viernes, 22 de mayo de 2020

(Día 1115) La carta que le envió Gonzalo Pizarro a Pedro de la Gasca era una autodefensa llena de argumentos absurdos, que aburrían hasta al cronista Inca Garcilaso.


     (705) Sigue Gonzalo Pizarro tergiversando los hechos en la carta que le envió a Pedro de la Gasca: "Lo que nos ha quedado a mis hermanos y a mí de todos nuestros trabajos es solo el recuerdo de haber servido a Su Majestad. Porque todo lo que en la tierra hemos ganado, se ha gastado a su servicio. Cuando vino Blasco Núñez (antes morir que llamarlo virrey), nos hallábamos los hijos del Marqués, Hernando Pizarro y yo sin tener oro ni plata (aunque tanto habíamos enviado a Su Majestad), y sin tener un palmo de tierra, habiendo acrecentado tanta la de su Real Corona". Sigue en el texto presumiendo de que es más fiel al Rey que nadie, y de que le admira sin medida por su grandeza, sabiendo todos que le encanta enterarse de sus victorias. Inca Garcilaso, aburrido de la perorata, no termina el documento: "El resto del contenido de la carta, lo dejamos por impertinente, ya que solamente trata de culpar al virrey Blasco Núñez Vela de todo lo pasado, y de disculparse diciendo que todas las ciudades le eligieron como Procurador General, y que los oidores, con el respaldo del Sello Real, le mandaron que echase del Perú a Blasco Núñez Vela, y que él no hizo nada por voluntad propia, sino obedecer lo que se le mandó".
          No cabe duda de que Gonzalo Pizarro tenía que ser inmensamente rico, a pesar de sus quejas, y, quizá más todavía, Hernando Pizarro. Pero, puesto a hilar fino, Inca Garcilaso, explica por qué Gonzalo se quejaba de que no tenían tierras: "Al decir Gonzalo Pizarro que no les queda un palmo de tierra, se refiere a que no poseían sus encomiendas en mayorazgo perpetuo, como la tienen los nobles de España, a los que se lo dieron los reyes pasados por haberles ayudado a conquistarla y a echar fuera a los moros de ella, pues, aunque Gonzalo Pizarro y Hernando Pizarro tenían repartimientos de indios, no eran perpetuos, sino de por vida, y, aunque el Marqués Don Francisco Pizarro también los tuvo, se habían acabado ya con su muerte, y sus hijos no los heredaron".
     Seguiremos ahora con el texto del cronista Pedro Gutiérrez de Santa Clara porque nos hace ver con agilidad los hábiles malabarismos de Pedro de la Gasca para ir ganándose a hombres importantes, clérigos y militares, que estaban a favor de Gonzalo Pizarro. Ya hemos visto cómo sedujo a Pedro de Hinojosa, pieza difícil, y que Lorenzo de Aldana se puso a su servicio porque, aunque enviado por Gonzalo Pizarro, no simpatizaba con la rebeldía a la Corona. Ahora nos contará la forma en que convenció La Gasca a Gómez Solís (al que ya dediqué una imagen), quien llegó a Panamá más tarde que Aldana, pero con la misma misión. Primeramente, el cronista va a mostrarnos también la capacidad organizativa de La Gasca: "Comenzó con toda la diligencia posible a juntar armas y vituallas, con dos fines:  ir contra los rebeldes que, según le habían dicho, estaban en la ciudad de Lima, y engrosar la armada que estaba en el puerto, por si Gonzalo Pizarro, viendo que ninguno de sus navíos volvía allá, quisiese enviar contra Panamá los que le quedaban".

      (Imagen) Hablé de este otro MARTÍN PIZARRO hace mucho tiempo, y me tragué algún error. La verdad es que despierta simpatía y admiración por su peculiar biografía (digna de una película), y hasta se comprende su drama al tener que seguir la rebeldía de Gonzalo Pizarro. Su hija, que tenía el significativo nombre de Francisca Pizarro, nos lo va a explicar muy bien. Fue una rara avis, puesto que, siendo indio, se convirtió en un intérprete que ejerció como respetable conquistador, al que se daba el selecto tratamiento de 'Don', todo lo contrario del indio Felipillo, también intérprete, pero astuto y traicionero, quien se la jugó a Pizarro y a Almagro, aunque, con este último, le costó la vida. Francisca pidió una ayuda al Rey, como se ve en el texto de la imagen, que voy a resumir. Martín abandonó a su familia indígena, "por la gran afición que tuvo a los españoles". Hizo de intérprete, pero, cuando fue necesario, también luchó contra los indios, aunque, con frecuencia, bastaba su ejemplo para que aceptaran la paz, "sin que fuese menester conquistarlos por las armas, de lo que resultó aumento de nuestra Santa Fe Católica y de vuestra Hacienda Real". Y añade: "Don Francisco Pizarro, mirando sus grandes servicios, le casó con doña Luisa de Medina, mi madre, mujer española y persona de calidad, y le dio una encomienda de indios, que luego le mejoró el gobernador Vaca de Castro". Pero llegó el drama: "Como mi padre había visto que los Pizarro siempre fueron obedecidos, no pudo entender que lo que hacía Gonzalo Pizarro fuese mal hecho, y así, viendo que todos los vecinos del Perú le seguían y le llamaban gobernador, le siguió". Tras ser derrotados, Pedro de la Gasca ("que había perdonado a muchos que hicieron gravísimas traiciones") le quitó a su padre la encomienda de indios y lo desterró. Martín tuvo el coraje de venir a España con su mujer y su hija (de solo cuatro años) para protestar ante el Rey, pero murió al llegar. La brava Francisca, ya casada, repitió viaje a España con su marido, quien también falleció, y, desesperada, le pide al Rey que le conceda "una renta con la que pueda vivir y volverse a casar en Perú". La petición está firmada en Madrid en junio de 1567.



No hay comentarios:

Publicar un comentario