(711) Pero en aquel revuelto mundo, las
fidelidades no tenían cimientos firmes: "Diego de Mora envió, como le
mandaron, el mensajero a Lima, pero quedó confuso sobre lo que haría, si seguir
en el bando de Gonzalo Pizarro, o en el otro. Primeramente, se aseguró de que
iban a ser revocadas las Leyes Nuevas y de que Su Majestad perdonaría todo lo
pasado. Después, tomó de su hacienda todo el oro y plata que pudo, lo embarcó
en un navío, y se fue a Panamá, llevando a su mujer consigo y a cuarenta
soldados, entre los que había algunos vecinos de Trujillo".
La noticia de que se acercaban cuatro
navíos llegó pronto a Lima, aunque no se sabía quiénes iban en ellos. Gonzalo
Pizarro se preparó por si hacía falta defenderse. Se enteró de la espantada de
Diego de Mora, y tomó otra decisión que va a resultar inútil: "Mandó que
fuese a Trujillo en un navío el Licenciado León para tomar el puesto que había
abandonado Mora, pero a los pocos días de su navegación, topó con Lorenzo de
Aldana y los suyos, y se hizo de su bando".
No acabó ahí la cosa, porque hubo un
rosario de deserciones entre los capitanes de Gonzalo Pizarro. Cuando el
Licenciado León fue convencido para hacerlo, estaba retornando a Trujillo Diego
de Mora, con toda la gente que había sacado de la ciudad, ya que Lorenzo de
Aldana le animó a prepararse para luchar contra Gonzalo Pizarro. Dejó en
Trujillo a los hombres que tenía enfermos, y fue a Cajamarca para reclutar
gente, confiando en que los escritos con la revocación de las ordenanzas y los perdones
del Rey darían buen resultado: "Con aquellas noticias, acudieron muchos
para servir a Su Majestad, y, entre ellos, el sevillano Juan de Saavedra, Gómez
de Alvarado y Juan Porcel, a quien Gonzalo Pizarro le había escrito para que
estuviese preparado para cuando le llamase. En total, se reunieron en aquellas
provincias con Diego de Mora, para servir al Emperador, más de trescientos
hombres".
Aquello era contagioso: "Sabiéndolo
Bartolomé de Villalobos, que estaba en Tumbes, recogió toda la gente que pudo,
y huyó por tierra para unirse con Gonzalo Pizarro, pero en el camino le
prendieron sus mismos hombres, y le persuadieron para cambiase de pensamiento,
volviendo a Piura (300 km al sur de Tumbes), y tuviese aquel lugar en
nombre de Su Majestad, como lo había tenido en el de Gonzalo Pizarro, y él lo
aceptó. Lo mismo acaeció en Puerto Viejo, donde estaba Francisco de Olmos como
teniente de Gonzalo Pizarro. Sabiendo lo que pasaba, Olmos fue a Guayaquil con
algunas personas de confianza, y, disimulando a lo que iba, ganó la mano a
Manuel Estacio, que estaba allí como teniente de Gonzalo Pizarro, y le dio de
puñaladas antes de que se las diese el otro a él, y alzó bandera por Su
Majestad. Y de esta forma se sometieron todas aquellas gentes, tenientes y
capitanes de Gonzalo Pizarro, con la sola noticia de las ordenanzas revocadas y
el perdón general, pues no fueron menester otras persuasiones".
(Imagen) Va de traiciones. Recordemos que
el virrey había enviado a Gonzalo Díaz de Pineda para que apresase a Pedro de
Puelles, el cual se había incorporado a las tropas de Gonzalo Pizarro. Sin
embargo, Pineda, que era yerno de Puelles, abandonó al virrey para hacerse
gonzalista. Además del virrey, hubo alguien que también se irritó sobremanera
por esa traición: MANUEL ESTACIO. Quizá fuera un gesto para que el virrey le
diera el cargo de Pineda, pero se lo concedió a Jerónimo de la Serna. Cuando
los oidores apresaron al virrey, Manuel Estacio, posiblemente resentido por lo
que había pasado, se puso a sus órdenes, en clara rebeldía contra la Corona. El
oidor Cepeda, que presidía la Audiencia de Lima, lo nombró capitán de una
compañía militar, y luego, ya sirviendo directamente a Gonzalo Pizarro, se le
encargó el gobierno de la ciudad de Guayaquil. Su vida se va a cruzar con
FRANCISCO DE OLMOS, otro que dio el cambiazo, pero a la inversa: de estar al
servicio de Gonzalo Pizarro, se pondrá a las órdenes de Pedro de la Gasca.
Recordemos que el brutal HERNANDO BACHICAO echaba pestes de Olmos, desconfiando
de su fidelidad a Gonzalo Pizarro; y acertó, porque se pasó al bando de Pedro
de la Gasca, y lo primero que hizo fue matar al gonzalista Estacio, que estaba
gobernando en Guayaquil. Resulta dramático que, unos meses antes, Estacio le
escribiera a Gonzalo diciéndole que Olmos "es muy buen servidor de su
señoría". Estacio era hermano de la mujer que, como vimos, daba vivas al
Rey en Quito, por lo que la mató Pedro de Puelles. Y se lamenta en otra carta a
Gonzalo: "Pésame en el alma que culpen a mi hermana, a la cual yo niego
como hermana si ella hizo lo que dicen". La imagen muestra un documento en
el que FRANCISCO DE OLMOS le exponía al Rey sus pasados méritos. Hay dos cosas
llamativas. Expone que también había estado bajo el mando del virrey, pero
oculta que se pasó después a las tropas de Gonzalo Pizarro, quien le adjudicó
el mando en Puerto Viejo. Luego, 'de oca en oca', dio el último cambiazo para
unirse a Pedro de la Gasca. Así se explica que, en 1569, siguiera aún vivo.
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