miércoles, 18 de marzo de 2020

(Día 1059) La muerte de Gómez de Luna rebeló a Diego Centeno. Buscó aliados y mataron a Francisco de Almendras. Luego Centeno convenció a muchos para abandonar a Gonzalo Pizarro. Alonso de Toro aumentó las tropas de Pizarro.


     (649) La barbaridad que hizo Francisco de Almendras fue la gota que colmó el vaso de las indignaciones de Diego Centeno contra Gonzalo Pizarro y sus colaboradores: "Determinó vengar la muerte de Don Gómez de Luna y sacar de la tiranía de Francisco de Almendras a las personas que vivían bajo su mando. Lo comunicó con los más principales vecinos de aquella tierra, especialmente con Lope de Mendoza, Alonso Pérez de Esquivel, Alonso de Camargo, Hernán Núñez de Segura, Lope de Mendieta, Juan Ortiz de Zárate, su hermano, y otros en quienes confiaba. Entre todos, acordaron matar a Francisco de Almendras. Lo hicieron un domingo, juntándose en casa de Almendras para ir con él a misa. Le dieron de puñaladas, y, no acabando de morir, lo sacaron a la plaza, le cortaron la cabeza por traidor, y alzaron banderas por su Majestad, sin que tuviesen dificultad para apaciguar al pueblo, porque Francisco de Almendras no era querido. Se pusieron luego en orden de guerra, y nombraron a Diego Centeno Capitán General".
     Había que actuar con rapidez antes de que los enemigos reaccionaran. Centeno empezó a reclutar gente, y pronto pudo contar con doscientos cincuenta hombres bien preparados. Controló los caminos de acceso a la ciudad para que no se conociera lo que había ocurrido, y envió a Lope de Mendoza a Arequipa, con el fin de apresar a Pedro de Fuentes, que representaba allí a Gonzalo Pizarro, pero ya se había enterado de la rebelión, y huyó de inmediato. Lope de Mendoza, sin ninguna oposición de los vecinos, se hizo con la ciudad, "y, con la gente, armas, caballos y dinero que allí pudo recoger, volvió a la villa de La Plata". Centeno reunió a todos sus hombres y les habló con firmeza sobre los abusos de Gonzalo Pizarro, y sobre sus ambiciones ilegítimas: "Trajo a su memoria la obligación que tenían, como buenos vasallos, de servir al Rey, y el mal renombre que cobrarían, de hacer lo contrario. Con estas razones, persuadió Diego Centeno a los suyos para que se ofreciesen a su servicio, y le siguieran dondequiera que él fuese".
     Diego Centeno había encargado a un capitán que vigilase los accesos del Cuzco, para que no se enteraran allí de su rebelión antes de que él hubiese preparado debidamente su tropa.  Pero las noticias volaban a través de los indios, y pronto se enteró de lo ocurrido Alonso de Toro, quien andaba vigilante para que el huido virrey no pudiera refugiarse en el Cuzco. En cuanto lo supo, fue rápidamente a esta ciudad, "preparó allá gente, reunió a los vecinos y regidores, y les habló para que defendieran a Gonzalo Pizarro". Utilizó toda clase de retorcidos y manipuladores argumentos, diciéndoles que Gonzalo Pizarro era el verdadero representante del Rey, y que solamente él podía impedir que se aplicaran las Leyes Nuevas que les iban a dejar en la miseria. También les señaló (y en eso tenía razón) que los oidores habían destituido al virrey, y que, en concreto, el oidor Cepeda, que era el de mayor autoridad en la Audiencia, estaba acompañando a Gonzalo Pizarro: "Con estas cosas y otras muchas semejantes que les dijo, y con su aspereza y mala condición, se hizo obedecer, y nadie osó contradecirlo, de manera que decidieron seguirle contra Diego Centeno".

     (Imagen) La injusta muerte que FRANCISCO DE ALMENDRAS, el representante en La Plata de Gonzalo Pizarro, le dio a DON GÓMEZ DE LUNA provocó una sublevación de largo alcance. Encabezó el más que arriesgado motín DIEGO CENTENO, que era como un hijo para Almendras, quien luego, a la hora de morir, le suplicó a Centeno, inútilmente, que le perdonaran la vida porque tenía doce hijos. A medida que avanzamos en la lectura de las crónicas, se van aclarando detalles. Ahora ya sabemos en qué momento concreto el gran capitán Diego Centeno se levantó en armas contra Gonzalo Pizarro, hasta acabar con él en la batalla de Jaquijaguana. Ya comenté que él se ocupó de tenerlo preso a la espera de su ejecución, y que tuvo el delicado detalle de tratarlo con suma amabilidad y cortesía durante su custodia. Como líder nato, Centeno convenció a otros capitanes para dar muerte a Almendras. De todos ellos hemos hablado, y podemos ahora añadir algún detalle más. LOPE DE MENDIETA, el protagonista de la imagen anterior, se pasó antes de lo que yo indiqué al bando del virrey, es decir, en este preciso instante. Ya sabemos que después se unió a Gonzalo Pizarro, y que terminó por abandonarlo. También se confirma que era hermano del vasco JUAN ORTIZ DE ZÁRATE, otro de los amotinados, quien tuvo la suerte de sobrevivir a las situaciones más comprometidas, y luego llegó a ser Gobernador del Río de la Plata y de Paraguay. Otro que superó bien las guerras civiles fue HERNÁN NÚÑEZ DE SEGURA. Por su parte, LOPE DE MENDOZA y ALONSO DE CAMARGO (uno de los pocos supervivientes de la fracasada expedición que atravesó el Estrecho de Magallanes) tuvieron la desgracia de caer en manos del terrible Francisco de Carvajal y ser decapitados. De DIEGO CENTENO ya vimos que, tras la definitiva derrota de Gonzalo Pizarro, murió en 1549 de muerte natural cuando disfrutaba de un merecido descanso y de sus ricas minas de plata, precisamente en Potosí, el territorio en el que se había sublevado contra Gonzalo Pizarro.



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