(684) El cronista Pedro Gutiérrez de Santa
Clara ha quedado desvalorizado, y hasta con fama de poco fiable. Sin embargo, a
medida que avanzo en su lectura, veo que tiende a contar los hechos de forma
literaria, pero sin tergiversarlos, lo que da como resultado una información
más extensa que la de los demás, más amena y con datos que, aunque solo él los
aporta, se van confirmando indirectamente. Nos acaba de contar Inca Garcilaso
que llegaron a España representantes de Gonzalo Pizarro y del virrey para
informar de lo que sucedía en Perú. Santa Clara también habla del asunto, pero
lo amplía, porque añade que, tras estar con el Príncipe Felipe, los que
llegaron de Perú se atrevieron a ir hasta Alemania (concretamente, a Colonia)
para hablar con el Emperador y entregarle las cartas que le enviaba su hijo. Y,
además, nos revela que iba también como emisario el bilbaíno Jerónimo de
Zurbano, acompañando a Diego Álvarez Cueto, cuñado del virrey, de quien los dos
eran representantes. Dije en su día que Zurbano luchó contra Gonzalo Pizarro
bajo el mando de La Gasca, pero, según este dato, ya lo habría hecho
anteriormente sirviendo al virrey.
Además de leer el contenido de las cartas
que le envió su hijo, Carlos V escuchó las versiones sobre la situación de Perú
que le dieron los emisarios de ambas partes. Le quedó claro que era inaceptable
que los oidores de Lima hubiesen apresado al virrey, así como la rebelión que
estaba iniciando Gonzalo Pizarro, pero también la torpeza del virrey al pecar
de excesivo rigor en la exigencia del cumplimiento de las leyes, aunque se daba
cuenta de que no hacía más que cumplir las órdenes que le dio: "Su Majestad
sintió mucho lo que los mensajeros le habían dicho cada uno por su parte, y,
como sabía bien la dificultad que había para pacificar las tierras del Perú
a no ser con blandos medios, le dijo con
gran modestia y templanza a Francisco Maldonado (representante de Gonzalo
Pizarro) que todo se haría muy bien, para poder solucionar los conflictos.
Luego escribió a los de su Real Consejo y al Príncipe Felipe para que se
hiciesen las cosas como ellos habían propuesto, de manera que se preparasen los
documentos para que el licenciado Pedro de la Gasca fuese nombrado presidente
de la Audiencia de Lima".
Entonces Carlos V le envió una carta a
Pedro de la Gasca. Santa Clara copia el texto, y, contagiado por las críticas
que se le hacen, me parecía que no era auténtico, por tener una fecha
imposible, pero, una vez más, el cronista me gana la partida: he comprobado que
es una errata. Así que sigo confiando en él y resumo su contenido. El Rey da
por hecho que La Gasca conoce bien lo que está pasando en Perú. Le dice que
será necesario cambiar de estrategia: "Nos ha parecido que lo mejor es llevar
los asuntos con blandura y moderación, y que vaya una persona con experiencia y
celosa de nuestro servicio. Puesto que tenemos por cierto que en vos hay estas
cualidades, deseamos elegiros y nombraros para ello". La Gasca estaba
entonces en Valencia, y el Rey, que, sin duda, había hecho gestiones
anteriormente para complacer al prudente clérigo con un cargo importante en
alguna iglesia, le tranquiliza: "Cuando volváis del Perú, os honraremos y
favoreceremos como corresponda". La carta está firmada en Colonia el 16 de
agosto de 1545, y refrendada por Francisco de Eraso, quien, efectivamente, era
allí su secretario.
(Imagen) Para confiar en la autenticidad
de una carta de Carlos V que transcribe el cronista Santa Clara, nos sirve el
hecho de que está firmada en Colonia el año 1545, y refrendada por el
secretario que allí tenía el Emperador. La carta está dirigida a Pedro de la
Gasca, y en ella le comunica que le ha escogido para solucionar los gravísimos
problemas de Perú. Ya que nos ha salido al paso ese secretario, hablemos de él:
se trataba de FRANCISCO DE ERASO. Aunque sus padres eran de Eraso (Navarra), él
nació en Madrid el año 1507. Era hijo de Hernando de Eraso, personaje de mucho
relieve en el entorno de los Reyes Católicos, quien le abrió muchas puertas en
la Corte. Ejerció como secretario de reyes al servicio de Carlos V y su hijo,
Felipe II, y tuvo la suerte de coger gran experiencia trabajando a la sombra de
Francisco de los Cobos, el gran secretario de Carlos V, tan apreciado por el
emperador, que le regaló (de forma poco correcta) una bella culebrina
(cañoncito) de plata maciza que le había dado Hernán Cortés, grabada con un
pomposo lema: "Aquesta nació sin par; yo, en serviros, sin segundo; Vos,
sin igual en el mundo". Para mayor descortesía, Los Cobos la fundió
después. Fue Eraso quien formalizó el documento por el que Carlos V, el año
1555, dejó en manos de su hijo el gobierno de los territorios de Flandes y de
las Indias. El emperador mostró entonces el aprecio que le tenía a su secretario
diciéndole a su hijo que "estimase tanto el haberle dado estos reinos como
el dejarle a Francisco de Eraso de consejero". No tardó en convencerse de
su valía, pues lo nombró poco después secretario del Consejo de Indias, por
fallecimiento de Juan de Sámano (al que ya mencioné). FRANCISCO DE ERASO conoció
muy de cerca grandes acontecimientos y algunos espantos que los secretarios
ven, pero se callan. Murió en Madrid el año 1570. Hombre muy adinerado, encargó
para su tumba las estatuas que vemos en la imagen. Aparecen de rodillas él con
Mariana de Peralta, su mujer, y, detrás, San Francisco de Asís, llamado el
Poverello porque de riquezas sabía poco.
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