jueves, 23 de abril de 2020

(Día 1090) Inca Garcilaso amplía datos sobre la manera miserable con que Juan de la Torre consiguió que le mataran al hermano del virrey. A pesar de la crueldad de Francisco de Carvajal, fue muy bien recibido en Lima por su fama de gran capitán.


     (680), Inca Garcilaso nos amplía algunos detalles que desconocíamos sobre una lamentable tragedia ya contada: "Volviendo a nuestra historia diré que en el tiempo en que Gonzalo Pizarro estaba en esta ciudad de Lima, acaeció la desgraciada muerte de Vela Núñez, hermano del virrey, que la causó el capitán Juan de la Torre Villegas (ya vimos su mala catadura), el cual se había casado años antes con una india, hija de un cacique. Los indios, viéndose favorecidos con el parentesco de aquel español, le enseñaron una sepultura de sus antepasados, donde había más de ciento cincuenta mil ducados en oro y esmeraldas finas. Viéndose tan rico, Juan de la Torre deseó huirse de Gonzalo Pizarro y venirse a España". Luego Juan de la Torre convenció a Vela Núñez para que se fugara con él, y, según el cronista, lo hizo para que le amparase en España, porque tenía miedo de que le castigasen por su mal historial, en el que figuraba haberle arrancado pelos de la barba a la cabeza cortada del virrey, luciéndolos después en su sombrero (como ya vimos). Al parecer, Vela Núñez se volvió atrás, y Juan de la Torre renunció al plan, pero se vengó de Vela Núñez contándoselo a Gonzalo Pizarro, con lo que se ganó un tanto como hombre arrepentido: "Por lo cual le cortaron la cabeza a Vela Núñez, aunque se dijo que Gonzalo Pizarro lo había hecho más por persuasión del licenciado Carvajal, que por  ganas de matarle, pues siempre creyó que era de blanda condición, por lo que había sido incitado y no incitador. Así acabó este buen caballero, por culpa de un traidor que lo fue de muchas maneras".
     Se podría decir que en aquellos momentos Gonzalo Pizarro había salido vencedor de las guerras civiles. Si no fuera por un pequeño detalle: iba a comenzar otra, que acabó con todos sus sueños y con su vida. Sueños de ser el gobernador del inmenso territorio peruano, e incluso, a ratos, impulsado por la excitación de lo conseguido y por los consejos de muchos aduladores, se dejaba tentar por la demencial idea de convertirse en rey de un Perú independiente.
     En ese ambiente de euforia, vivía disfrutando de su sabroso triunfo, y, dado que ya reinaba la calma, también Francisco de Carvajal decidió presentarse en Lima para festejarlo. Era muy consciente de que no solo tenía fama de cruel, sino que, además, por todas partes se admiraban sus brillantes hazañas militares: "Salió Gonzalo Pizarro de la ciudad a su encuentro, y le hizo un solemne y triunfal recibimiento, como a capitán que tantas victorias había ganado. Había dejado Carvajal en la Villa de la Plata, como teniente de Gonzalo Pizarro, a Alonso de Mendoza, y llevó cerca de un millón de pesos de plata, sacados de las minas de Potosí de las encomiendas de indios. Le repitió a Gonzalo lo que le había dicho en la carta enviada anteriormente acerca de que se hiciera rey".
     A medida que avanza esta historia, vemos que Alonso de Mendoza continuaba siendo un capitán imprescindible para Gonzalo Pizarro, habiendo entre ambos una (aparente) unión sin fisuras. Era un extraordinario capitán (como ya vimos anteriormente), pero debía de llevar por dentro la amarga inquietud de que la rebeldía de Gonzalo contra el Rey era un despropósito, y, no tardando mucho, lo abandonará.


     (Imagen) Aclaremos algunos datos sobre el licenciado BENITO SUÁREZ DE CARVAJAL. Vamos a ver por qué se convirtió en fiel seguidor de Gonzalo Pizarro (que estuvo a punto de ejecutarlo), y por qué se comentaba de él que le había presionado para que ejecutara a Vela Núñez. Ya sabemos que el virrey, cuando aún vivía, sospechó que le traicionaba Illán Suárez de Carvajal, hermano de Benito, y lo mató. Después de entrar Gonzalo Pizarro victorioso en Lima, supo que había huido Vaca de Castro con un barco suyo, y se enfureció. Pensó que algunas personas le habían ayudado, y ordenó detener a los que le parecían de dudosa fidelidad, siendo en su mayoría los que habían huido del Cuzco y los que no quisieron alistarse en sus tropas. Los apresaron a todos, y, entre ellos, a Carvajal. Casi de inmediato, le mandó Francisco de Carvajal que se confesase y que hiciese testamento, porque lo iban a matar. Ya estaba el verdugo presente con el cordel y el garrote, pero muchos se dieron prisa en suplicar a Gonzalo Pizarro que lo perdonase. Le hicieron ver que, si lo mataban a él, que era una de las personas más importantes de Lima, no había duda de que tendrían que hacer lo mismo con todos los demás presos. También le decían que tuviera en cuenta que, a su hermano, el factor Illán Suárez de Carvajal, lo había matado el virrey precisamente por creerle amigo suyo y que le iba a traicionar. Esa era una débil razón, puesto que Gonzalo sabía que el virrey lo hizo sospechándolo equivocadamente. El último argumento era más sólido: le aseguraron que el licenciado Carvajal le había de servir fielmente, aunque solo fuera para vengar la muerte de su hermano (y así fue). Pero la rabia de Gonzalo Pizarro no se calmaba, y no quiso ceder. Quedó el último recurso: el soborno. Le ofrecieron mucho oro a Francisco de Carvajal, el único que podía hacerle cambiar de idea a Gonzalo Pizarro. Y se produjo el milagro: no solo perdonaron al licenciado Carvajal, sino que, además, dejaron en libertad a todos los apresados. También tuvo Benito algún tropiezo con Francisco Pizarro, quien, en 1538, le quitó una encomienda de indios, pero, como se ve en la imagen, el Rey ordenó que se la devolvieran.



No hay comentarios:

Publicar un comentario