lunes, 27 de abril de 2020

(Día 1093) Pedro de la Gasca llegaba a Perú con unos poderes absolutos, como si fuera el Rey. Inca Garcilaso, que lo conoció siendo niño, habla de su deformado físico y de la valía y grandeza de su persona.


     (683)  López de Gómara indica escuetamente que el Rey le dio a Pedro de la Gasca todos los poderes que le pidió para poder actuar eficazmente en Perú. Volvemos a Inca Garcilaso para que nos aclare cuáles fueron. Prácticamente le permitió actuar como si fuera el Rey en persona: "Pidió (y le concedió) que le diese absoluto poder en todo, como Su Majestad lo tenía en las indias. Estaba autorizado a formar un ejército, a revocar las Leyes Nuevas que había llevado el virrey, a perdonar los delitos pasados que no pudiesen juzgarse de oficio, ni a instancia de parte, a poder enviar a España al virrey (no sabían que acababa de ser asesinado), si consideraba que convenía para la quietud del Perú, a poder gastar de la Hacienda Real todo lo que estimara conveniente, a conceder encomiendas de indios y a nombrar gobernadores en las tierras conquistadas y por conquistar. Por su parte, él, como hombre sabio, no quiso tener un salario, para que no se dijese que era el interés económico lo que le llevaba a los peligros y trabajos tan grandes que le esperaban, sino el celo de servir a su Rey".
     Al hablar López de Gómara sobre Pedro de la Gasca, comentó que tenía "mucho mejor entendimiento que disposición". La frase resulta confusa, y sale al quite Inca Garcilaso para aclararlo: "Lo dice Gómara porque Pedro de la Gasca era muy pequeño de cuerpo, con extraña hechura, pues de cintura para abajo tenía tanto cuerpo como cualquier hombre alto, y de la cintura al hombro no tenía una tercia (en aquella época, unos 30 centímetros). Andando a caballo, parecía aún más pequeño, porque todo era piernas, y de rostro era muy feo. Pero lo que la naturaleza le negó de las dotes del cuerpo, se las dobló en las del ánimo, pues redujo un imperio, tan perdido como estaba el del Perú, al servicio de su Rey. Yo le conocí, y particularmente le vi toda una tarde, pues estuvo en el corredorcillo de la casa de mi padre, que sale a la plaza de las fiestas, donde le hicieron unas muy solemnes de toros y cañas, y él las miró desde allí. Se alojaba en las casas que fueron de Tomás Vázquez, y ahora son de su hijo, Pedro Vázquez, donde también posó Gonzalo Pizarro (seguro que no entonces). Y, aunque aquellas casas tienen una esquina con una ventana grande, desde donde el licenciado La Gasca podía ver las fiestas, quiso verlas desde el corredorcillo de mi padre, porque cae en medio de aquella plaza".
     No escatima elogios Inca Garcilaso al hablar de Pedro de la Gasca, y, ciertamente, hay que reconocer que merece un lugar del máximo honor en la historia de las Indias, no como hombre de armas, sino como político y organizador, jugándose la vida a su manera, pues, de haber perdido la guerra, lo más probable era que lo ejecutaran. Añade el cronista: "Aunque sus hazañas no fueron de lanza y espada, lo fueron de la prudencia y el entendimiento que tuvo para dirigir la guerra hacia el fin que pretendía. Fueron hazañas de paciencia y sufrimiento para soportar los desacatos de la gente militar. También lo fueron de astucia y maña para vencer las trampas de sus contrarios, que de todo hubo mucho. Lo tendrá que reconocer cualquiera que considere en qué situación estaba aquel imperio cuando este varón aceptó aquel encargo de Su Majestad".

     (Imagen) Aunque vamos a ver la prodigiosa actuación de PEDRO DE LA GASCA en Perú, merece la pena saber sus andanzas anteriores. Fue un asombroso personaje, de figura contrahecha, pero a quien todos respetaban por su excepcional personalidad, con gran visión práctica de los conflictos diplomáticos y muy conocedor del alma humana, lo que le permitía llevar los conflictos a una serena solución. Nació en Navarregadilla (Ávila) en 1493. Era de familia de hidalgos bien situados. Se formó en Alcalá y en Salamanca, y practicó la vida austera preconizada por el cardenal Cisneros. Asimiló las influencias de grandes intelectuales como Francisco de Vitoria, iniciador del Derecho Internacional, y el cardenal Tavera, arzobispo de Toledo, e igualmente las de las corrientes humanistas de la época. Tomó de Bartolomé de las Casas su preocupación por el bienestar de los indios. Se había graduado como bachiller en Derecho Civil y como licenciado en Teología en el colegio mayor San Bartolomé, de la universidad de Salamanca, siendo luego rector de la institución. Fue canónigo de la catedral de Salamanca, ejerció como juez eclesiástico en la de Toledo, pasando después al Consejo de la Suprema Inquisición. Tuvo cargos políticos en la Corte cuando era secretario del Rey el poderoso Francisco de los Cobos. Le enviaron a Valencia a inspeccionar los tribunales y la Hacienda Real, donde cooperó para organizar la defensa de sus costas contra los ataques del turco Barbarroja, y también se le encargaron las obras la fortificación de las islas Baleares. Todo esto deja claro que sus cualidades eran multifacéticas. Allá por donde pasaba dejaba el recuerdo de su asombrosa eficiencia, y en la Corte se tomaba nota del prestigio que iba acumulando. Regresado de la Indias, fue merecidamente premiado con dos obispados sucesivos, el de Palencia y el de Sigüenza. EL OBISPO PEDRO DE LA GASCA partió de este ajetreado mundo el año 1567(se supone que con una sonrisa en los labios) en Sigüenza, siendo enterrado en Valladolid.



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