jueves, 14 de mayo de 2020

(Día 1108) La carta del Rey y la de Pedro de la Gasca, que este envió a Gonzalo Pizarro, tenían ambas el mismo tono diplomático de admitirle buena voluntad en todo lo que hizo, aunque era un paso previo para la guerra, si fuera necesaria.


     (698) Ese descortés trato del Rey le tuvo que encoger el alma a Gonzalo Pizarro, porque, aunque ya lo temiera, es probable que hubiese dado cierto crédito a los rumores de que los documentos que traía Pedro Hernández Paniagua contenían su nombramiento oficial para el ilustre cargo de Gobernador. Veamos lo que le dice el Rey a Gonzalo Pizarro (resumido): "Por vuestras cartas, y por otras comunicaciones, he sabido las alteraciones y cosas acaecidas en el Perú después de que llegara el virrey Blasco Núñez Vela, a causa de haber querido poner en ejecución las Leyes Nuevas por Nos hechas para el buen gobierno de esas partes, y buen tratamiento de sus naturales. Tengo por cierto que, ni vos, ni los que os han seguido, habéis tenido intención de desobedecernos, sino la de evitar la aspereza y rigor que el dicho virrey quería usar, sin admitir apelación alguna". Añade a continuación que, por ese  motivo, había enviado a Pedro de la Gasca con amplios poderes, "para que lo que, en nuestro nombre, él os mandare, lo cumpláis como si por Nos os fuese mandado, y de vos confiamos que así lo hagáis, pues tengo y tendré memoria de vuestros servicios, y de lo que el Marqués Don Francisco Pizarro, vuestro hermano, nos sirvió, para que sus hijos y hermanos tengan merced".
     En el texto, el Rey se muestra, quizá diplomáticamente, demasiado comprensivo con Gonzalo Pizarro, en perjuicio, además, de la memoria del virrey, cuya muerte, de haberla conocido (ocurrida un mes antes, pero sin que aún hubiese llegado la noticia), habría dado como resultado una carta muy diferente.
     Veamos el contenido resumido de la carta que le envió Pedro de la Gasca a Gonzalo Pizarro. Para empezar, utiliza un tratamiento más respetuoso. Lo llama 'Ilustre señor', pero eludiendo la palabra 'Gobernador'. El tono es cortés, y se disculpa ante Gonzalo por no haber podido enviarle antes la carta. Le explica que le envía las dos cartas, la del Rey y la suya, por medio de Pedro Hernández Paniagua, "porque es persona de la calidad que requiere Su Majestad, y tan principal en aquella tierra de vuestra merced (era también de Extremadura, aunque de Plasencia). En España hubo preocupación sobre cómo se deberían tratar las alteraciones que ha habido en el Perú tras la llegada del virrey Blasco Núñez, a quien Dios perdone (expresión habitual para hablar de un difunto), y a Su Majestad, tras oír los pareceres que sobre esto hubo, le pareció que las alteraciones no se habían causado para desobedecerle, sino por defenderse del rigor y la aspereza contra los derechos que, en vuestra apelación ante Su Majestad, habíais manifestado".
     Ya vemos que el tono del escrito sigue la misma pauta de aparente justificación (de lo que fue una clara rebeldía) que empleaba el Rey en el suyo, pareciendo casi que el tonto útil del conflicto era el virrey. La prueba evidente de que la culpa estaba en la actitud de Gonzalo Pizarro y sus hombres radica en que La Gasca fracasará en su actitud negociadora, y tendrá que triunfar a sangre y fuego. No obstante, el fracaso de estos planteamientos, le serviría, al menos, para dejar constancia, ante el Rey y el mundo entero, de que actuó sin precipitaciones, y de que la guerra fue inevitable. Como, además, la ganó, ha pasado a la Historia, justamente, como uno de los grandes personajes de las Indias.

     (Imagen) En la imagen anterior, hablé de que el licenciado Rodrigo Niño, mediante carta fechada en junio de 1547, y enviada desde el lejano valle de Atacama, fronterizo con Chile, le pedía ayuda a Gonzalo Pizarro para reforzar al cacereño ANTONIO DE ULLOA (veterano de Chile). Pues bien: en esos momentos estaba pensando Ulloa en traicionar a Gonzalo. Lo abandonó enseguida, se puso al servicio del capitán Diego Centeno, y, poco después, el 20 de octubre del mismo año, fueron derrotados los dos en la batalla de Huarina. Así lo cuenta Teresa de Ulloa, hija de Antonio de Ulloa y viuda del capitán Francisco de Tapia, en el escrito de la imagen, enviado al Rey para pedirle mercedes. Como era habitual, se contaba lo bonito, y se ocultaba lo inconveniente: Teresa no dice nada de la larga colaboración de su padre con Gonzalo Pizarro. Es llamativo que no lo situara en la batalla de Jaquijaguana, la de la definitiva derrota de Gonzalo Pizarro. Si se calla algo tan honroso, tiene que ser porque su padre no estuvo allí, aunque alguno lo diga. Nos resuelve otra duda al revelar cuándo murió. Para muchos cronistas fue un misterio, otros dijeron que ocurrió en Huarina, pero su hija lo deja bien claro: luchó después contra Girón, el último rebelde, bajo el mando de Alonso de Alvarado, resultaron derrotados en la batalla de Chuquinga, año 1554, y a ANTONIO DE ULLOA lo mataron. Despejemos otra duda. Se sabe que Ulloa se dirigía en un barco hacia Chile para llevarle tropas a Pedro de Valdivia por orden de Gonzalo Pizarro. Dicen que Ulloa tenía la secreta intención de matar a Valdivia, por viejos encontronazos en tierras chilenas. Pero, a la altura de Arequipa, el capitán del barco, Francisco Martínez, de acuerdo con algunos que iban a Chile desterrados por Gonzalo, entre ellos (como ya vimos), Alonso de Montemayor, cambió de rumbo para huir a México, dejando previamente en tierra a Antonio de Ulloa y los sodados que llevaba bajo su mando. Esa es la explicación de que se encontrara en el lejano valle de Atacama, donde tuvo tiempo y tranquilidad para darse cuenta (como lo hizo Rodrigo Niño) de que las ambiciones de Gonzalo Pizarro estaban condenadas al fracaso.




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