(660) Pronto se enteró Verdugo de que iban
a por él: "En la ciudad de Nombre de Dios puso a su gente y a los vecinos
en orden. Hinojosa los acometió, y, de los primeros arcabuzazos, murieron
algunos de una parte y de otra. Los vecinos, viendo que su gobernador iba como
general de sus contrarios, se fueron marchando al monte. Los de Verdugo
perdieron el orden por tratar de detener a los que escapaban, y, no pudiendo
resistir a los contrarios, se fueron a sus fragatas, tomaron un navío que allí
había, y dispararon hacia el pueblo, aunque haciendo poco daño. Viendo Verdugo
que no podía hacer cosa alguna, se fue a Cartagena de Indias, para esperar la
oportunidad de dañar al enemigo. El doctor Ribera y Pedro de Hinojosa dejaron
allá los mismos capitanes con algo más de gente de la que tenían, y se
volvieron a Panamá". Más tarde, Inca Garcilaso nos tendrá que decir alguna
otra cosa sobre Melchor Verdugo. Ahora va a cambiar de escenario. En una imagen
anterior, conté que Verdugo siguió fiel al Rey y luchó junto a Pedro de la
Gasca, pero también que era un hombre de pésimo carácter, y, como ya dije, tuvo
que dar cuenta de sus numerosos abusos con los españoles y con los indios.
Por entonces estaba el virrey en Popayán
(zona colombiana), tras haber dejado Gonzalo Pizarro de perseguirle,
preparándose frenéticamente para la guerra. Con ello, nos encontramos ya en los
preámbulos de la decisiva batalla de Iñaquito, de la que saldrá triunfal
Gonzalo Pizarro, y donde encontrará la muerte el trágico virrey, quien cayó en
la trampa de una maniobra de engaño que efectuaron sus enemigos.
Y todo ello, a pesar de que el virrey
Blasco Núñez Vela había preparado con esmero su ataque: "Le escribió al
gobernador Belalcázar y a un capitán suyo llamado Juan Cabrera diciéndoles todo
lo sucedido desde el alzamiento de Gonzalo Pizarro, y que estaba determinado a
volverse contra él en cuanto tuviera un ejército competente. Les rogaba que
viniesen a juntarse con él, prometiéndoles que, muerto el tirano, les daría lo
mejor en el reparto del Perú. También les hacía saber que Diego Centeno se
encontraba en apuros (perseguido por Francisco de Carvajal) en los otros
confines del Perú, con gran riesgo de perecer. Los capitanes, vistos sus
despachos, obedecieron llanamente y vinieron a Popayán con cien soldados bien
preparados. El virrey también escribió al Nuevo Reino de Granada (Colombia),
a Cartagena de Indias y a otras partes, pidiendo socorro, y cada día se le
juntaba gente, de manera que, en breve tiempo, tuvo cuatrocientos hombres
medianamente armados. Por entonces, se enteró de la prisión de su hermano Vela
Núñez, y de la pérdida de sus capitanes Juan de Illanes y Juan de Guzmán, lo
cual le pesó mucho".
Por
su parte, Gonzalo Pizarro ansiaba derrotar al virrey, y se mostraba muy impaciente
debido a que no podía ir a su encuentro, porque las tierras que habría de
atravesar estaban desprovistas de alimentos: "Entonces, con idea de
engañarlo, hizo correr el rumor de que iba a ir hacia la zona de las Charcas a
sofocar el alzamiento de Diego Centeno, dejando en Quito al capitán Pedro de
Puelles con solo trescientos hombres, para impedir la llegada del virrey".
(Imagen) El capitán manchego JUAN DE
CÉSPEDES, nacido en torno al año 1503, partió hacia las Indias el año 1521, y
falleció hacia 1575. Desde su llegada fue un importante protagonista de los
recorridos iniciales en territorios de la costa atlántica colombiana. El año
1536 formó parte de la impresionante aventura que vivieron los españoles en su
descubrimiento y conquista de Bogotá, bajo el mando del irrepetible GONZALO
JIMÉNEZ DE QUESADA, uno de los cuatro grandes, Cortés, Pizarro, Valdivia y él,
quien, además de ser militar, tenía una gran cultura. Ahora hemos visto que el
Virrey de Perú envió cartas a Belalcázar y a su capitán JUAN CABRERA, de quien
poco se sabe, aunque tuvo un roce con Céspedes, que los cronistas recogen como
ejemplo del orgulloso espíritu de aquellos hombres. Cuando las tropas de
Quesada llegaron a Bogotá, apareció días después por allí Belalcázar con sus
hombres, y surgió un pique sobre los derechos del descubrimiento (que, sin
duda, eran de Quesada). Sus dos capitanes se enfrentaron con chulería torera:
"Cabrera preguntó quién era el que le hablaba, tan bravoso, de dar golpes
de lanza por la espalda, a quien los recibiría, en todo caso, por el pecho. Y
le contestó: 'Me llamo Juan de Céspedes, y soy más conocido que la ruda (planta
muy abundante) en todas las Indias, así por mar como por tierra'. Y el de
Belalcázar dijo: 'Pues yo, que jamás olí la ruda, ni oí el nombre de Juan de
Céspedes, soy Juan Cabrera, hijo del olvido y de mis obras, que aún me falta la
primera hazaña para ser conocido, pues, si muchos me tienen por algo, yo no me
lisonjeo de mis hechos". Afortunadamente, fue un simple cruce de palabras,
porque aquel conflicto no lo iban a arreglar con una bronca. Por si fuera poco,
llegó más tarde el alemán Federman (como ya vimos), y, aunque entonces sí hubo
gran peligro de que los tres descubridores se enfrentaran a muerte, todo se
arregló diplomáticamente, quedando luego el gran Gonzalo Jiménez de Quesada,
por decisión del Rey, como gobernador de aquel territorio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario