viernes, 29 de mayo de 2020

(Día 1121) Siguiendo el ejemplo del prestigioso Diego de Mora, muchos capitanes iban abandonando a Gonzalo Pizarro: Bartolomé de Villalobos (que mató a Miguel de Estacio), Francisco de Olmos, el licenciado León, Juan de Saavedra, Gómez de Alvarado y otros.


     (711) Pero en aquel revuelto mundo, las fidelidades no tenían cimientos firmes: "Diego de Mora envió, como le mandaron, el mensajero a Lima, pero quedó confuso sobre lo que haría, si seguir en el bando de Gonzalo Pizarro, o en el otro. Primeramente, se aseguró de que iban a ser revocadas las Leyes Nuevas y de que Su Majestad perdonaría todo lo pasado. Después, tomó de su hacienda todo el oro y plata que pudo, lo embarcó en un navío, y se fue a Panamá, llevando a su mujer consigo y a cuarenta soldados, entre los que había algunos vecinos de Trujillo".
     La noticia de que se acercaban cuatro navíos llegó pronto a Lima, aunque no se sabía quiénes iban en ellos. Gonzalo Pizarro se preparó por si hacía falta defenderse. Se enteró de la espantada de Diego de Mora, y tomó otra decisión que va a resultar inútil: "Mandó que fuese a Trujillo en un navío el Licenciado León para tomar el puesto que había abandonado Mora, pero a los pocos días de su navegación, topó con Lorenzo de Aldana y los suyos, y se hizo de su bando".
     No acabó ahí la cosa, porque hubo un rosario de deserciones entre los capitanes de Gonzalo Pizarro. Cuando el Licenciado León fue convencido para hacerlo, estaba retornando a Trujillo Diego de Mora, con toda la gente que había sacado de la ciudad, ya que Lorenzo de Aldana le animó a prepararse para luchar contra Gonzalo Pizarro. Dejó en Trujillo a los hombres que tenía enfermos, y fue a Cajamarca para reclutar gente, confiando en que los escritos con la revocación de las ordenanzas y los perdones del Rey darían buen resultado: "Con aquellas noticias, acudieron muchos para servir a Su Majestad, y, entre ellos, el sevillano Juan de Saavedra, Gómez de Alvarado y Juan Porcel, a quien Gonzalo Pizarro le había escrito para que estuviese preparado para cuando le llamase. En total, se reunieron en aquellas provincias con Diego de Mora, para servir al Emperador, más de trescientos hombres".
     Aquello era contagioso: "Sabiéndolo Bartolomé de Villalobos, que estaba en Tumbes, recogió toda la gente que pudo, y huyó por tierra para unirse con Gonzalo Pizarro, pero en el camino le prendieron sus mismos hombres, y le persuadieron para cambiase de pensamiento, volviendo a Piura (300 km al sur de Tumbes), y tuviese aquel lugar en nombre de Su Majestad, como lo había tenido en el de Gonzalo Pizarro, y él lo aceptó. Lo mismo acaeció en Puerto Viejo, donde estaba Francisco de Olmos como teniente de Gonzalo Pizarro. Sabiendo lo que pasaba, Olmos fue a Guayaquil con algunas personas de confianza, y, disimulando a lo que iba, ganó la mano a Manuel Estacio, que estaba allí como teniente de Gonzalo Pizarro, y le dio de puñaladas antes de que se las diese el otro a él, y alzó bandera por Su Majestad. Y de esta forma se sometieron todas aquellas gentes, tenientes y capitanes de Gonzalo Pizarro, con la sola noticia de las ordenanzas revocadas y el perdón general, pues no fueron menester otras persuasiones".

     (Imagen) Va de traiciones. Recordemos que el virrey había enviado a Gonzalo Díaz de Pineda para que apresase a Pedro de Puelles, el cual se había incorporado a las tropas de Gonzalo Pizarro. Sin embargo, Pineda, que era yerno de Puelles, abandonó al virrey para hacerse gonzalista. Además del virrey, hubo alguien que también se irritó sobremanera por esa traición: MANUEL ESTACIO. Quizá fuera un gesto para que el virrey le diera el cargo de Pineda, pero se lo concedió a Jerónimo de la Serna. Cuando los oidores apresaron al virrey, Manuel Estacio, posiblemente resentido por lo que había pasado, se puso a sus órdenes, en clara rebeldía contra la Corona. El oidor Cepeda, que presidía la Audiencia de Lima, lo nombró capitán de una compañía militar, y luego, ya sirviendo directamente a Gonzalo Pizarro, se le encargó el gobierno de la ciudad de Guayaquil. Su vida se va a cruzar con FRANCISCO DE OLMOS, otro que dio el cambiazo, pero a la inversa: de estar al servicio de Gonzalo Pizarro, se pondrá a las órdenes de Pedro de la Gasca. Recordemos que el brutal HERNANDO BACHICAO echaba pestes de Olmos, desconfiando de su fidelidad a Gonzalo Pizarro; y acertó, porque se pasó al bando de Pedro de la Gasca, y lo primero que hizo fue matar al gonzalista Estacio, que estaba gobernando en Guayaquil. Resulta dramático que, unos meses antes, Estacio le escribiera a Gonzalo diciéndole que Olmos "es muy buen servidor de su señoría". Estacio era hermano de la mujer que, como vimos, daba vivas al Rey en Quito, por lo que la mató Pedro de Puelles. Y se lamenta en otra carta a Gonzalo: "Pésame en el alma que culpen a mi hermana, a la cual yo niego como hermana si ella hizo lo que dicen". La imagen muestra un documento en el que FRANCISCO DE OLMOS le exponía al Rey sus pasados méritos. Hay dos cosas llamativas. Expone que también había estado bajo el mando del virrey, pero oculta que se pasó después a las tropas de Gonzalo Pizarro, quien le adjudicó el mando en Puerto Viejo. Luego, 'de oca en oca', dio el último cambiazo para unirse a Pedro de la Gasca. Así se explica que, en 1569, siguiera aún vivo.



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