(693) Aunque a algunos pizarristas les
pareció que lo mejor era matar a Pedro de la Gasca, otros, por considerarlo una
monstruosidad, o por miedo a unos terribles castigos del Rey, propusieron algo
menos traumático, aunque igualmente en rebeldía contra la Corona: "Otros
decían que era mejor que lo volviesen a España, con buena provisión de dineros
para el camino, y así se viese que le habían tratado como a un ministro de Su
Majestad. Gastaron muchos días en esta confusión de pareceres, y, finalmente,
determinaron enviar procuradores a Su Majestad para negociar los asuntos, para
dar cuenta de los casos nuevamente sucedidos, y, especialmente, para justificar
el comienzo de la batalla de Quito y la muerte del virrey, cargándole siempre
la culpa por haberles forzado a que se la diesen, pues hubo que matarle para
defenderse de él".
Tanto en esta guerra como en las
anteriores, los rebeldes se aferraban estúpidamente a la esperanza de que el
Rey les diera la razón y les concediera lo que deseaban. Por esa terca ceguera,
también ahora, entre las peticiones al Rey, iban a incluir la de reconocerle a
Gonzalo Pizarro como Gobernador del Perú: "Determinado todo esto,
decidieron elegir a los embajadores que habían de venir a España, y, para darle
más autoridad a su embajada, pidieron muy encarecidamente a fray Jerónimo de
Loaysa, arzobispo de Lima, que aceptase ir en la embajada, para que en España
fuese mejor oída. Pidieron lo mismo al obispo de Santa Marta y a fray Tomás de
San Martín, provincial de los dominicos, mandando asimismo que los acompañasen
Lorenzo de Aldana y Gómez de Solís. Les dieron dineros para el camino, y, a
Gómez Solís, que era maestresala de Gonzalo Pizarro, treinta mil pesos para que
se los entregara a Pedro de Hinojosa. A Lorenzo de Aldana le pidió muy
encarecidamente, pues le obligaba la amistad y el común origen que tenían (Lorenzo,
de Cáceres, y, Gonzalo, de Trujillo), que le comunicase con brevedad y
fidelidad datos de su viaje y de lo que en Panamá supiese de los poderes que
traía Pedro de la Gasca. Se embarcaron por el mes de octubre del año
1546".
Pero Aldana era un hombre demasiado
sensato (otros dirían que oportunista) para cumplir lo que Gonzalo le había
encargado. Además, se encontró en Panamá un ambiente muy propicio para sus
intenciones. Pedro de Hinojosa (en cuya casa se alojó) y Hernán Mejía, ya de
entrada, le sugerían que quizá fuera conveniente ponerse al servicio de La
Gasca. Reaccionó con cierta ambigüedad, pero, pasados unos días, los tres
destaparon su convencimiento de que había que hacerlo: "Viéndose todos con
la misma voluntad, hablaron descubiertamente, y no solamente ellos, sino
también los demás capitanes fueron adonde Pedro de la Gasca (se diría que el
contrahecho clérigo hacía milagros), todos a una le dieron la obediencia y
le entregaron la armada de Gonzalo Pizarro. Decidieron guardar el secreto entre
todos hasta saber cómo tomaba Gonzalo Pizarro el comunicado que Pedro de la
Gasca le había enviado con Pedro Hernández Paniagua". Inca Garcilaso da
por bueno que lo hicieran con sincero deseo de servir a su Majestad, pero dice
que también pesó el hecho de que La Gasca les prometió respetar su paga, y
añade que, incluso, se la dio luego aumentada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario