lunes, 20 de abril de 2020

(Día 1087) Eran muchos los capitanes que le pedían a Gonzalo Pizarro que se convirtiera en Rey de Perú. Le hacía cosquillas la idea, pero tuvo la sensatez de verlo como un imposible. Inca Garcilaso niega que fuera un hombre poco capaz.


     (677) Algo había en Francisco de Carvajal que le encantaba a Gonzalo Pizarro, y terminaba por perdonarle todo: "Viendo que Carvajal le miraba con tanto afecto y le decía lo que a él más le convenía, le llamó en adelante padre, porque como tal procuraba el aumento de su grandeza y la perpetuidad de ella. También le dijeron casi lo mismo (que se hiciera rey de Perú) Pedro de Puelles, el licenciado Cepeda, Hernando Bachicao y sus más íntimos amigos, que eran muchos". La locura de aquella rebeldía era total, llevando el deseo de independencia al máximo nivel, con un ejército que la defendiera: "Le decían a Gonzalo Pizarro que se proclamase Rey y no tratase de enviar procuradores al Emperador, sino de  tener muchos caballos y armas, que eran los verdaderos procuradores, que se quedase con los quintos (la quinta parte del botín logrado por los conquistadores) y las rentas reales que Cobos (Secretario del Rey) se llevaba sin merecerlo. Todos, en fin, decían que aquella tierra era suya, pues la habían ganado a su costa, derramando en la conquista su propia sangre".
     Inca Garcilaso recoge un párrafo del cronista Diego Fernández (el Palentino), en el que muestra a Gonzalo Pizarro seducido por tanta lisonja, y lo describe de forma poco favorable, haciéndonos saber, además, que, como su hermano Francisco Pizarro, también era analfabeto: "Todo esto lo oía Gonzalo Pizarro de buena gana, pues los hombres generalmente desean mandar. Además, era de entendimiento algo grosero, no sabía aún leer y miraba poco los inconvenientes. Como el licenciado Cepeda era tenido por sabio, muy leído y de buen juicio, todos aprobaban lo que decía, y, todas las veces que estaban en conversación, no se trataba de otra cosa".
     Sin embargo, Gonzalo Pizarro, aunque disfrutaba imaginándose rey, no quiso dar paso tan peligroso (bastante comprometido estaba): "No quiso nombrarse Rey porque el respeto natural que a su Emperador tenía pudo en él más que la persuasión de sus amigos. Y también porque nunca perdió la esperanza de que le concedería la gobernación de Perú, por haberlo ganado con sus hermanos". Le parecía asimismo muy justificable todo lo que había ocurrido con el virrey, ya que consideraba que fue culpa de su intransigencia que las cosas se deterioraran tanto.
      También por no dar el paso fue criticado Gonzalo Pizarro, y el cronista Inca Garcilaso va a salir en su defensa (incluso contra el comentario que el Palentino acaba de hacer sobre sus carencias): "Por no haberse atrevido a hacerlo, la gente lo atribuyó a falta de juicio y de ánimo, y no por tener buen respeto a su Rey, y le motejaron de ser corto de entendimiento, lo cual también dijeron los historiadores, sin conocer la verdad, pues Gonzalo Pizarro, para los que le conocían de cerca, era hombre de bastante entendimiento, nada engañador ni de promesas falsas, sino hombre de verdad, de bondad y nobleza. Confiaba en sus amigos, y lo destruyeron".
      Al hilo de lo que cuenta Inca Garcilaso sobre las críticas a Gonzalo Pizarro, habla de algo que era de suponer (sobre todo porque sigue ocurriendo). Comenta que la gente poderosa, del Rey para abajo, solía presionar a los cronistas para que contaron los hechos de forma sesgada, en beneficio de algunos intereses políticos. Se observa, por ejemplo, en todos los cronistas, Inca Garcilaso incluido, que pasan de puntillas por encima de todas las responsabilidades de los reyes en los abusos cometidos con los indios. Y se diría que escriben aliviados y gozosos cuanto tienen que ensalzarles algún mérito verdadero.

     (Imagen) Hace falta ser muy crápula para traicionar a los compañeros de una conspiración, sabiendo que les va a costar la vida. Vimos en la imagen anterior que eso fue lo que hicieron ANTONIO DE LUJÁN y JUAN REMÓN. No encuentro ningún rastro posterior de Luján, pero sí alguno sobre Remón. En 1554, Felipe II, aún Príncipe, le agradece "su comportamiento en la pacificación de los rebeldes de la Villa de la Plata". Ese dato lo confirma otro capitán, JUAN ARIAS ALTAMIRANO, al presentar, en 1557, su expediente de méritos. Eso es todo; pero me serviré de ese documento (la imagen muestra la primera página) para que se vea cómo contaban sus peripecias aquellos conquistadores. Juan Arias habla, como solía hacerse, en tercera persona, y lo que dice (resumido) es lo siguiente: "Hará 17 años que llegó al Perú. Ha servido a Vuestra Alteza en todo lo que se le ha ofrecido, en especial en la tiranía de Don Sebastián de Castilla (posterior a la de Gonzalo Pizarro), y fue uno de los seis que ayudaron al capitán JUAN REMÓN (lo llama Ramón) a desarmar y prender a Don García Tello, capitán del tirano, que iba con 35 hombres a matar al Mariscal Alonso de Alvarado, y tomar y robar las ciudades de La Paz y Arequipa, por cuyo desbarate y prisión muchos escandalosos se sosegaron, y se pusieron a vuestro real servicio. Cuando después Blasco Godínez, maestre de campo de la dicha tiranía, mató a Don Sebastián de Castilla (convirtiéndose en caudillo de los rebeldes), le envió el Mariscal, en compañía de Juan Remón, a prenderlo, como lo hicieron, a él y a sus 60 hombres, y los tuvo en guarda 45 días, hasta que se hizo justicia de ellos. En la batalla de Chuquinga (año 1554, de donde salieron derrotados por Francisco Hernández Girón), le hirieron de un arcabuzazo en el muslo. Pero también participó en la de Pucará (año 1555), donde derrotaron definitivamente a Francisco Hernández Girón". Está claro que JUAN REMÓN permaneció, sin más traiciones, fiel a la Corona. Lo cual le honra, aunque no fuera tan ejemplar como JUAN ARIAS ALTAMIRANO.



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