jueves, 21 de mayo de 2020

(Día 1114) A escondidas, algunos de los que habían sido los más rebeldes le confesaban a Paniagua que querían pasarse al bando de La Gasca, quien, por su parte, le había revelado que tenía orden de concederle la gobernación a Pizarro, si la mayoría de los conquistadores lo exigían.


    (704) Volvamos a la crónica de Inca Garcilaso de la Vega. Le habíamos dejado contando las reacciones que hubo entre los gonzalistas cuando se leyeron las cartas que Pedro de la Gasca les había enviado, haciendo de mensajero Pedro Fernández Paniagua, y ahora nos va a revelar un detalle sorprendente. En primer lugar habla de la hipocresía de algunos partidarios de Gonzalo Pizarro,  y, luego, de algo que Pedro de la Gasca ocultaba: "Además de las consultas que se hicieron en público, hubo otras secretas contra Gonzalo Pizarro en la posada de Fernández Paniagua, pues, sin él pedirlo, le visitaron muchos aquella primera noche y las demás que estuvo en Lima, para ponerse de su lado, diciéndole que ellos eran servidores de Su Majestad, y que estaban contra su voluntad en poder de Gonzalo Pizarro. Le pidieron que tomase sus nombres, para decirle a Pedro de la Gasca quiénes eran. Se lo decían a solas los vecinos más principales, y eran los que más habían estado a favor de Gonzalo Pizarro, y los que votos más duros habían dado contra Pedro de la Gasca, diciendo que se le matase a puñaladas, o con veneno, o desfondando, para que se hundiese, el navío en el que fuese al Perú".
     Veamos ahora el secreto que Pedro de la Gasca tenía guardado: "Estos contactos que tuvieron lugar de noche, trajeron como consecuencia que Paniagua no fuese claro con Gonzalo Pizarro, pues Pedro de la Gasca le había dicho privadamente: 'Descubrid con mucho cuidado cuál es la intención de los que están con Pizarro, de manera que, si veis que le siguen fielmente todos a una, le digáis  de mi parte que se sosiegue, pues yo llevo orden de su Majestad para confirmarle la gobernación que tiene del Perú. A mi partida de España, me dijeron los del Consejo de Su Majestad que, si toda la tierra estuviese a favor de Gonzalo Pizarro, lo dejase como Gobernador, y sus postreras palabras fueron que se quedara toda la tierra para el Emperador, y la gobernara el Diablo. Os confío este secreto como me lo confiaron a mí".
     La carta que le enviaba Pedro de la Gasca a Gonzalo Pizarro se la entregó Paniagua en setiembre de 1546. Aunque en algunos momentos corrió peligro de que lo mataran, finalmente le permitieron volver en enero del año siguiente, y llevando para La Gasca una carta del propio Gonzalo, en la cual lo trata de 'reverendo señor', dada su condición de clérigo. Le habla con cortesía, mostrándose agradecido, y considera que sus palabras son sinceras, "como corresponde a una persona de tanta calidad, y tan extremada en ciencia y letras como vuestra merced es". Le pide que crea que él "siempre ha tenido la voluntad de servir a Su Majestad, pues mis obras y las de mis hermanos han dado claro testimonio de ello". Y muestra la prueba (sin hablar de la chapuza posterior): "Pues yo, no con palabras sino con mi persona, y las de mis hermanos y parientes, he servido a Su Majestad dieciséis años que hace que llegué a estas partes, habiendo aportado a la Corona Real de España mayores y mejores tierras, y más cantidad de oro que cualquier otro de los que han nacido en España, y esto a mi costa, sin que Su Majestad haya gastado un peso en ello".

     (Imagen) Vamos a ver si resolvemos (en parte) un embrollo. Se suele confundir las andanzas de dos Martín Pizarro. El que ahora nos ocupa fue uno de los sesenta y dos notables de la ciudad de Lima que firmaron una dura carta enviada a Pedro de la Gasca, bastantes de ellos presionados con amenazas patentes o latentes, como, sin duda el gran Nicolás de Ribera. Este MARTÍN DE PIZARRO, nacido el año 1507, sería de los que se prestaron gustosos, ya que era primo de Gonzalo Pizarro. Llegó al Perú traído desde Trujillo el año 1530 por Francisco Pizarro, con quien iban también sus cuatro hermanastros (contando a Francisco Martín de Alcántara), y dos parientes bien conocidos, Pedro Pizarro, el cronista, y Juan Pizarro de Orellana. Martín Pizarro participó en el apresamiento de Atahualpa y fue testigo de su ejecución. Su residencia habitual fue la ciudad de Lima, en donde, ya desde su fundación, ocupó cargos de mucho relieve. Se encontraba enfermo cuando asesinaron a Pizarro, pero tuvo la valentía de ir a su casa, y el detalle de mostrar su dolor colocándole al cadáver una espuela en el pie, acrecentándose la antipatía que los almagristas ya le tenían. La consecuencia lógica fue que, después, Martín se puso a las órdenes de Vaca de Castro para luchar contra ellos. ¿Y qué pasó luego? Su nuera, Mariana de Cepeda (en el texto de la imagen, dirigido al Rey), oculta y miente. Ni siquiera menciona la guerra entre Gonzalo y el virrey, sin duda porque Martín luchó junto a su rebelde pariente. Y luego dice que estuvo al servicio de Pedro de la Gasca en Jaquijaguana contra Conzalo, quien resultó derrotado y muerto, lo cual es verdad. Pero presume de que Martín fue el primero que se puso al servicio de La Gasca (en cuanto supo que llegaba enviado por el Rey). En realidad, Martín traicionó a Gonzalo en el último momento, como otros muchos, y se benefició de los perdones que dio La Gasca a casi todos los que lo hicieron. Después MARTÍN PIZARRO batalló contra el último rebelde, Hernández Girón, y murió tranquilamente el año 1557. (Nos espera en la siguiente imagen, para corregir confusiones, el otro Martín Pizarro).



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