoría sean mejores que los de algunos que andan durmiendo de día y de noche, y, si no duermen, hablan en perjuicio de otros sin mirar lo que dicen. Vistos los despachos que me envió, le digo a vuestra señoría que no se preocupe, porque yo vengo del Cuzco con todo ya bien remediado. Traigo de allí conmigo a todos los sospechosos que algo podían hacer, para que conozcan a vuestra señoría y le sirvan": Después le da un consejo militar, en lo que, sin duda, era un experto: "Las picas que vuestra señoría me ha mandado que se quemen, he ordenado que se traigan, y suplico a vuestra señoría que se hierren, porque, para la coronación del reinado en el que, en tan breves días, hemos de coronar a vuestra señoría, quiero tenerlas aderezadas como conviene. Yo certifico a vuestra señoría que la más terrible guerra que se puede hacer para seguridad de los ejércitos y atacar a los enemigos, son las picas; yo sé lo que digo". No se equivocaba en que estaba bastante próxima la batalla definitiva, pero sí en el resultado. Un año después (la carta es del siete de marzo de 1547), Gonzalo Pizarro y Francisco de Carvajal fueron derrotados y decapitados. Termina haciendo un elogio de un sacerdote (pues no faltaron los clérigos entusiastas del rebelde Gonzalo Pizarro): "Suplico a vuestra señoría que haga buen tratamiento al padre Ortún Sánchez (del que ya hemos hablado), pues en verdad trabaja mucho cada día, de acá para allá, en servicio de vuestra señoría".
     Enviada la carta con Rodrigo Pérez de Zamudio, un criado de Gonzalo Pizarro que se ocupaba de sus haciendas (junto al clérigo Ortún Sánchez), la tropa de Carvajal también se encontraba al límite del aguante por falta de alimentos, "por lo cual, el licenciado Cristóbal Sánchez (el médico), que entonces mandaba en todo, le dijo al maestre de campo, Dionisio de Bobadilla, que fuese a Vilcas para conseguir provisiones".

     (Imagen) Da la impresión de que los clérigos parroquiales eran menos ejemplares que los frailes. Fue el caso de Bartolomé de las Casas, quien, ya sacerdote, al recibir una sacudida de su conciencia por los abusos que se cometían con los indios, ingresó de inmediato en un convento dominico. Hablemos hoy del clérigo ALONSO MÁRQUEZ, el cual vivía a su aire. Era natural de Vellosillo (Segovia). El año 1541, ejerciendo de sacerdote en la catedral de Ávila, Carlos V lo propuso como canónigo (véase el escrito de la imagen) a fray Tomás de Berlanga, el extraordinario obispo de Tierra Firme (Panamá). Después fue confesor del medio blasfemo Francisco de Carvajal (aunque da la impresión de que solo lo tenía de adorno), y aparece también en la correspondencia que guardaba Pedro de la Gasca, donde vamos a encontrar datos sobre su complicada deriva. Día 8 de febrero de 1547. El capitán Alonso de Hinojosa le escribe a Gonzalo Pizarro: " Envié dos clérigos llamados Márquez y Tello. Los dos son muy bulliciosos. Haga con ellos su señoría lo que quisiese, pues yo al clérigo que aquí no ande a derechas, se lo enviaré para que lo castigue". Día 24 de febrero. El obispo del Cuzco, Juan de Solano (sin duda obligado a transigir con los rebeldes) le comunica a Gonzalo Pizarro: " Le envío a vuestra señoría al padre Márquez. De sus culpas y de las cosas que haya hecho, quien mejor le podrá informar es el que lo lleva, el capitán Francisco de Carvajal. El clérigo va desterrado de este obispado, y con propósito de irse a Roma para que lo absuelvan". Día 24 de diciembre de 1547. Un informe de Pedro de la Gasca comunica al Consejo de las Indias datos muy significativos. Dice que se presentó Alonso Márquez (que ya estaba a su servicio) con cartas que daban cuenta de hechos vitales, ocurridos a escasos cuatro meses de la derrota final de Gonzalo Pizarro. Por falta de espacio, los veremos en la próxima imagen. Digamos ahora solamente que ALONSO MÁRQUEZ, salió bien parado de sus arriesgadas compañías, pues supo abandonar a tiempo a Francisco de Carvajal, y disfrutar de su holgada existencia (hay constancia de que tuvo permiso para llevar esclavos negros a las Indias).    



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