(661) Con el fin de que su falsa intención
fuera más creíble, Gonzalo Pizarro marchó de Quito, para luego volver:
"Nombró los capitanes y soldados que habían de ir con él, y, antes de
partir, ordenó que se hiciera conocer al virrey su salida de la ciudad, para lo
cual ayudó mucho un mal hombre que el virrey había enviado como espía, el cual
se lo dio a conocer a Gonzalo Pizarro, buscando ser premiado, y le descubrió la
clave que tenía para escribirle al virrey. Gonzalo Pizarro le mandó que le
comunicase al virrey por carta lo de su salida de Quito, y mandó que se la
llevase un indio que estaba ignorante del trato doble". Incluso se inventó
Pizarro otro señuelo para atrapar al virrey. Por orden suya, Pedro de Puelles
escribió cartas a amigos suyos que estaban en Popayán, animándolos a que fueran
a Quito a pasar unos alegres días porque todo estaba tranquilo, y, además,
Gonzalo Pizarro se había marchado. Se encargó del envío a unos indios que le
habían visto salir de Quito a Pizarro, y a los que Pedro Puelles les dijo que
fueran despreocupados, pero con la intención de que los apresaran los hombres
del virrey y se hicieran con las cartas. Y la estratagema funcionó: "El
virrey recibió las cartas del espía doble y las falsas de Pedro Puelles. Y,
dándoles crédito, imaginó que, con cuatrocientos hombres que tenía, era superior
a él, y que fácilmente le vencería, para luego seguir a Gonzalo Pizarro hasta
destruirle, por lo que determinó ir a Quito, confiado en que todos se unirían a
él".
En su falsa salida, Gonzalo Pizarro caminó
durante tres días, y se hizo el enfermo para no seguir adelante: "Estaba,
además, enterado, a través de os indios cañaris, de todo lo que hacía el
virrey, y, cuando supo que estaba a doce leguas de Quito, volvió aprisa a
aquella ciudad para juntarse con Pedro de Puelles, y ambas tropas salieron con
gran contento al encuentro del virrey. Tenían noticia de que llevaba
ochocientos hombres, pero Gonzalo Pizarro confiaba en que su gente era
veterana, y la contraria, bisoña. Llevaba como capitanes de arcabuceros a Juan
de Acosta y Juan Vélez de Guevara, como capitán de piqueros, a Hernando
Bachicao, y como capitanes de la caballería, a Pedro de Puelles y Gómez de
Alvarado. El estandarte lo portaba Francisco de Ampuero (al que dediqué una
imagen, y resulta sorprendente verlo en el bando de Gonzalo), con sesenta
de a caballo. El licenciado Benito Suárez de Carvajal, hermano del factor Illán
Suárez (a quien, como sabemos, había matado el virrey), que iba con
Gonzalo Pizarro, llevaba treinta hombres, entre parientes y amigos, por
compañía aparte, de los que se decía capitán (parece que el cronista critica
esa aparatosidad como algo superficial y poco serio). De esta manera,
sabiendo que el enemigo se acercaba, se adelantó Gonzalo Pizarro a tomar el
paso de un río, con intención de desbaratarle allí, y, llegado al paso, se
fortificó muy bravamente".
El virrey iba confiado en que podría
derrotar fácilmente a Pedro Puelles, y contaba, además, con que muchos de sus
hombres lo abandonarían para ponerse al servicio del Rey. Ambas tropas estaban
ya tan cerca, que los exploradores que iban por delante se vieron unos a otros,
y hasta se insultaban defendiendo mutuamente que ellos eran los leales a la
Corona: "Y, aunque se habían visto, el virrey nunca supo que Gonzalo
Pizarro estaba allí, sino que siguió imaginando que la batalla se había de dar
contra Pedro de Puelles". Pero, llegada la noche, tras consultar el virrey
con sus capitanes, cambió de plan.
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