(677) Algo había en Francisco de Carvajal
que le encantaba a Gonzalo Pizarro, y terminaba por perdonarle todo:
"Viendo que Carvajal le miraba con tanto afecto y le decía lo que a él más
le convenía, le llamó en adelante padre, porque como tal procuraba el aumento
de su grandeza y la perpetuidad de ella. También le dijeron casi lo mismo (que
se hiciera rey de Perú) Pedro de Puelles, el licenciado Cepeda, Hernando
Bachicao y sus más íntimos amigos, que eran muchos". La locura de aquella
rebeldía era total, llevando el deseo de independencia al máximo nivel, con un
ejército que la defendiera: "Le decían a Gonzalo Pizarro que se proclamase
Rey y no tratase de enviar procuradores al Emperador, sino de tener muchos caballos y armas, que eran los
verdaderos procuradores, que se quedase con los quintos (la quinta parte del
botín logrado por los conquistadores) y las rentas reales que Cobos (Secretario
del Rey) se llevaba sin merecerlo. Todos, en fin, decían que aquella tierra
era suya, pues la habían ganado a su costa, derramando en la conquista su
propia sangre".
Inca Garcilaso recoge un párrafo del
cronista Diego Fernández (el Palentino), en el que muestra a Gonzalo Pizarro
seducido por tanta lisonja, y lo describe de forma poco favorable, haciéndonos
saber, además, que, como su hermano Francisco Pizarro, también era analfabeto:
"Todo esto lo oía Gonzalo Pizarro de buena gana, pues los hombres
generalmente desean mandar. Además, era de entendimiento algo grosero, no sabía
aún leer y miraba poco los inconvenientes. Como el licenciado Cepeda era tenido
por sabio, muy leído y de buen juicio, todos aprobaban lo que decía, y, todas
las veces que estaban en conversación, no se trataba de otra cosa".
Sin embargo, Gonzalo Pizarro, aunque
disfrutaba imaginándose rey, no quiso dar paso tan peligroso (bastante
comprometido estaba): "No quiso nombrarse Rey porque el respeto natural
que a su Emperador tenía pudo en él más que la persuasión de sus amigos. Y
también porque nunca perdió la esperanza de que le concedería la gobernación de
Perú, por haberlo ganado con sus hermanos". Le parecía asimismo muy
justificable todo lo que había ocurrido con el virrey, ya que consideraba que
fue culpa de su intransigencia que las cosas se deterioraran tanto.
También por no dar el paso fue criticado
Gonzalo Pizarro, y el cronista Inca Garcilaso va a salir en su defensa (incluso
contra el comentario que el Palentino acaba de hacer sobre sus carencias):
"Por no haberse atrevido a hacerlo, la gente lo atribuyó a falta de juicio
y de ánimo, y no por tener buen respeto a su Rey, y le motejaron de ser corto
de entendimiento, lo cual también dijeron los historiadores, sin conocer la
verdad, pues Gonzalo Pizarro, para los que le conocían de cerca, era hombre de
bastante entendimiento, nada engañador ni de promesas falsas, sino hombre de
verdad, de bondad y nobleza. Confiaba en sus amigos, y lo destruyeron".
Al hilo de lo que cuenta Inca Garcilaso
sobre las críticas a Gonzalo Pizarro, habla de algo que era de suponer (sobre
todo porque sigue ocurriendo). Comenta que la gente poderosa, del Rey para
abajo, solía presionar a los cronistas para que contaron los hechos de forma
sesgada, en beneficio de algunos intereses políticos. Se observa, por ejemplo,
en todos los cronistas, Inca Garcilaso incluido, que pasan de puntillas por
encima de todas las responsabilidades de los reyes en los abusos cometidos con
los indios. Y se diría que escriben aliviados y gozosos cuanto tienen que
ensalzarles algún mérito verdadero.
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