lunes, 18 de mayo de 2020

(Día 1111) Hubo pareceres distintos, pero, tras oír a sus hombres, Gonzalo Pizarro decidió no recibir amistosamente a Pedro de la Gasca.


     (701) Volvamos a Inca Garcilaso para ver qué nos cuenta: "Después de que Gonzalo Pizarro, el licenciado Cepeda y Francisco de Carvajal leyeron las cartas, expusieron entre sí sus opiniones. Asombrosamente, el retorcido Carvajal se entusiasmó con las ofertas de Pedro de la Gasca, dando por seguro, además, que, tras lo que les había prometido, después confirmaría a Gonzalo Pizarro en su puesto de gobernador, por lo que "había que enviarle nuevos embajadores con la respuesta, y traerlo a hombros a la ciudad de Lima, enladrillándose los caminos por donde viniese con barras de plata y rejos de oro, y haciéndole el mayor regalo que fuese posible". Pero añadía que, si, una vez llegado, no fuese provechosa su venida, podrían hacer de él lo que quisieran.
     También el licenciado Cepeda, que lo conocía bien, se quedó perplejo con tanto entusiasmo: "Dijo que no convenía nada de lo que había dicho Francisco de Carvajal, pues las promesas de palabra no tienen ninguna seguridad, y que, metido el presidente La Gasca en la tierra de Lima, atraería a su bando a todos los de ella, pues no le habían enviado por ser hombre sencillo y llano, sino de grandes cautelas, astucias y falsedades". Insistió en que de ninguna manera se debía recibir al presidente La Gasca, porque sería la total destrucción de ellos.
     Tras oír a los dos, Gonzalo Pizarro, teniendo la clara impresión de que Pedro de la Gasca no le iba a aceptar como Gobernador de Perú, se inclinó hacia el parecer de Cepeda. Asegura Inca Garcilaso que la opinión de Cepeda ocultaba, además, razones personales: "Cepeda dio aquel parecer motivado también por su propia ambición, porque le pareció que, llegado La Gasca, él quedaría con poca autoridad, y quizá perdiera la silla de oidor, y hasta la vida, pues habiendo sido ministro de Su Majestad, había ido contra sus ordenanzas, y estado contra el virrey hasta matarle en batalla campal".
     A pesar de tener las cosas bastante claras Gonzalo Pizarro, quiso también saber la opinión de los letrados, de los capitanes y de los vecinos que tenían encomiendas de indios. Se juntaron en el cabildo unas ochenta personas. Inca Garcilaso dice (resulta extraño) que los pareceres más acertados coincidían con lo que había expuesto Carvajal, pero no fueron la mayoría, e insiste en que el motivo del rechazo había sido la ambición y el deseo de mandar. Sin duda, eso pesaba mucho, pero era una ingenuidad creer que, aceptando lo que La Gasca ofrecía, iban a conseguir las desmesuradas cosas que deseaban y por las cuales estaban dispuestos a batallar, entre otras, el reconocimiento de Gonzalo como gobernador.
     Carvajal no se pudo callar, y dijo en voz alta: "Señores: como seguidor del Gobernador Gonzalo Pizarro, y como quien tanto desea su prosperidad, he dado el parecer que creo más conveniente para que consiga lo que le deseo. Si no resultara así, yo ya he vivido muchos años, y tengo un buen palmo de pescuezo para la soga, como cada uno de vuestras mercedes". Inca Garcilaso se queja de que solamente el cronista Diego Fernández, el Palentino, recogiera la opinión de Francisco de Carvajal, e, incluso, abreviada: "Y no sé por qué, puesto que, acabada la guerra, se alababa públicamente la prudencia de Carvajal y cuán acertado habría sido su consejo si Gonzalo Pizarro lo hubiera seguido". Sin duda, lo apreciaba, y estaba deseoso de poder mostrar otra cara de Carvajal, menos terrorífica que la que aparece habitualmente en las crónicas.

     (Imagen Hace ya más de un año le hice una reseña a LUCAS MARTÍNEZ VEGASO. Hemos visto también en la imagen anterior que fue durante un tiempo amante de Beatriz de Salcedo, la musulmana que luego se casó con el veedor García de Salcedo. Pero hay más que contar; Lucas estuvo siempre muy unido a los Pizarro (desde antes de la derrota de Atahualpa), quizá por esa amistad propia de los paisanos, ya que nació en Trujillo, población que nutrió como ninguna otra las expediciones de la conquista de Perú. Fue espléndidamente recompensado por Francisco Pizarro, y eso le permitió a Lucas dar rienda suelta a su espíritu emprendedor, llegando a ser inmensamente rico. Le había concedido enormes extensiones de tierras en Arequipa (Perú) y Arica (Chile). Se discute últimamente que, como se venía diciendo, sea Lucas el creador de Arica, lo cual figura en un dudoso documento del año 1541. Sin embargo, parece lógico pensar que, aunque hubo una fundación posterior definitiva, es probable que Lucas estableciera previamente, como ocurría muchas veces, un poblado más elemental. Lo que no tiene duda es que, hacia el año 1541, él vivía a caballo entre Arequipa y Arica, pues están muy cerca, y, tan bien organizado, que preparó en esta última localidad (actualmente con 200.000 habitantes) un astillero para construir naves. Añadamos que era un rico minero y un gran productor agropecuario. Pues bien: toda esa riqueza se la confiscó Pedro de la Gasca por haber mantenido su fidelidad a Gonzalo Pizarro en la decisiva batalla de Jaquijaguana. Pero se produjo un milagro: Nicolás de Ribera, uno de los hombres más valientes, cabales y humanos que hubo en las Indias (además de formar parte del glorioso grupo de los Trece de la Fama), consiguió de Pedro de la Gasca, otro ser excepcional, que le devolviera todo lo confiscado. Pasaron muchos años, y LUCAS MARTÍNEZ VEGASO, en 1567, ya muy mayor, se casó con una hija del mencionado Nicolás Ribera llamada MARÍA DÁVALOS DE RIBERA, pero él murió ese mismo año. La imagen muestra un expediente de 1568, en el que el fiscal le crea problemas a la viuda con respecto a su herencia.



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