(712) El cronista Santa Clara hace un gran
elogio de la habilidad, inteligencia y tacto que Pedro de la Gasca derrochaba en
todas sus decisiones, lo cual resulta asombroso tratándose de un hombre que,
sin tener formación militar, estaba en vísperas de enfrentarse al poderoso
ejército de Gonzalo Pizarro. Hombre previsor, preparó de antemano un expediente
judicial, que le iba a permitir, en caso de victoria, ejecutarlo de inmediato, en
él y en sus principales capitanes: "Después de haber enviado hacia Lima
por mar a los cuatro capitanes, mandó al oidor Andrés de Cianca y al mariscal
Alonso de Alvarado que hiciesen una información de testigos, recién venidos del
Perú, contra Gonzalo Pizarro, y luego se hizo proceso criminal contra Gonzalo
Pizarro, sus cómplices y secuaces, probándose que se habían alzado con la
tierra de Su Majestad, y retenían los dineros y derechos que pertenecían a la
Caja Real, además de haber apresado a Pedro Hernández de Paniagua, mensajero
del Rey, quitándole por la fuerza la real carta que llevaba, por todo lo cual
habían cometido atroz delito. Se añadieron otras cosas que convenían, y se
mandó guardar las acusaciones para su tiempo y lugar. Tras hacer estas cosas
contra los rebeldes, comenzó a mostrarse muy afable y cortés con todos los
capitanes y soldados. Mandó enseguida hospedarlos muy bien, aposentándolos en
las casas de los vecinos y mercaderes ricos, y los proveyó de dineros y ropa
que los mercaderes les dieron, a quienes después les fueron bien pagados. Con
esa prudencia y cordura comenzó a gobernar todo el ejército real y la flota de
la mar. Y no gobernaba con soberbia, sino que más parecía padre y hermano de
todos, por lo cual, en adelante fue muy querido de todos y tenido en mucho,
porque sus virtudes y gran bondad lo merecían".
Tras
lo dicho, Santa Clara nos cuenta un engaño que utilizó Pedro de la Gasca para
enterarse de quiénes de los que se habían pasado a su bando eran sinceros. Se
extiende mucho explicando cómo hizo algo idéntico Alejandro Magno, de donde
quizá La Gasca copiara la idea. El tramposo método fue eficaz, y ambos
personajes utilizaron el resultado de forma sensata y razonable. Veámoslo en el
caso de Pedro de la Gasca: "A imitación de Alejandro Magno, les rogó a
todos en general, capitanes, alféreces, sargentos, cabos y soldados del
ejército, que escribiesen a los amigos que tenían en Perú, y a Gonzalo Pizarro,
para que supiesen que se encaminaban hacia ellos, y todo lo que había sucedido,
como lo de la entrega de la flota, sin ocultar nada, porque, gracias a lo que
ellos les escribiesen, podría ser que muchos se entregasen al servicio de Dios
y del Rey, y no haría falta dar ninguna batalla". Les animaba también a que
trataran de convencerlos diciéndoles que, si seguían siendo rebeldes,
terminarían derrotados, y no podrían escapar de la justicia humana ni de la
divina.
Después les dijo que también él estaba
preparando una carta para Gonzalo Pizarro y sus capitanes, "y que le
diesen sus cartas, porque él las enviaría mediante un mensajero que las llevase
con toda seguridad; dichas estas cosas todos dijeron que así lo harían, sin
darse cuenta de su astucia, y, con esto, se fue cada uno a su posada para
cumplir lo pedido por La Gasca".
(Imagen) Digamos algo del aristocrático JUAN
DE SALAS VALDÉS. No está claro si fue el Juan Valdés que figura entre los 63
vecinos (se equivoca Santa Clara al decir que fueron 60) que le escribieron una
dura carta a Pedro de la Gasca por presión de Gonzalo Pizarro. Juan de Salas
Valdés tuvo una biografía muy interesante. Se discute si era hermano del
arzobispo de Sevilla Fernando de Valdés de Salas. Pero no hay duda: acabo de
ver que un sobrino homónimo de Juan de Salas, lo asegura en un expediente que
presentó el año 1586. El arzobispo daba el tipo del clérigo mundano (tuvo un
hijo), inteligente, poderoso y lleno de cargos del más alto nivel (demasiado
frecuente en aquellos tiempos): fue miembro del Consejo de Castilla e
Inquisidor General. Es muy conocido por su dura actualización del Índice de
Libros Prohibidos, y le encargaron el famoso procesamiento del obispo Bartolomé
de Carranza, acusado de herejía, quien apeló a Roma y allí murió tras largos
años recluido en el castillo de Sant'Ángelo. JUAN DE SALAS VALDÉS nació en
Salas (Asturias), y llegó a las Indias acompañando al virrey Blasco Núñez, lo
que demuestra valentía, porque la misión encargada por el Rey era peliaguda.
Luchó contra Gonzalo Pizarro, y participó en la batalla de su derrota
definitiva. Se le recompensó con encomiendas. Ejerció en el Cuzco como funcionario
de la Hacienda Real, y tuvo en la ciudad los cargos más importantes, como el de
alcalde. Su mayor influencia la alcanzó por la gran estima que le tenía
Francisco de Toledo, el gran virrey de Perú, uno de los mejores de toda la
historia de las Indias. Hay una muestra de que acumuló mucha riqueza: su
magnífica casa del Cuzco, cuya impresionante fachada es la de la imagen. En
ella aparecen de izquierda a derecha los bustos de su mujer, Usenda de Baztán y
Tordoya (hija de nuestro viejo conocido Gómez de Tordoya), el propio Juan de
Salas, su hijo Fernando de Valdés, y su nuera, Leonor de Tordoya. JUAN DE SALAS
VALDÉS murió en el Cuzco el año 1585.
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