(692) Pedro Gutiérrez de Santa Clara, como
hacía a veces Pedro Cieza de León, también solía transcribir textualmente los
documentos. En este caso, lo hace con las dos cartas que preparó Pedro de la
Gasca para llevarlas a Lima, a las que adjuntaba numerosas copias destinadas a
ser ampliamente repartidas. Resumiré el contenido. Estaban fechadas el día 26
de agosto de 1546. La dirigida a los eclesiásticos empezaba diciéndole al
obispo de Lima (faltaba un año para que fuera arzobispo), fray J erónimo de
Loaysa, que Su Majestad revocaba las Nuevas Leyes que tantas alteraciones
sociales produjeron, y que le había dado poder (a La Gasca) para perdonar todas
las cosas ocurridas. Y, apoyándose en esa generosidad del Rey, le añadía:
"Vuestra Señoría debe mandar a sus fieles que pidan a Dios que alumbre a
todos para que conozcan este gran bien que de su divina mano viene, y no
consienta que se nieguen a recibirlo, porque, de lo contrario, se podrían
acrecentar los grandes males y disturbios que, desde hace diez o doce años se
han producido, muriendo muchos en guerras o ajusticiados".
Aunque la carta dirigida a las autoridades
va encabezada con un 'Magníficos señores', iba destinada, en primer lugar, a
Gonzalo Pizarro. Les anuncia también lo esencial: el Rey había revocado las
Leyes Nuevas, y le había dado poder para perdonar culpas pasadas. Y les subraya
lo principal de su tarea: "Vengo con la facultad de poder ordenar lo que
más convenga al servicio de Dios y al de Su Majestad, para bien de toda la
tierra y beneficio de sus vecinos, y conservación de todos sus naturales. Esto
y todo lo demás lo entenderán cuando llegue allá, que será lo antes posible.
Entretanto, sosiéguense, no se alboroten y reciban la alegría de poder vivir en
estado más seguro a las almas, vidas y honras, conservando las haciendas y
gozando de ellas con sosiego. Ciertamente, como cristiano y como vasallo, solo
lo que a Dios, a mi Rey y a vuestras mercedes debo, ha hecho que ponga, en el
último tercio de mis días, mi vida en peligro, trabajo y desasosiego para
evitárselos a vuestras mercedes". Como era de esperar, no hace ninguna
mención sobre el hipotético nombramiento de Gonzalo Pizarro como Gobernador de
Perú, dejando en suspenso esa posibilidad hasta que hablara directamente con el
interesado.
Lo que sí recibió pronto Gonzalo fue la
carta que Pedro de Hinojosa le remitió por mar en manos de Diego Velázquez
Dávila. Ya sabemos que, en ella, Hinojosa manifestaba que no había podido
obtener ninguna contestación de Pedro de la Gasca sobre ese tema. Inca
Garcilaso nos cuenta lo que ocurrió entonces: "Gonzalo Pizarro y todos los
suyos recibieron gran alteración. Se reunieron en consejo y hubo contrarios
pareceres, que, al final, quedaron en dos. Algunos eran partidarios de enviar
gente para, pública o secretamente, matar al presidente La Gasca. Otros eran
partidarios de traerlo al Perú, pues, tras ver los poderes que tenía otorgados,
sería fácil obligarle a conceder todo lo que ellos quisiesen, y, si fuera
imposible, se le podría retener diciendo que había que hablar con todas la
ciudades del Perú, de manera que, entretanto, por las distancias, convendría
dejarlo durante más de dos años en la isla Puná, con buena guardia de soldados
para que no pudiese escribir a Su Majestad cosa alguna de lo que estaba
pasando".
(Imagen) Se lamentaba Pedro de la Gasca en
un amplio informe fechado el día 11 de agosto de 1547, y enviado a Francisco de
los Cobos, el poderoso secretario de Carlos V, de que solo le quedaba un oidor,
Andrés de Cianca, pues se habían muerto Rentería y Ortiz de Zárate, y, el otro
que aún vivía, Cepeda, "sigue a Pizarro, y temo que insistirá en su rebelión
hasta perderse". Proponía que se nombrara al licenciado Pedro Ramírez,
leal a su Majestad. El habilísimo y valiente La Gasca veía con claridad que se
le acercaba la gran batalla y pensaba en todo. ¿Pedro Ramírez? Había muchos que
se llamaban así, pero he encontrado su nombre completo: PEDRO RAMÍREZ DE
QUIÑONES, un licenciado ciertamente valioso. Nacido en León, llegó como joven oidor
en 1544 a la recién creada Audiencia de Guatemala (también llamada de los
Confines). En 1546, esa Audiencia decidió apoyarle con refuerzos a Melchor
Verdugo, leal a la Corona, y se le encargó a Pedro que reclutara la gente
necesaria. Pero, como sabemos, Verdugo era un hombre imprevisible y cruel. No
hizo caso de la tropa conseguida, y Pedro Ramírez lo expulsó de Guatemala. En
1547 encontró eco la propuesta de La Gasca, de manera que PEDRO RAMÍREZ se
presentó en Perú con unos 150 soldados, 12 de ellos a caballo, y luchó en la histórica
batalla de Jaquijaguana, colaborando en la derrota definitiva de Gonzalo
Pizarro. Regresó luego a Guatemala y encontró tiempo para ir a recoger en
España a su mujer, Isabel de Saavedra. A su vuelta, fue con un grupo de frailes
a establecer poblados indios en Sonsonate (actualmente territorio de El
Salvador). En esa población, que hoy cuenta con 110.000 habitantes, hay una
avenida que lleva el nombre de "Oidor Pedro Ramírez de Quiñones". El
año 1559 fue a Las Charcas para ejercer como primer presidente de la Audiencia,
donde tuvo problemas judiciales y fue destituido en 1573. Desterrado a España,
logró defender su inocencia con tanto éxito, que le enviaron de vuelta a Panamá
para ocupar el cargo de presidente de su Audiencia, muriendo allá el año 1585.
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