(649) La
barbaridad que hizo Francisco de Almendras fue la gota que colmó el vaso de las
indignaciones de Diego Centeno contra Gonzalo Pizarro y sus colaboradores:
"Determinó vengar la muerte de Don Gómez de Luna y sacar de la tiranía de Francisco
de Almendras a las personas que vivían bajo su mando. Lo comunicó con los más
principales vecinos de aquella tierra, especialmente con Lope de Mendoza,
Alonso Pérez de Esquivel, Alonso de Camargo, Hernán Núñez de Segura, Lope de
Mendieta, Juan Ortiz de Zárate, su hermano, y otros en quienes confiaba. Entre
todos, acordaron matar a Francisco de Almendras. Lo hicieron un domingo,
juntándose en casa de Almendras para ir con él a misa. Le dieron de puñaladas,
y, no acabando de morir, lo sacaron a la plaza, le cortaron la cabeza por
traidor, y alzaron banderas por su Majestad, sin que tuviesen dificultad para
apaciguar al pueblo, porque Francisco de Almendras no era querido. Se pusieron
luego en orden de guerra, y nombraron a Diego Centeno Capitán General".
Había que
actuar con rapidez antes de que los enemigos reaccionaran. Centeno empezó a
reclutar gente, y pronto pudo contar con doscientos cincuenta hombres bien
preparados. Controló los caminos de acceso a la ciudad para que no se conociera
lo que había ocurrido, y envió a Lope de Mendoza a Arequipa, con el fin de
apresar a Pedro de Fuentes, que representaba allí a Gonzalo Pizarro, pero ya se
había enterado de la rebelión, y huyó de inmediato. Lope de Mendoza, sin
ninguna oposición de los vecinos, se hizo con la ciudad, "y, con la gente,
armas, caballos y dinero que allí pudo recoger, volvió a la villa de La
Plata". Centeno reunió a todos sus hombres y les habló con firmeza sobre
los abusos de Gonzalo Pizarro, y sobre sus ambiciones ilegítimas: "Trajo a
su memoria la obligación que tenían, como buenos vasallos, de servir al Rey, y
el mal renombre que cobrarían, de hacer lo contrario. Con estas razones,
persuadió Diego Centeno a los suyos para que se ofreciesen a su servicio, y le
siguieran dondequiera que él fuese".
Diego
Centeno había encargado a un capitán que vigilase los accesos del Cuzco, para
que no se enteraran allí de su rebelión antes de que él hubiese preparado
debidamente su tropa. Pero las noticias
volaban a través de los indios, y pronto se enteró de lo ocurrido Alonso de
Toro, quien andaba vigilante para que el huido virrey no pudiera refugiarse en
el Cuzco. En cuanto lo supo, fue rápidamente a esta ciudad, "preparó allá
gente, reunió a los vecinos y regidores, y les habló para que defendieran a Gonzalo
Pizarro". Utilizó toda clase de retorcidos y manipuladores argumentos,
diciéndoles que Gonzalo Pizarro era el verdadero representante del Rey, y que
solamente él podía impedir que se aplicaran las Leyes Nuevas que les iban a
dejar en la miseria. También les señaló (y en eso tenía razón) que los oidores
habían destituido al virrey, y que, en concreto, el oidor Cepeda, que era el de
mayor autoridad en la Audiencia, estaba acompañando a Gonzalo Pizarro:
"Con estas cosas y otras muchas semejantes que les dijo, y con su aspereza
y mala condición, se hizo obedecer, y nadie osó contradecirlo, de manera que
decidieron seguirle contra Diego Centeno".
(Imagen) La
injusta muerte que FRANCISCO DE ALMENDRAS, el representante en La Plata de
Gonzalo Pizarro, le dio a DON GÓMEZ DE LUNA provocó una sublevación de largo
alcance. Encabezó el más que arriesgado motín DIEGO CENTENO, que era como un
hijo para Almendras, quien luego, a la hora de morir, le suplicó a Centeno,
inútilmente, que le perdonaran la vida porque tenía doce hijos. A medida que
avanzamos en la lectura de las crónicas, se van aclarando detalles. Ahora ya
sabemos en qué momento concreto el gran capitán Diego Centeno se levantó en
armas contra Gonzalo Pizarro, hasta acabar con él en la batalla de Jaquijaguana.
Ya comenté que él se ocupó de tenerlo preso a la espera de su ejecución, y que
tuvo el delicado detalle de tratarlo con suma amabilidad y cortesía durante su
custodia. Como líder nato, Centeno convenció a otros capitanes para dar muerte
a Almendras. De todos ellos hemos hablado, y podemos ahora añadir algún detalle
más. LOPE DE MENDIETA, el protagonista de la imagen anterior, se pasó antes de
lo que yo indiqué al bando del virrey, es decir, en este preciso instante. Ya
sabemos que después se unió a Gonzalo Pizarro, y que terminó por abandonarlo.
También se confirma que era hermano del vasco JUAN ORTIZ DE ZÁRATE, otro de los
amotinados, quien tuvo la suerte de sobrevivir a las situaciones más
comprometidas, y luego llegó a ser Gobernador del Río de la Plata y de
Paraguay. Otro que superó bien las guerras civiles fue HERNÁN NÚÑEZ DE SEGURA.
Por su parte, LOPE DE MENDOZA y ALONSO DE CAMARGO (uno de los pocos
supervivientes de la fracasada expedición que atravesó el Estrecho de
Magallanes) tuvieron la desgracia de caer en manos del terrible Francisco de
Carvajal y ser decapitados. De DIEGO CENTENO ya vimos que, tras la definitiva
derrota de Gonzalo Pizarro, murió en 1549 de muerte natural cuando disfrutaba
de un merecido descanso y de sus ricas minas de plata, precisamente en Potosí,
el territorio en el que se había sublevado contra Gonzalo Pizarro.
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