(690)
Pedro de la Gasca llegó pronto a la conclusión de que la guerra sería inevitable.
Añade Santa Clara: "Cuando vio la gran dureza de algunos hombres
principales de los que necesitaba ayuda, perdió la esperanza y pensó que no
lograría nada, porque los demás serían de la misma opinión, y el moriría en su
empeño. Además, Alonso de Alvarado, que tenía allí muchos amigos de tiempos
pasados, les dijo cosas que se referían al servicio de Su Majestad, y ninguno
de ellos se atrevió a a dar un paso, por el gran miedo que tenían del general
Pedro de Hinojosa, salvo aquellos que ya estaban decididos. Los dos oidores y
el Adelantado Pascual de Andagoya hicieron por su parte lo que pudieron, pero
tampoco hallaron a ninguno que les hiciese caso, por miedo a ser matados por
los tiranos. De manera que Pedro de la Gasca, no viendo otra solución, determinó
recurrir al rigor y la fuerza, por lo cual escribió secretamente muchas cartas
a diversas partes de las Indias. Todo esto lo sabía el general Pedro de
Hinojosa, de los cual se reía mucho, sintiéndose poderoso con la flota y la
tropa de Gonzalo Pizarro, de manera que él y los demás capitanes que le seguían
estaban seguros de que nadie se atrevería a enfrentarse a ellos. Además, en
este tiempo murió el oidor (Íñigo de) Rentería, que era hombre de
grandes letras, con gran pesar de todos sus amigos y conocidos".
Aunque Hinojosa andaba sobrado de
autosuficiencia, envió unos mensajeros para que hablaran con La Gasca, y otros
para que lo hicieran con el oidor Cianca, el adelantado Pascual de Andagoya y
el mariscal Alonso de Alvarado, de manera que, estos últimos, "haciéndoles
ofrecimientos de mercedes, les dijeran cuáles eran las intenciones de La Gasca,
pero, como no eran cañas movedizas, no
les contaron nada, ni admitieron oír sus vanas promesas". Como tampoco La
Gasca dio explicaciones, Hinojosa decidió visitarlo personalmente. En cuanto se
vieron, Hinojosa le expuso las cuestiones en las que su llegada podía afectar a
Gonzalo Pizarro y sus partidarios. Le respondió centrándose en la parte
positiva de su misión, pero sin descubrir lo que podría disgustarle. Le dijo
que habían quedado revocadas las Leyes Nuevas, y que él tenía poderes de Su
Majestad para encauzarlo todo de manera que salieran beneficiados los españoles
y los nativos.
Palabras bonitas que a Hinojosa no le
interesaban demasiado. Como no le había respondido a la principal de sus
preguntas, volvió a planteársela: "Le dijo que se sentía decepcionado
porque no le contestaba sobre si había traído la Gobernación de Perú para
Gonzalo Pizarro, pues ya se tenía por cierto que él mismo venía con los documentos,
porque así se lo habían escrito desde España. Y era verdad que muchos lo habían
hecho, siendo uno de ellos el Contador General de Su Majestad, Agustín de
Zárate, que lo había escrito a Panamá con el fin de que allí fuera muy bien
recibido el presidente La Gasca". Había sido, pues una estrategia de
precaución. Recordemos que Gonzalo Pizarro creyó, por ese rumor, que, cuando
llegara a Lima el mensajero Pedro Hernández Paniagua (veremos ahora otra vez su
partida), le iba a confirmar su nombramiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario