lunes, 9 de marzo de 2020

(Día 1051) El virrey siguió huyendo de Bachicao, quien le quitó más de cien hombres y llegó a Panamá, donde mostró su brutalidad. Se quedó asimismo con los que había juntado otro huido: Juan de Guzmán. También escaparon Vaca de Castro y otros.


     (641) El virrey sabía que el enfrentamiento con Gonzalo Pizarro iba a ser inevitable, y él era un experto militar que no quería que le cogieran desprevenido. Desde Túmbez mandó escritos a muchas poblaciones dando cuenta de todo lo que había ocurrido y pidiendo a la gente que se pusiera al servicio del Rey. Envió capitanes a distintos lugares para reclutar hombres. Se encontraron con que ya muchos se habían marchado para unirse a Gonzalo Pizarro, y que también algunos huyeron adonde pudieran evitar la incorporación forzosa en un bando o en otro: "En medio de estas dificultades, se unieron al virrey más de ciento cincuenta españoles, de lo cual el virrey se alegró mucho. Pero estas alegrías le duraron muy poco, porque Hernando Bachicao se los quitó, y le hizo retirarse tierra adentro (hacia Quito), donde pasó muchos y grandes trabajos, hasta su muerte, como más adelante diremos". Tampoco Gonzalo Pizarro se dormía: "Encargó a los capitanes Jerónimo de Villegas, Gonzalo Díaz y Hernando de Alvarado qe fuesen por la costa recogiendo gente y que le inquietaran al virrey todo lo que pudiesen, pero sin darle batalla".
     Hubo una neta diferencia de estilo en el comportamiento de Gonzalo Pizarro y del virrey a la hora de ejercer su autoridad, más chocante aún porque solo la del virrey era legítima. Al margen de los abusos que Gonzalo pudo cometer, jamás les llamó la atención a Francisco de Carvajal y a Hernando Bachicao por las barbaridades que hicieron, algo que el virrey de  ninguna manera habría permitido a sus hombres. Inca Garcilaso nos resume lo que hizo Hernando Bachicao (después de requisar varias naves en Túmbez)  mientras navegaba hacia Panamá: "Cuando llegó a las Islas de las Perlas (muy cercanas a Panamá), le avisaron los vecinos que no entrase con gente de guerra en su jurisdicción. Les contestó que solo venía a traer al licenciado Tejada, que iba a darle cuenta a Su Majestad de todo lo sucedido en Perú, y que solamente lo dejarían en tierra y se proveerían de lo necesario. Enterados de esto, no se opusieron a su entrada. Cuando llegó Bachicao al puerto, dos navíos que en él estaban alzaron velas para irse. Alcanzaron a uno con un bergantín, y lo retornaron al puerto trayendo ahorcados de la entena al maestre y al contramaestre, lo cual causó gran escándalo en la ciudad. No quiso quedarse el capitán Juan de Guzmán, que estaba allí haciendo gente para el virrey, toda la cual se pasó luego a Bachicao, quien, además, se apoderó de la artillería que había llevado Vaca de Castro con el navío en el que huyó. Tiranizó la ciudad. A dos capitanes que allí estaban y que se habían concertado para matarle, los prendió y degolló públicamente, e hizo otros castigos, publicando pregones que decían que el capitán Hernando Bachicao hacía aquello por su legítima autoridad".
     Vaca de Castro se vio en serio peligro de que le alcanzara aquella brutalidad: "Habiéndose enterado de la llegada de Bachicao, huyó hacia Nombre de Dios, y se embarcó en la Mar del Norte (el Atlántico). Lo mismo hicieron Jerónimo de Zurbano y Diego Álvarez Cueto, cuñado del virrey, quien los había enviado a España para buscar el favor del Rey".

     (Imagen) Le dediqué otra imagen a JUAN DE GUZMÁN, pero ampliaré la información porque le vemos ahora en apuros. Nacido en Villadiego (Burgos), llegó a Perú en 1534 como Contador de la gobernación de Diego de Almagro. Además, Juan era  militar, y se incorporó a la durísima y fracasada expedición capitaneada por Almagro en Chile. Cuando volvieron, Guzmán, representando a Almagro, trató de llegar a un acuerdo con Hernando Pizarro en el Cuzco. No siendo posible, ocuparon la ciudad por la fuerza, apresando a Hernando y a su hermano Gonzalo. Guzmán intervino repetidas veces como mediador en el obsesivo conflicto que enemistó a Pizarro y a Almagro, pero todo fue inútil. Sugirió sensatamente, pero sin éxito, que, para evitar la ejecución de Hernando y Gonzalo Pizarro, fueran enviados presos a España. Luego resultó que, para desgracia de los pizarristas, quedaron libres en Perú los dos hermanos. Fue él también quien, dándose cuenta de que los pizarristas iban a apresar traicioneramente a Diego de Almagro en otra negociación, le facilitó el caballo que le permitió huir. Partiendo para España por orden de Almagro con el fin de solicitar el amparo del Rey, lo apresó Pizarro. Logró huir y se unió a las tropas de Almagro en la batalla de las Salinas. Al ser derrotados, Almagro fue ejecutado, y Guzmán vivió en Lima la miseria de los almagristas, caídos en desgracia y deseosos de venganza por la muerte de Almagro, lo que le impulsó a formar parte del grupo que llevó a cabo el asesinato de Pizarro. Sirvió después a Diego de Almagro el Mozo, a quien le salvó la vida en un atentado. Tras ser derrotados en la batalla de Chupas, el gobernador Vaca de Castro no castigó a Guzmán. Luego, quizá por eso y por su odio eterno a los Pizarro, se puso al servicio del virrey Núñez Vela, y ahora le hemos visto salir huyendo de la costa panameña al saber que se aproximaba el brutal Hernando Bachicao. Hay constancia de que aún estaba vivo el año 1556, residiendo entonces en la toledana Ocaña.



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