jueves, 7 de mayo de 2020

(Día 1102) Pedro de la Gasca envió una carta al obispo de Lima y otra a Gonzalo Pizarro, en las que pedía que se mantuviera la paz. Le llegó antes a Gonzalo la de Pedro de Hinojosa, y le molestó tanto, que se llegó a pensar en secuestrar o matar a Pedro de la Gasca.


     (692) Pedro Gutiérrez de Santa Clara, como hacía a veces Pedro Cieza de León, también solía transcribir textualmente los documentos. En este caso, lo hace con las dos cartas que preparó Pedro de la Gasca para llevarlas a Lima, a las que adjuntaba numerosas copias destinadas a ser ampliamente repartidas. Resumiré el contenido. Estaban fechadas el día 26 de agosto de 1546. La dirigida a los eclesiásticos empezaba diciéndole al obispo de Lima (faltaba un año para que fuera arzobispo), fray J erónimo de Loaysa, que Su Majestad revocaba las Nuevas Leyes que tantas alteraciones sociales produjeron, y que le había dado poder (a La Gasca) para perdonar todas las cosas ocurridas. Y, apoyándose en esa generosidad del Rey, le añadía: "Vuestra Señoría debe mandar a sus fieles que pidan a Dios que alumbre a todos para que conozcan este gran bien que de su divina mano viene, y no consienta que se nieguen a recibirlo, porque, de lo contrario, se podrían acrecentar los grandes males y disturbios que, desde hace diez o doce años se han producido, muriendo muchos en guerras o ajusticiados".
     Aunque la carta dirigida a las autoridades va encabezada con un 'Magníficos señores', iba destinada, en primer lugar, a Gonzalo Pizarro. Les anuncia también lo esencial: el Rey había revocado las Leyes Nuevas, y le había dado poder para perdonar culpas pasadas. Y les subraya lo principal de su tarea: "Vengo con la facultad de poder ordenar lo que más convenga al servicio de Dios y al de Su Majestad, para bien de toda la tierra y beneficio de sus vecinos, y conservación de todos sus naturales. Esto y todo lo demás lo entenderán cuando llegue allá, que será lo antes posible. Entretanto, sosiéguense, no se alboroten y reciban la alegría de poder vivir en estado más seguro a las almas, vidas y honras, conservando las haciendas y gozando de ellas con sosiego. Ciertamente, como cristiano y como vasallo, solo lo que a Dios, a mi Rey y a vuestras mercedes debo, ha hecho que ponga, en el último tercio de mis días, mi vida en peligro, trabajo y desasosiego para evitárselos a vuestras mercedes". Como era de esperar, no hace ninguna mención sobre el hipotético nombramiento de Gonzalo Pizarro como Gobernador de Perú, dejando en suspenso esa posibilidad hasta que hablara directamente con el interesado.
     Lo que sí recibió pronto Gonzalo fue la carta que Pedro de Hinojosa le remitió por mar en manos de Diego Velázquez Dávila. Ya sabemos que, en ella, Hinojosa manifestaba que no había podido obtener ninguna contestación de Pedro de la Gasca sobre ese tema. Inca Garcilaso nos cuenta lo que ocurrió entonces: "Gonzalo Pizarro y todos los suyos recibieron gran alteración. Se reunieron en consejo y hubo contrarios pareceres, que, al final, quedaron en dos. Algunos eran partidarios de enviar gente para, pública o secretamente, matar al presidente La Gasca. Otros eran partidarios de traerlo al Perú, pues, tras ver los poderes que tenía otorgados, sería fácil obligarle a conceder todo lo que ellos quisiesen, y, si fuera imposible, se le podría retener diciendo que había que hablar con todas la ciudades del Perú, de manera que, entretanto, por las distancias, convendría dejarlo durante más de dos años en la isla Puná, con buena guardia de soldados para que no pudiese escribir a Su Majestad cosa alguna de lo que estaba pasando".

     (Imagen) Se lamentaba Pedro de la Gasca en un amplio informe fechado el día 11 de agosto de 1547, y enviado a Francisco de los Cobos, el poderoso secretario de Carlos V, de que solo le quedaba un oidor, Andrés de Cianca, pues se habían muerto Rentería y Ortiz de Zárate, y, el otro que aún vivía, Cepeda, "sigue a Pizarro, y temo que insistirá en su rebelión hasta perderse". Proponía que se nombrara al licenciado Pedro Ramírez, leal a su Majestad. El habilísimo y valiente La Gasca veía con claridad que se le acercaba la gran batalla y pensaba en todo. ¿Pedro Ramírez? Había muchos que se llamaban así, pero he encontrado su nombre completo: PEDRO RAMÍREZ DE QUIÑONES, un licenciado ciertamente valioso. Nacido en León, llegó como joven oidor en 1544 a la recién creada Audiencia de Guatemala (también llamada de los Confines). En 1546, esa Audiencia decidió apoyarle con refuerzos a Melchor Verdugo, leal a la Corona, y se le encargó a Pedro que reclutara la gente necesaria. Pero, como sabemos, Verdugo era un hombre imprevisible y cruel. No hizo caso de la tropa conseguida, y Pedro Ramírez lo expulsó de Guatemala. En 1547 encontró eco la propuesta de La Gasca, de manera que PEDRO RAMÍREZ se presentó en Perú con unos 150 soldados, 12 de ellos a caballo, y luchó en la histórica batalla de Jaquijaguana, colaborando en la derrota definitiva de Gonzalo Pizarro. Regresó luego a Guatemala y encontró tiempo para ir a recoger en España a su mujer, Isabel de Saavedra. A su vuelta, fue con un grupo de frailes a establecer poblados indios en Sonsonate (actualmente territorio de El Salvador). En esa población, que hoy cuenta con 110.000 habitantes, hay una avenida que lleva el nombre de "Oidor Pedro Ramírez de Quiñones". El año 1559 fue a Las Charcas para ejercer como primer presidente de la Audiencia, donde tuvo problemas judiciales y fue destituido en 1573. Desterrado a España, logró defender su inocencia con tanto éxito, que le enviaron de vuelta a Panamá para ocupar el cargo de presidente de su Audiencia, muriendo allá el año 1585.



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