martes, 19 de mayo de 2020

(Día 1112) Pedro de la Gasca contestó a la dura carta de vecinos de Lima con otra enviada a Gonzalo Pizarro. El texto era un derroche de habilidad diplomática y firmeza al mismo tiempo.


     (702) Recordemos que, a petición de Gonzalo Pizarro, sesenta y dos vecinos importantes de la ciudad de Lima le escribieron una descortés carta a Pedro de la Gasca pidiéndole que no se presentara en Lima. El cronista Pedro Gutiérrez de Santa Clara copia la contestación que le envió al respecto al propio Gonzalo (lo resumo): "Ilustre señor. El pasado día trece me dio Lorenzo de Aldana una carta firmada por sesenta y dos hombres, en la que me escribían que no pasase a esa tierra porque mi entrada en ella no sería buena para ellos ni para mí. Me parece que es cosa de maravillar que se crea que un clérigo tan poca cosa como yo soy, y que solo ha venido con gran deseo de hacer el bien a todos los de esta tierra, haya hecho pensar que, si en ella entrase, pudiese ser peligroso para vuestra merced (no le da el trato de señoría), ni a otro alguno. También se me escribe que me vuelva de aquí a España, y, como yo deseo tanto verme vuelto allá, no solo no me daría pena, sino que me había de alegrar, pues lo habría hecho habiendo cumplido lo que me fue mandado por Su Majestad, aunque hubiesen tratado de impedírmelo vuestra merced, los que aquí están en la ciudad de Lima y los de Nombre de Dios. Siento pena de que haya en esta tierra quien no tengan en tanto el bien que a todos los de ella llevo para sus almas, honras, vidas y haciendas".
    Luego le advierte a Gonzalo sobre un proverbio que también ahora se usa y que, por lo visto, viene de muy lejos: "Podría ser que vuestra merced diga que cada uno sabe más en su casa que los otros en las ajenas, pero también conviene considerar que muchas veces se recibe engaño en las propias, por cegarse la razón con la demasiada afición que a ellas se tiene". Le comenta que Pedro de Hinojosa y Lorenzo de Aldana le insistían, como quería Gonzalo Pizarro, en que les diese copias de las disposiciones que le había entregado el Rey en España: "Pero me pareció que hacerlo ahora estaba fuera de tiempo, lugar y sazón, porque sería efectuar con más ligereza y menos autoridad los asuntos de Su Majestad. Tengo deseo de hacer todo lo que yo pueda para que se haga realidad este buen camino de clemencia y paz que la divina y la humana majestad han querido que yo siguiese. Y, para dar contentamiento a vuestra merced y a los vecinos de estos reinos, en lo cual yo pecaría más en lo largo que en lo corto, he decidido mostrar las provisiones del Rey, y dar fieles copias de ellas, las cuales se sacaron ante dos escribanos muy conocidos en esta tierra, como son Pedro López de Cazalla (primo del cronista Cieza) y Antonio Nieto. Como todo lo que en esta carta podría decir lo tengo dicho en otra que con Pedro Hernández de Paniagua le envié, no me queda más que decir, sino suplicarle a vuestra merced que atienda a las dos como cristiano y caballero hidalgo. Advierta vuestra merced, con la prudencia que exige cosa que tanto importa, que, errándose en ello, se erraría para con Dios, el Rey y el mundo, así como para su alma, honra, vida y todo lo demás."
      La carta tiene fecha de 28 de noviembre de 1546. Luego Pedro de la Gasca "ordenó a Juan de Illanes preparar una fragata, con el fin de que fray Juan de Vargas y Francisco de Barrientos llevaran urgentemente copias de sus escritos a Gonzalo Pizarro, a Sebastián de Belalcázar y a todas las ciudades, villas y lugares de los reinos del Perú". Llevaban, además, otros despachos diferentes "para diversos hombres que eran muy partidarios del servicio a Su Majestad".

     (Imagen) El protagonista de la imagen anterior, Lucas Martínez Vegaso, tenía un hermano, probablemente mayor, llamado FRANCISCO MARTÍNEZ VEGASO, también nacido en Trujillo. Su historia nos pilla un poco a contrapelo, pero es digna de contar. Al llegar a las Indias, se enroló en las tropas que andaban conquistando en territorio venezolano, bajo implacables capitanes alemanes, porque era una concesión de Carlos V a los banqueros de la familia Welser. Buscaban El Dorado y, aunque fracasaron, encontraron hasta 110 kilos de oro. El capitán Ambrosio Alfinger ordenó a un grupo llevar el tesoro de vuelta, y poco después murió. Los que regresaban, hartos de sufrir un calvario de penalidades (antropofagia incluida), enterraron el oro, siguieron caminando, y murieron todos, menos Francisco Martínez Vegaso, quien fue salvado, casi cadavérico, por unos indios. Aunque lo tenían como esclavo, se impuso su carisma, y se emparejó con una hija del cacique, pero, tres años después, fue sacado de allí por otros españoles. Existe la opinión, bastante bien fundada, de que Francisco recuperó ese tesoro. Porque ocurrió que, en 1539, se unió al gran Pedro de Valdivia (al que conocía desde la época de Venezuela) para ir con él a la inmensa aventura de la conquista de Chile, y, además, como socio suyo, aportando una importante cantidad de dinero. Había otro socio, Jerónimo de Alderete, al que se le confunde con Juan Fernández de Alderete, lo cual no es de extrañar porque eran parientes, anduvieron por Venezuela, se juntaron en este viaje con Valdivia y estuvieron presentes el año 1541 en la fundación de Santiago de Chile. Dediquemos un recuerdo especial para JUAN FERNÁNDEZ DE ALDERETE, porque, además, tuvo otra peculiaridad. En 1553, donó su casa y sus tierras a los recién llegados franciscanos para construir una iglesia conventual (la de la imagen), y, en 1561, él mismo se hizo franciscano, muriendo en el convento hacia el año 1572. Un tipo único. Pero, como tuvo más relieve la carreta militar de Jerónimo de Alderete, será el protagonista de la próxima imagen.



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