(641) El virrey sabía que el enfrentamiento con Gonzalo Pizarro iba a
ser inevitable, y él era un experto militar que no quería que le cogieran
desprevenido. Desde Túmbez mandó escritos a muchas poblaciones dando cuenta de
todo lo que había ocurrido y pidiendo a la gente que se pusiera al servicio del
Rey. Envió capitanes a distintos lugares para reclutar hombres. Se encontraron
con que ya muchos se habían marchado para unirse a Gonzalo Pizarro, y que
también algunos huyeron adonde pudieran evitar la incorporación forzosa en un
bando o en otro: "En medio de estas dificultades, se unieron al virrey más
de ciento cincuenta españoles, de lo cual el virrey se alegró mucho. Pero estas
alegrías le duraron muy poco, porque Hernando Bachicao se los quitó, y le hizo
retirarse tierra adentro (hacia Quito), donde pasó muchos y grandes
trabajos, hasta su muerte, como más adelante diremos". Tampoco Gonzalo
Pizarro se dormía: "Encargó a los capitanes Jerónimo de Villegas, Gonzalo
Díaz y Hernando de Alvarado qe fuesen por la costa recogiendo gente y que le
inquietaran al virrey todo lo que pudiesen, pero sin darle batalla".
Hubo una neta diferencia de estilo en el comportamiento de Gonzalo
Pizarro y del virrey a la hora de ejercer su autoridad, más chocante aún porque
solo la del virrey era legítima. Al margen de los abusos que Gonzalo pudo
cometer, jamás les llamó la atención a Francisco de Carvajal y a Hernando
Bachicao por las barbaridades que hicieron, algo que el virrey de ninguna manera habría permitido a sus hombres.
Inca Garcilaso nos resume lo que hizo Hernando Bachicao (después de requisar
varias naves en Túmbez) mientras
navegaba hacia Panamá: "Cuando llegó a las Islas de las Perlas (muy cercanas
a Panamá), le avisaron los vecinos que no entrase con gente de guerra en su
jurisdicción. Les contestó que solo venía a traer al licenciado Tejada, que iba
a darle cuenta a Su Majestad de todo lo sucedido en Perú, y que solamente lo
dejarían en tierra y se proveerían de lo necesario. Enterados de esto, no se
opusieron a su entrada. Cuando llegó Bachicao al puerto, dos navíos que en él
estaban alzaron velas para irse. Alcanzaron a uno con un bergantín, y lo
retornaron al puerto trayendo ahorcados de la entena al maestre y al
contramaestre, lo cual causó gran escándalo en la ciudad. No quiso quedarse el
capitán Juan de Guzmán, que estaba allí haciendo gente para el virrey, toda la
cual se pasó luego a Bachicao, quien, además, se apoderó de la artillería que
había llevado Vaca de Castro con el navío en el que huyó. Tiranizó la ciudad. A
dos capitanes que allí estaban y que se habían concertado para matarle, los
prendió y degolló públicamente, e hizo otros castigos, publicando pregones que
decían que el capitán Hernando Bachicao hacía aquello por su legítima autoridad".
Vaca de Castro se vio en serio peligro de que le alcanzara aquella
brutalidad: "Habiéndose enterado de la llegada de Bachicao, huyó hacia
Nombre de Dios, y se embarcó en la Mar del Norte (el Atlántico). Lo
mismo hicieron Jerónimo de Zurbano y Diego Álvarez Cueto, cuñado del virrey,
quien los había enviado a España para buscar el favor del Rey".
(Imagen) Le
dediqué otra imagen a JUAN DE GUZMÁN, pero ampliaré la información porque le vemos
ahora en apuros. Nacido en Villadiego (Burgos), llegó a Perú en 1534 como
Contador de la gobernación de Diego de Almagro. Además, Juan era militar, y se incorporó a la durísima y
fracasada expedición capitaneada por Almagro en Chile. Cuando volvieron, Guzmán,
representando a Almagro, trató de llegar a un acuerdo con Hernando Pizarro en
el Cuzco. No siendo posible, ocuparon la ciudad por la fuerza, apresando a
Hernando y a su hermano Gonzalo. Guzmán intervino repetidas veces como mediador
en el obsesivo conflicto que enemistó a Pizarro y a Almagro, pero todo fue
inútil. Sugirió sensatamente, pero sin éxito, que, para evitar la ejecución de Hernando
y Gonzalo Pizarro, fueran enviados presos a España. Luego resultó que, para
desgracia de los pizarristas, quedaron libres en Perú los dos hermanos. Fue él
también quien, dándose cuenta de que los pizarristas iban a apresar
traicioneramente a Diego de Almagro en otra negociación, le facilitó el caballo
que le permitió huir. Partiendo para España por orden de Almagro con el fin de
solicitar el amparo del Rey, lo apresó Pizarro. Logró huir y se unió a las
tropas de Almagro en la batalla de las Salinas. Al ser derrotados, Almagro fue
ejecutado, y Guzmán vivió en Lima la miseria de los almagristas, caídos en desgracia
y deseosos de venganza por la muerte de Almagro, lo que le impulsó a formar parte
del grupo que llevó a cabo el asesinato de Pizarro. Sirvió después a Diego de
Almagro el Mozo, a quien le salvó la vida en un atentado. Tras ser derrotados
en la batalla de Chupas, el gobernador Vaca de Castro no castigó a Guzmán.
Luego, quizá por eso y por su odio eterno a los Pizarro, se puso al servicio
del virrey Núñez Vela, y ahora le hemos visto salir huyendo de la costa
panameña al saber que se aproximaba el brutal Hernando Bachicao. Hay constancia
de que aún estaba vivo el año 1556, residiendo entonces en la toledana Ocaña.
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