miércoles, 1 de abril de 2020

(Día 1071) Gonzalo Pizarro fingió abandonar Quito, y el virrey cayó en la trampa.


     (661) Con el fin de que su falsa intención fuera más creíble, Gonzalo Pizarro marchó de Quito, para luego volver: "Nombró los capitanes y soldados que habían de ir con él, y, antes de partir, ordenó que se hiciera conocer al virrey su salida de la ciudad, para lo cual ayudó mucho un mal hombre que el virrey había enviado como espía, el cual se lo dio a conocer a Gonzalo Pizarro, buscando ser premiado, y le descubrió la clave que tenía para escribirle al virrey. Gonzalo Pizarro le mandó que le comunicase al virrey por carta lo de su salida de Quito, y mandó que se la llevase un indio que estaba ignorante del trato doble". Incluso se inventó Pizarro otro señuelo para atrapar al virrey. Por orden suya, Pedro de Puelles escribió cartas a amigos suyos que estaban en Popayán, animándolos a que fueran a Quito a pasar unos alegres días porque todo estaba tranquilo, y, además, Gonzalo Pizarro se había marchado. Se encargó del envío a unos indios que le habían visto salir de Quito a Pizarro, y a los que Pedro Puelles les dijo que fueran despreocupados, pero con la intención de que los apresaran los hombres del virrey y se hicieran con las cartas. Y la estratagema funcionó: "El virrey recibió las cartas del espía doble y las falsas de Pedro Puelles. Y, dándoles crédito, imaginó que, con cuatrocientos hombres que tenía, era superior a él, y que fácilmente le vencería, para luego seguir a Gonzalo Pizarro hasta destruirle, por lo que determinó ir a Quito, confiado en que todos se unirían a él".
     En su falsa salida, Gonzalo Pizarro caminó durante tres días, y se hizo el enfermo para no seguir adelante: "Estaba, además, enterado, a través de os indios cañaris, de todo lo que hacía el virrey, y, cuando supo que estaba a doce leguas de Quito, volvió aprisa a aquella ciudad para juntarse con Pedro de Puelles, y ambas tropas salieron con gran contento al encuentro del virrey. Tenían noticia de que llevaba ochocientos hombres, pero Gonzalo Pizarro confiaba en que su gente era veterana, y la contraria, bisoña. Llevaba como capitanes de arcabuceros a Juan de Acosta y Juan Vélez de Guevara, como capitán de piqueros, a Hernando Bachicao, y como capitanes de la caballería, a Pedro de Puelles y Gómez de Alvarado. El estandarte lo portaba Francisco de Ampuero (al que dediqué una imagen, y resulta sorprendente verlo en el bando de Gonzalo), con sesenta de a caballo. El licenciado Benito Suárez de Carvajal, hermano del factor Illán Suárez (a quien, como sabemos, había matado el virrey), que iba con Gonzalo Pizarro, llevaba treinta hombres, entre parientes y amigos, por compañía aparte, de los que se decía capitán (parece que el cronista critica esa aparatosidad como algo superficial y poco serio). De esta manera, sabiendo que el enemigo se acercaba, se adelantó Gonzalo Pizarro a tomar el paso de un río, con intención de desbaratarle allí, y, llegado al paso, se fortificó muy bravamente".
     El virrey iba confiado en que podría derrotar fácilmente a Pedro Puelles, y contaba, además, con que muchos de sus hombres lo abandonarían para ponerse al servicio del Rey. Ambas tropas estaban ya tan cerca, que los exploradores que iban por delante se vieron unos a otros, y hasta se insultaban defendiendo mutuamente que ellos eran los leales a la Corona: "Y, aunque se habían visto, el virrey nunca supo que Gonzalo Pizarro estaba allí, sino que siguió imaginando que la batalla se había de dar contra Pedro de Puelles". Pero, llegada la noche, tras consultar el virrey con sus capitanes, cambió de plan.

     (Imagen) Vamos a jugar a investigadores. Ya hablamos, tiempo atrás, del pequeño (por su estatura) pero gran hombre HERNANDO DE SOTO. Fue aquel que, temerariamente, visitó por primera vez a Atahualpa, y, como buen jinete, hizo unas arrancadas con su caballo que asustaron a los de la guardia personal del gran emperador, quien los castigó con la muerte. Años después, Soto dirigió la expedición que descubrió el Misisipi. Enfermó, falleció, y sus hombres sumergieron emocionados su cuerpo en las aguas del inmenso río. Muerto su adorado líder, decidieron volverse bajo la sabia dirección de LUIS DE MOSCOSO, hijo de una hermana del excepcional Pedro de Alvarado (gran capitán de Hernán Cortés). Acabamos de ver que, entre los capitanes del rebelde Gonzalo Pizarro, estaba GÓMEZ DE ALVARADO, al que se le confunde a menudo con otro del mismo nombre, fundador de la peruana Huánuco, fallecido en 1542 y hermano menor de Pedro de Alvarado. La genealogía aclara que el GÓMEZ DE ALVARADO que ahora nos ocupa era sobrino de Pedro de Alvarado y hermano de Luis de Moscoso.  Así lo confirma también Gómez en noviembre de 1546, al escribirle una carta al rebelde Gonzalo Pizarro diciéndole: "Están en mi casa LUIS DE MOSCOSO, mi hermano, Cristóbal de Rueda y un hidalgo que se apellida Argueta, quedando preparados para servirle a su señoría en lo que les mande". Según esto, tampoco es fiable que, como aparece en alguna reseña biográfica suya, Moscoso fuera a Perú acompañando desde México al gran virrey Antonio de Mendoza. Por la carta se sabe que Gómez y su hermano, Luis de Moscoso, estaban en rebeldía junto a Gonzalo Pizarro años antes de la llegada de Mendoza. Pero sobrevivieron a la definitiva derrota de Gonzalo, lo que quiere decir que se pasaron al bando de Pedro de la Gasca. Así lo dice otro cronista refiriéndose a Gómez: "Luchó contra el virrey, pero convirtiose a la causa de Pedro de la Gasca". Gómez continuó siendo leal a la Corona, y murió a manos del rebelde Francisco Hernández Girón. Un poco antes, en 1551, también había fallecido en Perú LUIS DE MOSCOSO.





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